Por m�s de 30 a�os el Nuevo Reino de Le�n se limit� a su capital, Monterrey. Tan era as� que el gentilicio de sus habitantes: reineros, se aplic� �nicamente a los de la ciudad y no a los de todo el reino cuando ya hubo otras poblaciones. La ciudad se hallaba aislada: Saltillo era la villa m�s cercana y la poblaci�n m�s importante, Zacatecas, estaba a una enorme distancia. Por ello, los primeros a�os fueron de suma pobreza. El gobernador mismo tuvo que alimentarse alguna vez de ra�ces de lampazo, "de que abunda el ojo de agua". Una idea clara del medio nos la da la descripci�n que en 1602 hizo el obispo Mota y Escobar. Sin llegar a ella, desde Saltillo, anot� en su libro de visita: "sus casas son de adobes de palizadas embarradas".
Las primeras actividades de los pobladores fueron el cultivo de la tierra y la cr�a de ganados, aunque s�lo en lo necesario para su consumo. Los documentos m�s antiguos existentes en los archivos dan cuenta de otra actividad: la miner�a; pero los hallazgos de vetas de metales no iban, inicialmente, m�s all� del per�metro se�alado a la ciudad. Muy cerca, al sur, existi� en los primeros a�os un asiento minero que se llam� Real de los Ap�stoles, que probablemente haya sido el que mucho tiempo despu�s se conoci� como Mineral de San Pedro y San Pablo. Debi� de ser m�s o menos importante porque en 1597 y 1598 ten�a alcalde mayor.
No ha sido posible hasta ahora indagar el lugar de nacimiento del fundador de Monterrey. Se sabe que para 1572 hab�a muerto su esposa Mar�a de Esquivel y que en ese a�o era vecino de Mazapil, casado en segundas nupcias con Juana de Porcallo o de la Cerda. Algunos investigadores encuentran a Diego de Montemayor, natural de M�laga, y casado con In�s Rodr�guez, pero pudiera tratarse de un hom�nimo. Al entrar en Monterrey era viudo. Le acompa�aban Estefan�a, su hija, esposa de Alberto del Canto, y los hijos de �stos, Diego y Miguel, ni�os.
Los primeros vecinos de la ciudad fueron Diego D�az de Berlanga, casado con Mariana D�az; sus tierras, al norte de la ciudad, fueron m�s tarde de Pedro de la Garza y se conocieron como Estancia de los Garza o San Nicol�s de los Garza, actual ciudad de ese nombre. Diego de Montemayor, el mozo, hijo del fundador, casado con Elvira de Renter�a. Diego Rodr�guez, casado con Sebastiana de Trevi�o, originaria de la ciudad de M�xico; sus hijas: In�s, Andrea y M�nica. Poblaron en San Pedro de los Nogales, actual Garza Garc�a, Juan L�pez, con su esposa Magdalena de �vila en el lugar llamado la Pastora; sus hijos: Juan, Bernab� y Melchora. Lucas Garc�a, apodado el Capit�n de la Paz por su conocimiento de las lenguas ind�genas; casado con Juliana de Quintanilla, pobl� la hacienda (hoy ciudad) de Santa Catarina; sus hijos: Bartolom�, Tom�s y Lucas. Mart�n de Sol�s, originario de Quer�taro, casado con Francisca de �vila; con Juan y Diego, sus hijos, poblaron la hacienda de Santa Cruz, actual ciudad Guadalupe. Diego Maldonado, casado con Antonia de Paz; su hijo, Juan. Juan P�rez de los R�os y su esposa Agustina de Charles, procedentes de la Puebla de los Angeles; sus hijos: Juan, Ana, Bartolom�, Alonso, Esteban y Pedro. Fueron tambi�n primeros vecinos Alonso de Barreda, Domingo Manuel, Crist�bal P�rez y Pedro de ��igo, de quienes hay escasas referencias. Se ha calculado que contadas las mujeres y los ni�os sumaban apenas treinta y cuatro personas.
A los primeros vecinos fueron agreg�ndose, aunque lentamente, otros que llegaban. No se admit�a a cualquiera, era necesario que quien quisiera avecindarse hiciera solicitud escrita y que, adem�s, presentara una fianza otorgada por alguno de los vecinos, garantizando que no despoblar�a. De esta manera fueron llegando las familias Trevi�o, Ayala, Garza y otras, que constituyeron las viejas ra�ces de los m�s antiguos apellidos regionales.