Devociones populares


Los tlaxcaltecas legaron tambi�n a Nuevo Le�n y al norte de M�xico algunas devociones de profundo arraigo popular. El culto a Nuestra Se�ora del Roble, patrona de la arquidi�cesis de Monterrey, es una de �stas. Hallada antes de 1635 en el hueco del tronco de un nogal, su origen tiene notoria similitud con el de Nuestra Se�ora de Ocotl�n, en la ciudad de Tlaxcala, encontrada en el tronco de un ocote.

A una tlaxcalteca, Antonia Teresa, se debe el culto a la Pur�sima, en el barrio de este nombre, en Monterrey. Desde 1698 resid�a all� con Antonio Hern�ndez, su marido. Hacia 1719 una gran avenida del r�o Santa Catarina aterroriz� a los moradores de la ciudad. La india llev� una peque�a escultura mariana a la ribera del r�o y el oleaje calm� sus �mpetus. El humilde jacal se convirti� en oratorio popular, que la piedad de do�a Petra G�mez de Castro sustituy� en 1756, con una s�lida y bella capilla de sillar. Doscientos diez a�os despu�s, en 1946, el refinamiento art�stico del arzobispo don Guillermo Tritschler y C�rdova erigi� en el mismo lugar el templo actual, obra del arquitecto Enrique de la Mora, premio nacional de arquitectura.

Uno de los cristos venerados con particular devoci�n es el Se�or de Tlaxcala, en la parroquia de Bustamante. Esta bella escultura perteneci� al bachiller Nicol�s de Sald�var, "cura beneficiado de Ramos, Salinas y sus agregados", en San Luis Potos�. En 1688 la don� a Bernab� Garc�a y Ana Mar�a, nobles caciques tlaxcaltecas feligreses suyos, mediante documentos que aprob� el doctor Felipe Galindo, obispo de Guadalajara. Establecido en 1692 el real y minas de Santiago de las Sabinas, al norte de Nuevo Le�n, el matrimonio ind�gena pas� a poblarlo trayendo consigo la imagen. Garc�a muri� all�; Ana Mar�a, su mujer, pas� a residir a San Miguel de Aguayo. Anciana, viuda y pobre, cedi� el Cristo a los tlaxcaltecas, a cambio de que la alimentaran hasta su muerte. Hizo la donaci�n en escritura de 19 de diciembre de 1715, otorgada ante el escribano Manuel de la Torre, cuyos protocolos se encuentran en el Archivo General de Notar�as, de la ciudad de M�xico. Anualmente, el 6 de agosto coincidiendo con la fiesta del Santo Cristo de la Capilla, de Saltillo el Se�or de Tlaxcala es sacado en procesi�n por las calles de Bustamante. En 1800, el padre Francisco Antonio Gonz�lez de Paredes escribi� y public� una novena, antecedida de sucedidos prodigiosos obrados por la devota efigie.

Otra de las devociones tlaxcaltecas m�s populares es la del Se�or de la Expiraci�n, en ciudad Guadalupe. Refiere la leyenda que un asno, cargado con una gran caja de madera, lleg� a la capillita primitiva; y asegura, adem�s, que el mismo jumento hizo ta�er la campana, haciendo que acudieran indios y frailes y se maravillaran de visita tan singular. Documentalmente se sabe que la escultura est� en la parroquia desde 1715. Anualmente es sacada en procesi�n por las calles y su fiesta re�ne a no menos de 10000 devotos. Hasta 1857 la imagen fue muchas veces conducida a Monterrey a iniciativa del ayuntamiento de la ciudad o del gobierno del estado. Uno de los misioneros, fray Antonio Manuel del �lamo, imprimi� en M�xico su novena, en 1827.

Muchas otras devociones populares, como la de Nuestra Se�ora de los Dolores, en Hualahuises; la de la Santa Cruz, en Villaldama; etc., constituyen la rica herencia tradicional tlaxcalteca en Nuevo Le�n, y que no ha sido suficientemente divulgada ni aprovechada, al menos, como atracci�n tur�stica.


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