POR UN LAPSO DE CASI OCHO A�OS el Nuevo Reino de Le�n permaneci� despoblado. Los primeros pobladores, compa�eros de Alberto del Canto o de Carvajal se hallaban en Saltillo, Mazapil y otras poblaciones. Uno de ellos, Diego de Montemayor, a quien en el t�tulo de lugarteniente de Carvajal, en 1588, se califica de "persona de calidad, br�o, valor y suficiencia", atributos que Alonso de Le�n reproduce en su cr�nica, decidi� volver.
El 20 de septiembre de 1596 Montemayor fund� la Ciudad Metropolitana de Nuestra Se�ora de Monterrey, "junto a un monte grande y ojos de agua que llaman de Santa Luc�a", donde hab�a estado el pueblo de este nombre y posteriormente la villa de San Luis. Con el nombre de Nuestra Se�ora el fundador honraba a Mar�a y con el de Monterrey al t�tulo nobiliario de don Gaspar de Z��iga y Acevedo, conde de Monterrey, virrey entonces de la Nueva Espa�a.
En el texto del acta de fundaci�n, redactado por el escribano Diego D�az de Berlanga, se advierte que Montemayor se ce��a en todo a las Ordenanzas de Poblaciones Nuevas promulgadas por Felipe II en 1573. Se�al� a la ciudad por jurisdicci�n "quince leguas hacia oriente y otras quince hacia poniente y de norte a sur lo mismo en cuadro". De ejido, o sea el campo com�n para todos los vecinos, le se�al� "una legua en redondo", conforme a la ordenanza n�mero 43, "y atento a que el presente no hay gente suficiente de espa�oles [...] hasta adelante Dios mediante haya m�s comodidad", s�lo nombr� a "Alonso de Barreda y a Pedro de ��igo, por alcaldes ordinarios, y a Juan P�rez de los R�os y Diego D�az de Berlanga y Diego Maldonado, por regidores y a Diego de Montemayor [su hijo] por procurador general de este reyno y a Diego D�az de Berlanga por escribano del cabildo".
La repoblaci�n del Nuevo Reino de Le�n emprendida por Montemayor fue calificada en aquella �poca de improcedente o ilegal. Quienes opinaban as� argumentaban que muerto Carvajal su capitulaci�n hab�a quedado sin efecto. El cronista comenta, refiri�ndose a Montemayor, que "hecho el desamparo de la tierra ya su comisi�n hab�a expirado" y que requer�a de nueva orden real; pero que "guiado de una honrada ambici�n, no le dio lugar a reparar en estos inconvenientes". El fundador s� repar� en ello puesto que hay constancias de que, a un mes de fundada la ciudad, hizo viaje a M�xico y de que el virrey, previa consulta a Espa�a, no s�lo autoriz� lo que hab�a hecho sino que le dio el t�tulo de gobernador el 11 de febrero de 1599.