Las provincias y el Imperio de Iturbide


El periodo en la vida pol�tica de M�xico independiente que corre del triunfo del movimiento trigarante (27 de septiembre de 1821) a la proclamaci�n de la primera rep�blica federal (20 de diciembre de 1823), estuvo dominado por la actividad de los pol�ticos provinciales de todo el pa�s, a quienes la constituci�n espa�ola dot� de los instrumentos aptos para la acci�n, que fueron el ayuntamiento y la diputaci�n provincial. En febrero de 1822, la junta Provisional Gubernativa expidi� la convocatoria para que se reuniera el Congreso constituyente que dar�a cumplimiento al Plan de Iguala, y fue �sta la oportunidad para que los grupos prominentes de cada provincia eligieran a los diputados que representar�an sus intereses en el Congreso nacional. Por primera vez en la historia de esta sociedad, los grupos provinciales ten�an representaci�n para alegar en favor de sus intereses y participar de alguna manera en las decisiones que afectar�an toda la naci�n. El Congreso qued� instalado el d�a 24 del mismo mes, y es de notar que desde la primera sesi�n los pol�ticos provinciales reclamaron para el Congreso la soberan�a nacional que detentaba la junta Provisional Gubernativa. Hab�a tres tendencias principales entre los diputados constituyentes: los borbonistas, que deseaban ver en el trono mexicano a un pr�ncipe de la casa de Borb�n; los iturbidistas, que quer�an entronizar a su l�der Agust�n de Iturbide, y los republicanos, que rechazaban el Plan de Iguala y quer�an implantar el r�gimen republicano. A finales de febrero, las cortes espa�olas repudiaron el Tratado de C�rdoba, con lo que qued� eliminada la opci�n de traer un pr�ncipe espa�ol, y qued� definitivamente consumada la separaci�n pol�tica entre M�xico y Espa�a.

En mayo de 1822, por medio de motines y de presiones militares, Iturbide se hizo del trono con el t�tulo de emperador de M�xico, e inici� su gobierno en pugna con el Congreso, al que disolvi�, y dispuso el encarcelamiento de los diputados que se opon�an al caudillo. Surgieron varias insurrecciones en las provincias, que fueron sofocadas por el ej�rcito, excepto la que encabez� Antonio L�pez de Santa Anna en Veracruz, pues este militar lleg� a un entendimiento con el general Ech�varri, quien comandaba las fuerzas imperiales que lo combat�an. Por acuerdo de ambos jefes se proclam� el Plan de Casa Mata el 1� de febrero de 1823, que desconoc�a el Imperio y ped�a la reuni�n de un nuevo Congreso constituyente. Los sublevados enviaron su propuesta a las diputaciones provinciales y solicitaron su adhesi�n. En el curso de s�lo seis semanas el Plan de Casa Mata hab�a llegado a lugares remotos, como Texas, y se hab�an adherido casi todas las provincias. En cuanto una diputaci�n provincial aceptaba el Plan de Casa Mata, se retiraba de la obediencia al gobierno imperial y asum�a la actitud de poder soberano dentro de su provincia. Agust�n de Iturbide qued� aislado sin m�s apoyo que la ciudad de M�xico y algunas fracciones del ej�rcito, por lo que reinstal� el disuelto Congreso constituyente, abdic� a la corona y se expatri� en marzo de 1823.

Un aspecto muy interesante de estos acontecimientos fue la conjunci�n de las ideas e intereses de los pol�ticos provinciales, que pareci� responder a un acuerdo anterior entre ellos. Lucas Alam�n, quien fuera testigo presencial de los hechos, sugiere que en todo este movimiento hubo la decisiva intervenci�n de las logias mas�nicas, s�lidamente establecidas en las provincias, que actuaron como transmisoras de la informaci�n y unificadoras de los criterios pol�ticos. Si, como suponen algunos historiadores, el movimiento de Iguala que encumbr� a Iturbide y el de Casa Mata que lo derroc�, fueron concebidos y ejecutados por las logias mas�nicas, estos hechos ser�an m�s comprensibles.

Para el caso de la diputaci�n provincial de Arizpe todav�a no tenemos estudios suficientes para conocer su participaci�n en este movimiento general de las provincias en contra del centro. Sabemos que Juan Miguel Riesgo fue el diputado representante de la provincia de Sonora y Sinaloa en el Congreso constituyente, pero no conocemos m�s de su actuaci�n pol�tica. Pero si el movimiento fue dirigido y animado por los masones, lo m�s probable es que la diputaci�n provincial de Arizpe haya tenido una actuaci�n semejante, porque tambi�n aqu� la masoner�a estaba bien establecida. Este movimiento pol�tico de las provincias contrasta con la situaci�n que ordinariamente viv�an en el tiempo de la Colonia, pues de entidades subordinadas al gobierno central de M�xico se erigieron en provincias aut�nomas para frustrar un proyecto que promet�a continuar el esquema colonial.

Destruido el Imperio de Iturbide, las provincias aut�nomas nombraron nuevos diputados al segundo Congreso constituyente, muchos de los cuales llegaron con la instrucci�n de pugnar por el establecimiento de un r�gimen republicano que protegiera la autonom�a que, de hecho, las provincias ya hab�an logrado. As� el 20 de diciembre de 1823, estas diputaciones provinciales votaron por la implantaci�n de la rep�blica federada.

Entre la abdicaci�n de Iturbide y la aceptaci�n de la rep�blica federal ocurrieron en el noroeste algunos sucesos que fueron la expresi�n de la situaci�n pol�tica que se viv�a en la provincia de Sonora y Sinaloa. Al menos desde mediados del siglo XVIII, hubo en la regi�n quienes opinaran que el territorio de la gobernaci�n —y despu�s de la intendencia— era demasiado grande para que lo atendiera un solo gobierno, as� que propon�an su divisi�n en dos provincias, la de Sonora y la de Sinaloa, para que se rigieran de manera separada. Estas ideas se debatieron nuevamente en 1822 y 1823, tanto en el noroeste como en la capital, de modo que llegaron al primer Congreso constituyente, ya reinstalado, el cual decret� la separaci�n de Sonora y Sinaloa el 19 de junio de 1823 y autoriz� la elecci�n de sendas diputaciones provinciales, la de Sonora con sede en Ures y la de Sinaloa con residencia en Culiac�n, que en esta coyuntura fue declarada ciudad.

La diputaci�n provincial de Sinaloa qued� integrada por Francisco de Iriarte, Antonio Fern�ndez Rojo, Ignacio Fletes, Bernardo Andrade, Jes�s Almada, Francisco Delgado y Luis Mart�nez de Vea; los diputados suplentes fueron Jos� Ignacio Verdugo, Bartolom� Salido y Salvador Tirado. Como jefe pol�tico superior de la provincia de Sinaloa fue designado Fernando Espinosa de los Monteros. Este nuevo gobierno provincial entr� en funciones en octubre de 1823, al mismo tiempo que se eligi� al diputado que representar�a a Sinaloa en el segundo congreso constituyente de la naci�n, Manuel Antonio Mart�nez de Vea.

Al mismo tiempo que la separaci�n de las provincias de Sinaloa y Sonora, ocurri� un movimiento que trat� de unir a las dos provincias en una sola entidad. Tal fue el proyecto que propuso e impuls� el coronel Mariano de Urrea, quien lleg� al noroeste a fines de junio de 1823 con el nombramiento de jefe pol�tico superior y comandante general expedido por el gobierno de M�xico. El coronel Urrea era originario de Sonora y hab�a hecho carrera militar como subordinado de Alejo Garc�a Conde y despu�s con Iturbide y con Santa Anna. Tambi�n hab�a desempe�ado puestos pol�ticos en la provincia de Durango. Cuando Urrea lleg� a El Rosario se encontr� con el cura p�rroco, fray Agust�n Jos� Chirl�n, y ambos fraguaron el proyecto de proclamar el estado libre de Sonora, formado por las provincias de Sinaloa y Sonora, como integrante de la federaci�n mexicana cuando �sta se constituyera. En ese momento numerosas provincias del extinto Imperio mexicano se erig�an en soberanas y se declaraban estados independientes para forzar al segundo Congreso constituyente a que optara por la rep�blica federada como forma de organizaci�n pol�tica.

A principios de julio de 1823 se proclam� solemnemente el estado libre de Sonora en el Real de El Rosario. Urrea recibi� el nombramiento de gobernador y public� un decreto con las bases constitucionales del nuevo estado, copiadas de una constituci�n elaborada en la provincia de Jalisco. Como el proyecto de Chirl�n y Urrea no tuviera eco en el resto del noroeste, Urrea termin� por cancelarlo y se fue a Arizpe a tomar posesi�n del nombramiento recibido en M�xico.

Aunque este episodio tiene visos de oportunista, ilustra bien el ambiente pol�tico del noroeste en 1823, cuando se debat�a la forma de constituir la naci�n y la regi�n. En cuanto a la organizaci�n pol�tica, las opiniones se dividieron en dos posiciones: la uni�n de Sonora y Sinaloa en una sola entidad, como lo era desde un siglo antes, o bien, la separaci�n. Cuando se reuni� el segundo Congreso constituyente, en noviembre de 1823, parec�a que la opci�n de la separaci�n era la aceptada; sin embargo, al proclamarse el Acta Constitutiva de la Federaci�n Mexicana en enero de 1824, las provincias de Sinaloa y Sonora quedaron unidas en una sola entidad federativa con el nombre de estado interno de occidente. A�n no conocemos cu�les fueron las razones que tuvo el segundo Congreso constituyente para desconocer el decreto del primero que separaba ambas provincias. De la historia del estado interno de Occidente nos ocuparemos en seguida, despu�s de un necesario par�ntesis para conocer m�s de cerca a los protagonistas de esta fase de nuestra historia, que fueron los notables de Sinaloa y Sonora.


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