El desarrollo de la miner�a, as� como el buen cuidado de los ind�genas, eran asuntos de primera importancia para las autoridades virreinales aunque no necesariamente para los espa�oles, negros y mestizos avecindados en los nuevos reales de minas, para quienes el laboreo de las minas era lo principal. Con esto prosperaron las haciendas de beneficio, o de minas, donde se refinaba el metal extra�do. Hab�a haciendas de minas en el pueblo de San Luis y en Venado, Sierra de Pinos y Tlaxcalilla. Tambi�n hab�a carboneras, molinos para sacar plata, caleras.
Desde que se descubrieron las minas hab�an acudido todo tipo de oficiales y mercaderes; �stos se enriquec�an en cuesti�n de cuatro o seis a�os y muchos regresaban a Espa�a con haciendas crecidas.
Uno de los problemas m�s serios de los reales de minas del virreinato, y de ello no se escap� San Luis, fue el contrabando de plata sin quintar que, entre otros, hac�an los mercaderes reci�n venidos en la flota de Espa�a: pasaban directamente a los reales de minas con sus mercader�as, que vend�an a precios bajos con tal de obtener la plata en pasta, se volv�an a Espa�a y con ello defraudaban el derecho del quinto. En agosto de 1621, el virrey marqu�s de Guadalc�zar orden� que se prohibiera a gachupines o extranjeros, venidos en la flota, cualquier asiento de mercader�as o tiendas en los lugares de minas, y en noviembre de ese a�o se decret� la expulsi�n de todos los gachupines y extranjeros de los reales de minas ("gachup�n" aqu� se aplica al reci�n llegado). Esta medida caus� problemas para el desarrollo de la miner�a, pues hab�a varios extranjeros que eran maestros de los distintos oficios de extracci�n y beneficio.
Desde 1608 las minas del Cerro de San Pedro comenzaron a hundirse por la forma desordenada en que se hab�an trabajado; fue necesario realizar una obra cuidadosa y de gran costo en 1618, para dar nuevamente con las labores antiguas. Los indios nabor�os sacaban el metal hasta la boca de la mina donde hab�a mulas encargadas de llevarlo hasta las haciendas. Sin embargo, las mejores minas quedaron arruinadas por derrumbamientos en 1622.
Las minas de Guadalc�zar se descubrieron en 1615, en el cerro de San Francisco, junto al cerro de San Crist�bal, hacia la parte de los Peotillos. El mineral de Guadalc�zar qued� independiente de San Luis y, por su riqueza, lo constituyeron en alcald�a mayor. El descubrimiento de estas minas impuls� de nuevo la miner�a en la regi�n.
Los mineros permit�an a los trabajadores indios, mestizos, negros y mulatos, sacar un xiquipil o tenate de metal para afinar, lo que dio lugar a algunos abusos, pues los operarios sacaban tantos tenates como pod�an. Los mineros ten�an hornos, y a menudo fund�an metales que no les pertenec�an. Tambi�n se acostumbraba que los operarios de minas fuesen ind�genas, aunque hab�a mestizos y mulatos libres. Se prohibi� que hubiera vagabundos en los reales de minas, porque distra�an a los que trabajaban ah� y los induc�an a robar.
Adem�s de la falta o carest�a de los av�os, los mineros de San Luis se quejaban del establecimiento de una oficina de ensaye que encarec�a mucho la escasa moneda circulante y del hecho de que no hubiera una para el apartado del oro, pues la plata que se extra�a ten�a considerable cantidad de oro. Tambi�n se pidi� que se prohibieran los amparos o la pr�rroga del t�rmino fijado en las ordenanzas para denuncia de minas no trabajadas, porque los antiguos due�os no las trabajaban ni las dejaban trabajar.
Para 1626 las minas del Cerro de San Pedro estaban casi todas abandonadas, a excepci�n del tajo de San Crist�bal; sin embargo, en 1628, se descubri� en la mina del Rosario cata de Briones una bolsa de oro virgen que report� grandes utilidades a su due�o, utilidades que no pagaron impuesto y por lo cual fueron perseguidos cuantos intervinieron en la extracci�n del metal.
En marzo de 1628 se fund� la Real Caja en San Luis, con el objeto de recaudar los derechos del quinto y diezmos, de oro y plata.
En la d�cada de 1630 hubo dos obradores en el pueblo de San Luis para apartar el oro de la plata; sin embargo, trabajaban con dificultades porque el asentista de la p�lvora se negaba a proveer a un precio razonable el salitre y la alcaparrosa, indispensables en el proceso. Para 1637 la miner�a, el comercio y la vecindad del pueblo hab�an disminuido considerablemente, de manera que hab�a muchas casas vac�as. La crisis continu� por varios a�os, al grado de que en 1651 se acord� la suspensi�n de la Real Caja de San Luis. No obstante, el contador Jos� de Victoria y el tesorero Francisco de Castro y Mampaso apelaron ante el Consejo de Indias y la Real Caja se volvi� a abrir a fines de 1653.
Hab�a muchos vagabundos y gente ociosa en el pueblo de San Luis Potos�; por ello, el alcalde mayor Mart�n de Mendalde los oblig� a presentarse para conseguirles acomodo en las minas de San Pedro, en las haciendas de beneficio de metales o en las carboneras.
A pesar de sus vaivenes, de sus riesgos, la miner�a fue la principal fuente de riqueza en San Luis Potos�. Muchos mineros y gente vinculada al beneficio de los minerales se enriquecieron con esta actividad. En poco tiempo, se convirtieron en verdaderos n�cleos de poder econ�mico y pol�tico, con una gran capacidad de negociaci�n con la Corona, la Iglesia y, particularmente, con las instituciones locales en las que con frecuencia ocuparon cargos relevantes. Tal ser�a el caso de Juan de Zavala, vizca�no, vecino de Zacatecas, mercader y guardaminas. Lleg� a las minas del Cerro de San Pedro en 1592, abri� en el pueblo de San Luis una tienda grande de mercader�as y compr� muchos partes de minas. Ten�a un ingenio grande de minas a dos cuadras de la plaza principal del pueblo de San Luis y ocup� algunos puestos p�blicos. Era due�o de una hacienda en el valle de San Francisco que llevaba su nombre, para ganado y cultivo de tierras. Contribuy� a la construcci�n de la iglesia mayor del pueblo; fund� el hospital de San Juan de Dios y aport� la donaci�n para la fundaci�n del Colegio de los jesuitas.
Con or�genes similares, Pedro de Arizmendi Gogorr�n, vizca�no, vecino de Zacatecas, se traslad� a San Luis cuando se descubrieron las minas del Cerro de San Pedro. Ten�a una hacienda de minas en Tlaxcalilla. Fue excomulgado y desterrado provisionalmente del pueblo de Tlaxcalilla y de San Luis por haber herido a fray Juan Larios. Ten�a en el Valle de San Francisco una hacienda de beneficio con ingenios de agua, para la que hizo una presa y puso 12 hornos de fundir, uno de afinar y un ingenio de moler metales, con todos los pertrechos necesarios; desde antes de 1602, dichas instalaciones trabajaban intensamente y dieron gran cantidad de plata. Form� una compa��a con Esteban de Acevedo, para trabajar las minas que posey� en Pe�ol Blanco y Sierra de Pinos. Con �l descubri� despu�s las minas de Guadalc�zar. Hacia 1610 estableci� otra hacienda de beneficio en el paraje de la Sauceda con 16 hornos de fundici�n y dos de afinar y dos ingenios de moler metales. En 1617 fund� en las minas del Palmar de Vega una hacienda de beneficio por azogue con cuatro ingenios de moler metales, de 10 y 11 mazos cada uno, con lavadero e incorporadero. Entre las minas que registr� en Guadalc�zar se contaba la Portuguesa, la m�s abundante y rica en metales. Tambi�n tuvo en Guadalc�zar hacienda de beneficio con hornos e ingenios. Desde 1597, cuando comenz� a fundir, hasta 1620, sac� entre todas sus haciendas de beneficio m�s de 250 000 marcos de plata. Ocup� el cargo de justicia mayor de las nuevas poblaciones de chichimecas y tlaxcaltecas. Muri� en 1622. Su hijo, Antonio de Arizmendi Gogorr�n, fue denunciado ante las autoridades por maltratar a sus indios y esclavos con el cepo y las prisiones que ten�a en la hacienda de la Sauceda, as� como por haber cometido asesinatos y otros excesos. El esp�ritu de empresa y la violencia se entrelazaron as� en la formaci�n de la sociedad minera.