Del caudillismo al cacicazgo


La segunda mitad del a�o de 1929 no estuvo exenta de conflictos importantes. La campa�a que emprendi� en julio Jos� Vasconcelos como candidato a la presidencia de la rep�blica por el Partido Antirreeleccionista, frente a Pascual Ortiz Rubio, candidato del reci�n fundado Partido Nacional Revolucionario (PNR), signific� una amenaza pol�tica seria para el proyecto de Plutarco El�as Calles. La representaci�n civil se levantaba ante el poder pol�tico militar. Vasconcelos fue cuidadoso de no alentar una rebeli�n militar; su propuesta era c�vica y aspiraba al cambio por la v�a electoral.

John Skirius advierte que "se estaba evidenciando que la clase media de las ciudades, sobre todo la cat�lica, era en su inmensa mayor�a partidaria de Vasconcelos". Su propuesta de un gobierno en manos de civiles que aplicara un nacionalismo econ�mico para evitar la absorci�n del pa�s por parte de los estadounidenses, el derecho de la mujer al sufragio, la libertad religiosa y el fortalecimiento del municipio libre eran postulados que compart�an sectores de la sociedad potosina, particularmente aquellos vinculados a la Universidad y a la ciudad de San Luis Potos�. El proceso electoral, como las elecciones mismas, estuvieron cargadas de violencia. Vasconcelos mismo acus� a Gonzalo N. Santos de haber asesinado, en la ciudad de M�xico, a simpatizantes de su campa�a, entre ellos al estudiante Germ�n del Campo. En esas elecciones el poder que se aglutinaba en torno a Calles cont� con el apoyo del gobierno norteamericano y con la lealtad de los principales jefes militares del pa�s. Los resultados de la rebeli�n escobarista hab�an sido una lecci�n reciente; la muerte del general Gorostieta y la paz alcanzada con las autoridades eclesi�sticas del pa�s pon�an fin a la guerra cristera. La fundaci�n del PNR, que para el presidente saliente Emilio Portes Gil buscaba "disciplinar las tendencias divergentes de los grupos regionales", era el primer paso org�nico de centralizaci�n, en el cual se hab�a comprometido Saturnino Cedillo y al que se tuvo que enfrentar Vasconcelos en su campa�a de 1929. La v�a electoral le hab�a sido cerrada y �l mismo hab�a descartado las opciones armadas. Sus simpatizantes se dispersaron. Skirius registra como participantes en su campa�a, entre otros, a Vicente Lombardo Toledano, Manuel G�mez Mor�n, Manuel Moreno S�nchez y Adolfo L�pez Mateos. El autor de Jos� Vasconcelos y la cruzada de 1929 escribi�: "El descontento contra Calles y Rubio no va a triunfar por fuera sino por dentro con C�rdenas"

En San Luis Potos�, a pesar de las simpat�as que la campa�a de Vasconcelos tuvo entre sectores medios y universitarios, la presencia de Cedillo y su reciente papel en el conflicto cristero aseguraron el triunfo del candidato del PNR, Ortiz Rubio. Ankerson afirma que "en las elecciones de 1929 Cedillo ech� mano de su control del estado para asegurar el voto casi un�nime en favor de Ortiz Rubio".

A cambio de esa alianza, Cedillo puso a su gente en los principales cargos del estado: gobierno, Congreso, autoridades municipales eran asignados por �l. En palabras de un universitario de esos a�os, las simpat�as de los estudiantes por Vasconcelos representaban "la repulsa de un oasis de cultura hacia un mar de barbarie". En realidad, era la expresi�n del campo gobernando la ciudad, de los peque�os propietarios del medio rural, de los jornaleros y campesinos que hab�an encontrado en el proceso de los movimientos armados que se originaron en 1910 una alternativa de cambio social y pol�tico, como en la ya mencionada novela Tierra caliente (1935), de Ferretis. Otros novelistas potosinos tambi�n registraron esa movilidad social que produjo la Revoluci�n, como Agust�n Vera en La revancha (1930) y Jos� Mar�a D�vila en El m�dico y el santero (1947). Lo cierto es que el general Cedillo hab�a demostrado en ese a�o de 1929 un instinto pol�tico que le permiti� fortalecer su dominio regional sin debilitar sus v�nculos nacionales. �l fue una pieza fundamental para contener la rebeli�n cristera a la vez que se convirti� en protector de los cat�licos que buscaron refugio en San Luis Potos�. Fue gobernador constitucional del estado de 1927 a 1931, el primero de los gobernadores posrevolucionarios en terminar su periodo. Unicamente durante un mes y medio se ausent� para ocupar; en 1931, el cargo de secretario de Agricultura y Fomento en el gabinete de Ortiz Rubio. Su periodo de mayor fuerza coincide con el de Plutarco El�as Calles que, entre 1929 a 1934, fue conocido como el "jefe m�ximo".

El poder de Cedillo era anterior al que conformar�a en el PNR. Su fuerza no estaba en la burocracia que comenzaba a expandirse ni en los sindicatos obreros que se organizaban en las ciudades, sino en sus campesinos que formaban las colonias agr�colas militares, as� como en los ejidatarios de la entidad. Durante la d�cada de los veinte demostr� su funci�n estrat�gica: poder regional al servicio del poder central. Su ej�rcito privado era para esos a�os una excepci�n, justificada por los acontecimientos nacionales recientes, por su lealtad primero a Obreg�n y despu�s a Calles. A sus hombres m�s cercanos los ubic� en los puestos claves en la toma de decisiones del gobierno en San Luis Potos�. Ankerson afirma: "En lugar de incorporar sus huestes a la m�quina urbana del partido, llev� al gobierno del estado la atm�sfera de los municipios rurales de la que proven�an �l y su gente". La capital formal estaba en San Luis Potos�, la real en Ciudad del Ma�z, particularmente en su hacienda de Palomas. Desde ah� ejerc�a el poder como un patriarca campesino. No ten�a un programa de gobierno que impulsara las obras p�blicas y atend�a solicitudes personales, resolv�a peticiones, apostaba por determinadas alianzas; su horizonte rural y espec�ficamente el de su localidad no dej� de estar presente. �l y su gente cercana eran el mejor ejemplo de que la Revoluci�n pas� por San Luis Potos�. A diferencia de Villa y Zapata, hab�a sobrevivido y comenzaba a participar en un mundo que en apariencia no cambiaba pero cuyas veloces modificaciones estaban a punto de atraparlo.

Ankerson rescata algunos rasgos de sus principales colaboradores que subrayan ese localismo agrario que manifestaba su autoridad. Ildefonso Turrubiartes, que fue gobernador (1931-1935) y uno de sus amigos m�s cercanos, era analfabeta; Mateo Hern�ndez Netro, que fue gobernador de 1935 a 1938 por decisi�n suya, hab�a sido trabajador de una hacienda, al igual que Marcelino Z��iga y Vicente Segura, que fueron presidentes municipales de San Luis Potos�. Uno de sus guardaespaldas, Luis L�rraga, fue miembro del Congreso del estado por nueve a�os; su sobrino Hip�lito Cedillo fue presidente municipal de San Luis Potos� en 1934. Otro militar importante, cercano colaborador suyo, fue Lamberto Hern�ndez, quien lleg� a ser senador y jefe del departamento central del gobierno federal. El gobierno de San Luis Potos� que iniciaba la d�cada de 1930, dominado por Cedillo, era excepcional por la composici�n social de sus autoridades. La �lite porfirista ilustrada que gobern� el estado a fines del siglo XIX y principios del XX qued� bajo los escombros de la lucha armada, al igual que la clase media a�n modesta y dividida por su cultura cat�lica y cuya participaci�n radical en los gobiernos posteriores al triunfo constitucionalista s�lo se expres� en los gobiernos de Nieto y de Manrique para subordinarse despu�s al poder agrario que encarnaban Cedillo y sus huestes.

Los obreros comenzaron a aglutinarse en torno al PNR y desde all� buscaron que escucharan sus demandas autoridades ajenas a sus propios procesos de organizaci�n, intereses y trabajo.

Lenguajes distintos compart�an el mismo espacio en el que la l�gica de lo local se impuso al �mbito estatal. As� lo muestran los nombramientos que promovi� esa clase pol�tica que gobern� a su amparo el estado potosino de 1926 a 1936.

El caudillo agrarista que se hab�a convertido en el cacique potosino, el jefe de ej�rcitos que gan� batallas, al principio con sus t�cticas guerrilleras, posteriormente con sus fuerzas regulares, defin�a la pol�tica local a su arbitrio desde su lugar de origen, la hacienda de Palomas. Mandaba sobre un territorio que reproduc�a una estructura de poder: decenas de caciques en el ejercicio de la autoridad. Mientras en la ciudad de M�xico se intensificaba el proceso centralizador y la institucionalidad pol�tica, en San Luis se reforzaban los v�nculos entre los diversos jefes que controlaban los municipios y depend�an de la voluntad pol�tica de Cedillo. Cedillo tomaba dinero para sus gastos particulares directamente del erario p�blico, una pr�ctica que si bien no era excepcional en esos a�os se sum� en su caso a la ausencia de una pol�tica p�blica que dirigiera el uso de los recursos gubernamentales. Esta conducta le provoc� serios problemas. En 1931, los maestros de la capital del estado se quedaron sin sueldo; el gobierno no ten�a para pagarles. En Los rebeldes vencidos. Cedillo contra el estado cardenista Carlos Mart�nez Assad se�ala que "como consecuencia de la crisis econ�mica por la que atravesaba el pa�s, �ste era un problema m�s o menos generalizado que incluso alcanz� a los maestros universitarios". Sin embargo, los educadores potosinos iniciaron una huelga y exigieron reivindicaciones. La represi�n no tard� y se clausur� la imprenta donde se editaron las demandas laborales a la vez que se remplaz� a los maestros huelguistas. La Confederaci�n Nacional de Organizaciones Magisteriales (CNOM) apoy� a los maestros potosinos y dio a conocer su lucha en la ciudad de M�xico, a donde se dirigieron los huelguistas. El gobernador Turrubiartes, de com�n acuerdo con Cedillo, impidi� la marcha y arrest� a varios maestros. Algunas mujeres fueron trasladadas a la c�rcel de Guadalc�zar y los hombres fueron llevados a Palomas para que trabajaran en los caminos y las propiedades de Cedillo. Obreros y estudiantes se movilizaron en San Luis Potos� y protestaron ante las puertas del Palacio de Gobierno. En la ciudad de M�xico la noticia provoc� una enorme indignaci�n. Calles orden� que se pusiera en libertad a los detenidos y el gobierno federal envi� recursos al gobierno de San Luis para pagar a los maestros. Mart�nez Assad indica que "la soluci�n del conflicto magisterial en San Luis Potos� se atribuy� finalmente a la influencia de Calles, quien siempre mantuvo ascendiente importante sobre Cedillo, pero �ste hab�a logrado atraer la antipat�a de actores pol�ticos que actuar�an en su contra m�s adelante. El sector magisterial de avanzada en el pa�s y la prensa nacional ser�an posiblemente los m�s importantes". La huelga de los maestros anticip� la naturaleza de los conflictos que ir�an erosionando el poder cedillista: los trabajadores organizados apoyados por la clase pol�tica del centro confrontaron el ejercicio de su mando en San Luis Potos�. Cedillo proven�a de una cultura campesina en un estado donde los trabajadores agr�colas sumaban el 83% de la fuerza laboral total, mientras los trabajadores industriales y mineros alcanzaban el 16%. Estos �ltimos sufrieron las consecuencias de la depresi�n econ�mica de 1929 ante la ca�da de los precios de los minerales, as� como el retorno de cientos de trabajadores que hab�an emigrado a los Estados Unidos. Los cedillistas no tuvieron pol�tica econ�mica alguna que proponerles para mitigar su situaci�n. Potencialmente eran los aliados de quien se enfrentara al poder del general Saturnino Cedillo. En el campo, que era su territorio natural de dominio, se hab�an realizado cambios importantes, 811 800 hect�reas se repartieron para dotar al 25% de los trabajadores agr�colas. A principios de los treintas, se consideraba que San Luis Potos� ten�a el mayor n�mero de ejidatarios de los 11 estados del norte y ocupaba el tercer sitio entre los estados con mayor reparto de tierras. Las tierras iban acompa�adas de una condici�n: servir como soldados cuando se les requiriera. Ankerson registra: "En 1929, cuando un funcionario de la CNA pregunt� a los habitantes de Milpitas, cerca de R�o Verde, por qu� no quer�an tierras, respondieron que se deb�a a 'la certeza de que con la tierra iban a adquirir tambi�n la obligaci�n de servir al gobierno con las armas en la mano y no estaban dispuestos a ser soldados"'.

En este periodo, en el que coinciden Calles y Cedillo, Gonzalo N. Santos aprovechar�a el apoyo del militar potosino para formar sus v�nculos en la capital del pa�s y servir como operador de la nueva organizaci�n pol�tica, el PNR. Sin descuidar los dominios familiares en la Huasteca, pero respetando y subordin�ndose a la autoridad de Cedillo, Santos hizo una eficaz carrera pol�tica entre la nueva burocracia y clase pol�tica que comenzaba a gobernar el pa�s. Cuidadoso durante los primeros a�os de los treinta, no disput� a Cedillo los espacios pol�ticos en el estado. En 1932 los candidatos del PNR ganaron las elecciones locales sin mayores obst�culos, todos con el aval del general Saturnino Cedillo. El �nico espacio de poder local que tuvo fricciones con su dominio fue el poder judicial, que en 1933 decidi� suspender sus tareas como respuesta a la intromisi�n del gobernador Turrabiartes. Cedillo se mantuvo en el papel de gran �rbitro; detr�s de las arbitrariedades de los suyos, aparec�a para solucionar los problemas cuando se agudizaban; �ste era el ejercicio cotidiano de su cacicazgo.

El presidente Ortiz Rubio (1930-1932) fue sustituido por el general Abelardo Rodr�guez (1932-1934). Estos cambios eran consecuencia de las pol�ticas del jefe m�ximo, Plutarco El�as Calles. Ese a�o de 1932 fue conflictivo ya no s�lo en los aspectos pol�ticos, sino sobre todo en los econ�micos. Las ca�das de los precios afectaron las econom�as sostenidas en la miner�a y la agricultura, como la potosina. En esas condiciones, el gobierno central pretendi� reactivar la pol�tica agraria y cre� el Departamento de Asuntos Agrarios y Colonizaci�n; adem�s, el PNR dio a conocer un Plan Sexenal (1934-1940), que fijaba los grandes lineamientos a seguir en todo el pa�s. En la implantaci�n de medidas m�s radicales en el campo particip� un pol�tico potosino que hab�a sido afectado por el mismo Cedillo, Graciano S�nchez, colaborador del ex gobernador Aurelio Manrique. Graciano S�nchez promov�a la candidatura para la presidencia de la rep�blica de alguien que impulsara la reforma agraria. Cedillo no descuid� su participaci�n en la elecci�n del candidato del PNR a la presidencia y, descart�ndose �l mismo, ofreci� su apoyo al general L�zaro C�rdenas, aval� su candidatura ante Calles y junto con Portes Gil celebr� un congreso agrario en San Luis Potos� para lanzar a C�rdenas. Ankerson apunta con acierto: "Empezaba la era del pol�tico del sistema y del bur�crata agrarista, personificados en figuras como Gonzalo Santos y Graciano S�nchez. En este contexto, la forma de gobierno de Cedillo en San Luis Potos�, sumamente personal e informal [...] empezaba a ser incongruente".

General en su tierra y soldado del poder central, �cu�l pod�a ser su suerte y la de los suyos que hab�an convertido a San Luis en la hacienda de Palomas? Los campesinos lo segu�an. Los obreros lo ve�an con distancia. En palabras de un obrero tejedor: "Cedillo era un simple campesino, ignorante. En el fondo era buena gente pero no ten�a visi�n"; y un trabajador minero recordaba que "se ocup� de los agraristas, a los trabajadores no los quer�a". Las clases medias cat�licas y los escasos empresarios locales y extranjeros lo aceptaban, ya que su pol�tica no era hostil con ellos, como suced�a en otros estados, pero tampoco confiaban en �l; en todo caso, contemporizaban y si pod�an lo usaban: ah� estaban Cedillo y los suyos y no hab�a otra alternativa. Su "rusticidad" serv�a para el anecdotario de los habitantes de la capital potosina y para ejemplificar las distancias culturales, las fracturas pol�ticas y la escasa vida institucional.


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