La generaci�n de la independencia


De regreso a San Luis, la diputaci�n provincial abri� un gabinete p�blico de lectura y, en agosto de 1823, dispuso cambiar el cu�o de la moneda: las consignas fueron libertad en la ley y Rep�blica mexicana. Otras disposiciones tendieron a reafirmar la nueva conciencia ciudadana y, en las medidas pr�cticas, se preocuparon por la salud p�blica, un tema imperante ya en Europa.

En enero de 1824, con el establecimiento del sistema federal republicano, la provincia de San Luis Potos� qued� constituida en Estado Libre y Soberano de San Luis Potos� y eligi� su congreso, cuyo primer decreto, del 21 de abril de 1824, encomend� provisionalmente el poder ejecutivo, con el nombre de gobernador, al jefe pol�tico Jos� Ildefonso D�az de Le�n. Estos cambios se aparejaban a los del �mbito nacional. La nueva Constituci�n del pa�s se concluy� el 4 de octubre de 1824 e inaugur� la rep�blica federal, organizada en 19 estados y cuatro territorios. Guadalupe Victoria fue el primer presidente y Nicol�s Bravo, vicepresidente.

El primer gobernador de San Luis, Ildefonso D�az de Le�n, hab�a sido miembro de la Junta de Seguridad establecida en Real de Catorce para combatir, en 1811, al lego insurgente Viller�as. El 25 de marzo de 1827, la legislatura local lo ratific� como primer gobernador constitucional. Durante sus cinco a�os de gesti�n se preocup� principalmente por el mejoramiento de la ciudad, promovi� el empedrado y las banquetas de las calles y la provisi�n de agua potable con la obra que inici� en la Ca�ada del Lobo; adem�s, introdujo la imprenta oficial y fund� la Gasa de Moneda. A iniciativa suya y para conmemorar el 16 de septiembre, el Congreso expidi� la ley de 29 de agosto de 1827, por la que se otorg� la libertad a todos los esclavos residentes y todo aquel que tocara el territorio potosino, a costa de la hacienda del estado. Esta ley ten�a como antecedentes el decreto publicado por Hidalgo en Guadalajara en 1810 y uno expedido por el congreso general en 1824 que no tuvieron aplicaci�n pr�ctica.

Las condiciones que presentaba San Luis Potos� hacia 1824 se�alaron los l�mites en que habr�an de centrarse las preocupaciones de la administraci�n p�blica, tal como se muestra en el Manifiesto del Congreso Constituyente del Estado Libre y Soberano de San Luis Potos�, y en otros documentos oficiales de la �poca; en ellos se advierten los distintos ramos y su situaci�n. La escasa producci�n de minerales era un hecho que preocupaba; s�lo el mineral de Real de Catorce se hallaba en pleno labor�o debido a la inversi�n extranjera y a la instalaci�n de la primera m�quina de vapor para el desag�e de la rica mina de la Concepci�n. A los capitales espa�oles en la miner�a se sumaron los ingleses y se abrieron as� nuevas posibilidades de producci�n, sin que esto beneficiara a los trabajadores del sector.

El gobernador D�az de Le�n busc� fomentar la agricultura mediante el traspaso en favor del estado de las haciendas de Amoles y el Buey, pertenecientes a la Obra P�a de las Californias; pero la solicitud fue denegada. Se apreciaban ya por parte de las autoridades serios problemas en el campo: la existencia de grandes propiedades en pocas manos que presentaban grandes extensiones sin cultivar, y, a la vez, el elevado n�mero de jornaleros que recib�an escasos salarios. Estas desigualdades se convirtieron en focos de sublevaci�n campesina ind�gena en distintos sitios del territorio potosino durante el siglo XIX.

Las autoridades potosinas resaltaban en sus reflexiones y discursos la ubicaci�n geogr�fica del estado, al que ve�an como un lugar estrat�gico para el comercio; reconocieron que los principales obst�culos para su desarrollo era la falta de caminos y de transportes apropiados y la inseguridad. No obstante, San Luis se convirti� en un centro econ�mico y mercantil importante para los estados vecinos. Se establecieron v�nculos econ�micos con la regi�n de Monclova y Saltillo en torno a la producci�n de textiles y algod�n. La refundaci�n de Tampico en abril de 1823 reactiv� el comercio por el camino de Valles hacia el interior del pa�s. Sin embargo, no podemos dejar de mencionar el contrabando de productos europeos y estadounidenses introducido por los puertos de Altamira y P�nuco, en combinaci�n con los comerciantes m�s importantes de la regi�n; la recaudaci�n de las alcabalas se resent�a notablemente por ello. La carretera a Tampico se consideraba una necesidad apremiante y tambi�n se insist�a en la apertura de una v�a m�s eficiente y segura a Quer�taro y Guanajuato.

Los art�culos manufacturados como zapatos, corambres, rebozos, mantas, frazadas, herramientas, barro en loza, papel, etc., continuaban fabric�ndose mediante procedimientos artesanales; por ello, de acuerdo con su modo de producci�n, s�lo podr�amos se�alar como actividades industriales preponderantes a la miner�a, los textiles, la industria vin�cola y la tabacalera.

Uno de los problemas que afectaban seriamente a la poblaci�n era el de las epidemias; por ejemplo, las de 1808 y 1820 resultaron devastadoras. Durante la d�cada de los veinte, en el departamento de Rioverde se declar� una epidemia de fiebres perniciosas y a mitad de la d�cada brot� otra de sarampi�n en todo el estado; para atenderlas, se enviaron m�dicos desde la ciudad de San Luis. Los m�dicos titulados en estos a�os eran escasos y con frecuencia era necesario recurrir a la atenci�n que pod�an prestar los m�dicos emp�ricos y los no titulados. Para mejorar sus servicios, el Hospital de San Juan de Dios qued� a cargo del Ayuntamiento de la capital hacia 1827. Tambi�n en estos a�os surgi� la preocupaci�n por mejorar las condiciones de urbanizaci�n de pueblos y ciudades desde el punto de vista de la salud p�blica. El gobierno tuvo que convencer a los habitantes del beneficio de las medidas, entre ellas, aquella que propon�a que se construyeran corrales en el interior de las viviendas, con el objeto de que los cerdos y las gallinas dejaran de pulular por las calles.

La falta de establecimientos adecuados para la instrucci�n p�blica se consideraba uno de los mayores retos del estado. El gobernador D�az de Le�n pidi� a todos los ayuntamientos la instalaci�n y dotaci�n de escuelas de primeras letras. No todos los ayuntamientos pudieron cumplir con esta orden; sin embargo, en la Memoria con que el Gobierno del Estado Libre y Soberano de San Luis Potos� dio cuenta a la 2a. Legislatura, de 1829, se afirma que hay 11 escuelas en las distintas poblaciones cercanas a la ciudad de San Luis Potos�, en donde el n�mero de escuelas hab�a crecido de dos a 27. Vale la pena mencionar que el mismo documento registra que en Tamazunchale hab�a 10 escuelas de esta naturaleza, nueve en Matehuala, ocho en Armadillo, una en Tequisquiapan, una en Catorce, una en Charcas y una en Tancanhuitz. El gobernador se propuso fundar una escuela de instrucci�n superior en el local que ocup� el colegio de los jesuitas, convertido en cuartel. El llamado Colegio Guadalupano Josefino Sanluisense se inaugur� el 2 de junio de 1826. Su rector fue Manuel Mar�a de Gorri�o y Arduengo. Este colegio, m�s all� de su estructura religiosa, fue la semilla del Instituto Cient�fico y Literario de San Luis, antecedente de la Universidad.

El primer gobierno republicano de San Luis manifest� su inter�s por la importante tradici�n art�stica del estado. Durante su mandato, entre 1825 y 1827 se construy� el Teatro Alarc�n, de b�veda plana y de acuerdo con el proyecto del arquitecto Francisco Eduardo Tresguerras, quien dej� adem�s otras obras en la ciudad de San Luis Potos�: el retablo mayor de la iglesia del Carmen, la columna de la Independencia que adorn� por varios a�os la plaza mayor y las b�vedas planas del cuartel de artiller�a que desapareci� en 1861, cuando se abri� la calle de Reforma. Hab�a m�sicos muy buenos no s�lo en San Luis, en donde destacaba la orquesta de los hermanos Zavala, sino en todas las poblaciones de proporciones regulares. El primer peri�dico potosino, del que no se conservan ejemplares, El Mexicano Libre Potosinense sali� a la luz en 1827; al a�o siguiente comenz� a publicarse El Tel�grafo Potosinense, que en su mismo nombre se�ala las aspiraciones de modernidad del nuevo proyecto republicano.

El r�gimen de D�az de Le�n fue un ejemplo de que la Independencia y el proyecto republicano comenzaron a materializarse en obras de beneficio comunitario; se hab�a dejado atr�s la actitud de subordinaci�n a la metr�poli. Estos primeros a�os de independencia ense�an una voluntad por invertir y desarrollar los recursos en la propia regi�n, ya sin el peso de la dominaci�n espa�ola. Este horizonte promisorio no tard� en desvanecerse ante las pugnas internas que minaron el pa�s.


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