Beneficios


Independientemente del obvio beneficio econ�mico que report� para el Nuevo Reino de Le�n la entrada de las haciendas de ovejas a pastar, desde que empez� este auge se subray� como m�s importante el que significaba para la evangelizaci�n. Juan Francisco de V�rtiz, al solicitar tierras en 1637, argumentaba que quer�a entrar "para que con el comercio y comunicaci�n con los indios chichimecos que est�n a�n b�rbaros [.. . ] se vayan reduciendo a vivir en pulic�a, para ser atra�dos a nuestra santa fe cat�lica con la suavidad que su majestad desea".

Para los vecinos de Nuevo Le�n la entrada propici� un nuevo giro comercial, el de los av�os. Mercaderes y labradores locales se constituyeron en aviadores de las haciendas provey�ndolas, los primeros, de efectos de sus tiendas, y los segundos, de "productos de la tierra": trigo, frijol y particularmente ma�z. Hab�a aviadores que prove�an tambi�n de caballos y yeguas a las haciendas; algunos ten�an notables ingresos pues surt�an de lo que les faltaba a tres o m�s haciendas. Por citar s�lo un ejemplo diremos que de la tienda de Juan Jos� G�mez de Castro se prove�an en 1741 las grandes haciendas de los condes de Penalva, Landeta, Avenda�o y otras.

Independientemente del obvio beneficio econ�mico que report� para el Nuevo Reino de Le�n la entrada de las haciendas de ovejas a pastar, desde que empez� este auge se subray� como m�s importante el que significaba para la evangelizaci�n. Juan Francisco de V�rtiz, al solicitar tierras en 1637, argumentaba que quer�a entrar "para que con el comercio y comunicaci�n con los indios chichimecos que est�n a�n b�rbaros [.. . ] se vayan reduciendo a vivir en pulic�a, para ser atra�dos a nuestra santa fe cat�lica con la suavidad que su majestad desea".

Para los vecinos de Nuevo Le�n la entrada propici� un nuevo giro comercial, el de los av�os. Mercaderes y labradores locales se constituyeron en aviadores de las haciendas provey�ndolas, los primeros, de efectos de sus tiendas, y los segundos, de "productos de la tierra": trigo, frijol y particularmente ma�z. Hab�a aviadores que prove�an tambi�n de caballos y yeguas a las haciendas; algunos ten�an notables ingresos pues surt�an de lo que les faltaba a tres o m�s haciendas. Por citar s�lo un ejemplo diremos que de la tienda de Juan Jos� G�mez de Castro se prove�an en 1741 las grandes haciendas de los condes de Penalva, Landeta, Avenda�o y otras.


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