La Intendencia de Arizpe


Otra de las reformas impulsadas por Jos� de G�lvez fue la implantaci�n en la Nueva Espa�a de una instituci�n de origen franc�s, la intendencia, cuyo principal objetivo era aumentar el control de la administraci�n de todas las provincias, tanto en la recaudaci�n de impuestos como en el fomento de las actividades productivas de cada regi�n, de modo que el resultado final fuera el incremento de ingresos de la Real Hacienda. La primera intendencia erigida en la Nueva Espa�a fue la de Arizpe, en el a�o 1770, y esta ciudad fue la sede del intendente. El catal�n Pedro Corbal�n fue nombrado intendente provisional mientras el rey confirmaba el plan de De G�lvez y otorgaba los nombramientos definitivos.

La Intendencia de Arizpe sirvi� como laboratorio para adecuar la instituci�n a las circunstancias de la colonia. Cuando Corbal�n inici� su gesti�n tuvo muchos problemas, como la falta de un reglamento que se�alara sus funciones con precisi�n y los conflictos con el gobernador de Sinaloa y Sonora, porque ambos actuaban en el mismo territorio, no estaban delimitadas las funciones de cada uno e incluso hab�a confusi�n sobre qu� autoridad era superior, la del gobernador o la del intendente. Estos problemas se resolvieron cuando se decidi� que los cargos de intendente y de gobernador recayeran en la misma persona. M�s tarde, en 1786, el rey promulg� la "real ordenanza para el establecimiento e instrucci�n de intendentes de ej�rcito y provincia en el Reino de la Nueva Espa�a". Ese a�o se extendi� a todo el virreinato el sistema de intendencias; se erigi� una intendencia general en la ciudad de M�xico y 10 de provincia que, adem�s de la de Arizpe, fueron las de M�rida, Veracruz, Oaxaca, Puebla, Guanajuato, Guadalajara, Valladolid (Morelia), San Luis Potos�, Zacatecas y Durango.

La real ordenanza de 1786 modific� profundamente la organizaci�n pol�tica y administrativa de la Nueva Espa�a. De hecho, desapareci� la antigua divisi�n en reinos, gobernaciones y provincias e incluso la figura del virrey qued� muy limitada. La nueva divisi�n territorial estaba pensada en funci�n de la mejor administraci�n de las regiones y en cada intendencia hab�a una �nica autoridad superior en la persona del intendente. La ordenanza indicaba que �ste ten�a competencia en cuatro ramos: justicia, hacienda, guerra y "polic�a". El intendente era juez supremo en su territorio, pero supeditado a la correspondiente audiencia. En Arizpe, la dependencia era de la Audiencia de Guadalajara. En el ramo de hacienda el intendente ten�a injerencia en todos los asuntos fiscales y de gastos p�blicos, pero nominalmente estaba subordinado al intendente general de M�xico. En el ramo de guerra estaba sujeto al comandante general, y s�lo si era militar pod�a ejercer a plenitud su autoridad en este ramo; si no lo era, sencillamente se ocupaba de los asuntos administrativos del ej�rcito. El ramo de polic�a, que hoy llamar�amos "de Fomento", consist�a en ejercer las acciones convenientes para estimular las actividades productivas del territorio, es decir, fortalecer la econom�a para hacer crecer la recaudaci�n fiscal. La ordenanza preve�a que las intendencias se subdividieran en partidos, con un subdelegado como autoridad principal, que ten�a las mismas atribuciones del intendente, pero dentro de su partido. Tanto el intendente como el subdelegado ten�an prohibido inmiscuirse en asuntos de comercio, pues se deseaba eliminar la mala imagen que los alcaldes mayores y algunos gobernadores hab�an dejado en la poblaci�n por estar coludidos con comerciantes.

La Intendencia de Arizpe, que es la que directamente nos interesa porque territorios que hoy son de Sinaloa formaron parte de su jurisdicci�n, fue erigida por De G�lvez en 1770, pero qued� consolidada hasta 1777 cuando Pedro Corbal�n reuni� en su persona los nombramientos de intendente y gobernador, cargos que ya no se separaron. El territorio de la Intendencia de Arizpe fue el mismo de la antigua gobernaci�n de Sinaloa y Sonora, pero la subdivisi�n en partidos no fue la misma que antes. En 1787 hab�a en esta intendencia 11 partidos, a saber: Cieneguilla, San Antonio de la Huerta, Ostimuri, �lamos, El Fuerte, Sinaloa, Culiac�n, Cosal�, Copala, Maloya y El Rosario. Cada partido tom� el nombre de la poblaci�n, villa o real de minas en donde resid�a el subdelegado (mapa VI.1).




En �ste mapa de 1787, estaba la intendencia de Arizpe, que fue el mismo de la antigua gobernaci�n de Sinaloa y Sonora. Hab�a 11 partidos, y cada uno tom� el nombre de la poblaci�n, villa o real de minas.
Partidos

1.- Cieneguilla
2.- San Antonio de la Huerta
3.- Ostimuri
4.- �lamos
5.- El Fuerte
6.- Sinaloa
7.- Culiac�n
8.- Cosal�
9.- Copala
10.- Maloya
11.- Rosario





MAPA VI.1 La intendencia de Arizpe en 1787.

A Pedro Corbal�n toc� la tarea de organizar la Real Hacienda en la intendencia, porque no hab�a en las provincias del noroeste ninguna dependencia de este organismo fiscal. Durante la visita de Jos� de G�lvez se inici� el establecimiento de los estancos y el mismo visitador fund� nominalmente, en 1769, la Real Caja de �lamos. Corbal�n puso en funcionamiento la caja para que quintaran sus metales todos los mineros de la intendencia y para la distribuci�n del azogue, que tambi�n era estanco del rey. Los mineros del sur de la intendencia no aceptaron esta disposici�n porque se les obligar�a a viajar a �lamos para quintar sus metales, pero su plata sal�a hacia M�xico y era m�s f�cil quintarla en Guadalajara o en la misma capital del virreinato. En atenci�n a las objeciones de los mineros de El Rosario, las autoridades superiores acordaron trasladar la Real Caja a El Rosario y establecer en Arizpe una pagadur�a, esto es, una oficina subalterna de la Real Caja, cuya principal funci�n era atender al pago de los situados de los presidios y de los s�nodos de los misioneros. La Real Caja de El Rosario empez� a funcionar en 1783, mientras que la pagadur�a de Arizpe lo hizo desde 1780.

CUADRO VI.1. Intendentes de Arizpe
Tabla de los sucesores de Pedro Corbal�n, que consolidaron la estructura de la Real Hacienda. Y se empe�aron en el cobro de los impuestos.

Los sucesores de Pedro Corbal�n consolidaron la estructura de la Real Hacienda. La administraci�n principal de los estancos reales estaba en la Real Caja de El Rosario, pero ten�a ocho administraciones subalternas, que en 1790 eran las de Arizpe, San Miguel de Horcasitas, San Antonio de la Huerta, Cieneguilla, �lamos, Sinaloa, Culiac�n y Cosal�. Para estas fechas hab�an aumentado los ramos fiscales manejados en la intendencia, pues ahora eran tabaco, p�lvora, naipes, papel sellado, alcabalas, sal, mezcal, correo, diezmos, reales quintos, media anata, tributos y azogue. El tabaco, la p�lvora, los naipes, la sal y el azogue eran productos monopolizados por el rey, como ya se dijo: estaban "estancados" y s�lo la administraci�n correspondiente pod�a producir y comercializar estas mercanc�as. El papel sellado consist�a en hojas con el sello del rey que deb�an usarse en todo asunto p�blico, so pena de invalidez de las gestiones. La alcabala era un impuesto al comercio y consist�a en el pago de un porcentaje del valor de las mercanc�as introducidas a la Intendencia. S�lo en algunas intendencias estaba permitida la producci�n y venta de mezcal y aguardiente, entre ellas la de Arizpe, pero por cuenta del rey. El diezmo era un impuesto eclesi�stico que consist�a en donar a la iglesia la d�cima parte de los productos agr�colas y pecuarios; en el noroeste no se hab�a cobrado por ser indios de misi�n la mayor parte de los productores, pero hecha la secularizaci�n de las misiones tanto los indios como los mulatos y mestizos deb�an pagarlo, as� como el tributo; el diezmo lo cobraba la Real Hacienda. El correo era un servicio p�blico operado por el gobierno, y quienes lo usaban pagaban el correspondiente derecho. De los impuestos del real quinto de los mineros y la media anata de los funcionarios reales ya hemos hablado. El tributo era un impuesto personal que pagaban los indios, mulatos y mestizos como reconocimiento del vasallaje que deb�an al rey de Espa�a.

Es indudable que los intendentes de Arizpe pusieron mucho empe�o en la estructuraci�n de la Real Hacienda y en el cobro de los impuestos, ya que �sta era una de sus funciones esenciales. Efectivamente, entre 1767 y 1821 se cre� una infraestructura fiscal que antes no exist�a y se inici� la tarea de acostumbrar a los pobladores a pagar impuestos que antes no pagaban. De los ramos fiscales citados s�lo se pagaban con regularidad los reales quintos de los mineros y la media anata de los funcionarios del rey, as� como los derechos sobre el azogue, ya que s�lo la Real Hacienda lo importaba y lo distribu�a. Los dem�s cobros se impusieron poco a poco y vencieron muchas resistencias de la poblaci�n, especialmente de los antiguos indios de misi�n que elud�an el pago del diezmo y del tributo. Fue en este ramo donde menos se logr�, excepto en Culiac�n, porque aqu� el tributo se cobraba desde el siglo XVI.

Algunos historiadores piensan que el excesivo crecimiento del aparato burocr�tico necesario para cobrar los impuestos fue m�s costoso que el producto de la recaudaci�n. En un estudio reciente titulado La aplicaci�n regional de las reformas borb�nicas. Sonora y Sinaloa, 1768-178 7, el historiador Ignacio del R�o examina a profundidad este asunto para concluir que la reforma fiscal s� rindi� beneficios a la Real Hacienda, pues una regi�n que antes recib�a subsidios de �sta se transform� en autofinanciable, aunque se trataba de una intendencia con grandes gastos militares ocasionados por los presidios fronterizos que, adem�s, eran improductivos desde el punto de vista econ�mico.


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