XI. LOS CAMINOS Y LOS CAMINANTES


EL NUEVO REINO DE LE�N vivi� semiaislado en la �poca colonial y durante gran parte del siglo XIX. Este aislamiento, debido en gran medida a su situaci�n al norte de la Sierra Madre, se reflej� aqu� en muchos aspectos, particularmente en el cultural. Si el contacto con el gobierno virreinal, en la ciudad de M�xico, era dif�cil para asuntos que requer�an urgente soluci�n, mucho m�s lo era a�n con el gobierno espiritual, durante todo el tiempo que esta regi�n perteneci� al obispado de Guadalajara.

Los viajes largos m�s frecuentes eran a Zacatecas y a M�xico. Un viaje a la capital de la Nueva Espa�a ten�a una duraci�n m�nima de un mes. Hab�a que detenerse cuando anochec�a, a fin de acampar en el desierto, o bien para hospedarse en los p�simos mesones y posadas del trayecto. Muchas veces la marcha se demoraba en espera de que bajaran las aguas de los r�os o los arroyos que imped�an el paso. O se retrasaba tambi�n porque se perd�a alguna bestia o por cualquier otro incidente.

El general Alonso de Le�n refiere que, al ser nombrado gobernador, en 1683, sali� de M�xico el 30 de enero y lleg� a Saltillo el 26 de febrero. Hizo all� una pausa para el arreglo de algunos asuntos y entr� a Monterrey el primero de marzo. El licenciado Barbadillo Vitoria, al llegar a Monterrey en 1714, calific� su viaje de "molesto, inc�modo y dilatado".

Los medios de transporte
Los caminos
El correo

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