Luchas pol�ticas, 1836-1846. El centralismo en Sinaloa


Desde 1833, la naci�n se sacud�a por los problemas que se ventilaban en la ciudad de M�xico. Estando con licencia el presidente Santa Anna, el vicepresidente en funciones, Valent�n G�mez Far�as, intent� llevar a cabo, con el apoyo de la mayor�a del Congreso, una profunda reforma de la sociedad que seguir�a los principios del liberalismo, pues sus objetivos principales eran los siguientes: secularizar la ense�anza, incautar los bienes del clero, limitar el crecimiento y la fuerza social de las �rdenes religiosas y dar al gobierno el ejercicio del real patronato que rigi� durante la �poca colonial. La reacci�n de los cl�rigos y de sus simpatizantes result� tan fuerte que Santa Anna tuvo que desandar lo andado, y, adem�s, condescendi� con los intereses pol�ticos de los grupos inconformes, que propugnaban la abolici�n del sistema federal y la implantaci�n de la rep�blica central. A fines de 1835, el Congreso nacional estableci� la rep�blica central como forma de organizaci�n pol�tica del pa�s, sin tomar en cuenta la oposici�n de muchos estados, Texas entre ellos, que con este pretexto inici� la guerra que lo independiz� de M�xico.

En la rep�blica central los estados pasaban a ser "departamentos", y su gobernador era nombrado en la capital del pa�s. Hab�a tambi�n una junta o asamblea departamental integrada por diputados electos, cuya funci�n era la de simple asesoramiento del gobernador. Con este r�gimen pol�tico se pretend�a controlar estrechamente a todo el pa�s desde la ciudad de M�xico, en especial en lo tocante a la recaudaci�n y el gasto de las rentas p�blicas, porque —se dec�a en la capital— el desorden y los abusos en el manejo de los dineros p�blicos era escandaloso en todo el pa�s. El r�gimen centralista dur� del 23 de octubre de 1835 al 22 de agosto de 1846, con un periodo intermedio (7 de octubre de 1841 a 31 de diciembre de 1843) en el que el presidente Santa Anna gobern� de hecho sin constituci�n. Estos cambios en el escenario nacional influyeron profundamente en la vida pol�tica de Sinaloa.

Expusimos en el apartado anterior que hacia 1836 hab�a en Sinaloa dos grupos de comerciantes que contend�an por el poder pol�tico, los De la Vega en Culiac�n y los comerciantes extranjeros de Mazatl�n, m�s otro grupo formado por militares dispuestos a servir a quien pagara. Los De la Vega practicaban un contrabando descarado en el puerto de Altata —que no estaba autorizado para la navegaci�n de altura— y su mercado comprend�a las comarcas del norte y del centro del estado. Los comerciantes extranjeros importaban sus mercanc�as por el puerto de Mazatl�n, procurando tambi�n evadir el pago de impuestos, por cohecho de las autoridades fiscales o por otros medios; su mercado comprend�a la parte sur del estado pero tambi�n se extendieron en los estados de Jalisco y Durango.

El grupo de Culiac�n controlaba los poderes estatales: ocupaba la gubernatura y dominaba la asamblea legislativa y el poder judicial. Gracias a sus parientes y protegidos, repartidos en diversos puntos del estado, pod�an manipular los ayuntamientos y las juntas electorales. Los comerciantes de Mazatl�n, por medio del soborno, dispon�an de las autoridades municipales, de los administradores de la aduana y del resguardo militar. Algunos comerciantes extranjeros eran c�nsules de sus respectivos pa�ses, lo que les proporcionaba inmunidad diplom�tica y cierta influencia ante el gobierno de la capital del pa�s. Ambos grupos ten�an por objetivo incrementar sus ganancias, acrecentar sus negocios y estorbar a los del grupo contrario. Los De la Vega pod�an hostigar a sus opositores con el poder judicial y el fisco estatal; la aduana era de jurisdicci�n federal, pero las mercanc�as importadas deb�an pagar alcabala al ser distribuidas en territorio sinaloense. Los comerciantes contraatacaban con la guarnici�n del puerto e, incluso, llegaron a provocar motines sangrientos para oponerse al gobierno del estado.

En 1835, los notables de Culiac�n consiguieron colocar en la gubernatura a su jefe, Manuel Mar�a de la Vega y R�bago, pero este triunfo dur� poco, porque al a�o siguiente se instaur� la rep�blica central y el gobierno de M�xico nombraba a los principales funcionarios estatales. Durante la �poca del centralismo, con mucha frecuencia se nombraba gobernador al comandante militar en turno, quien sol�a cambiar a Mazatl�n la capital del departamento, situaci�n que favorec�a a los comerciantes extranjeros y perjudicaba al grupo de Culiac�n. Los De la Vega controlaban la junta departamental y la retuvieron en Culiac�n, pero era casi nula su influencia como �rgano consultivo. Los comandantes militares desempe�aban un papel pol�tico preponderante, no s�lo por ejercer la gubernatura, sino tambi�n porque participaron en numerosas rebeliones, unas veces por problemas internos de Sinaloa y otras por adhesiones a movimientos de car�cter nacional originados en otras regiones.

El hecho de armas de mayores dimensiones del periodo centralista fue la rebeli�n que en Culiac�n iniciaron muchos sinaloenses en favor del retorno al federalismo, el 13 de enero de 1838, encabezados por el coronel Jos� Mar�a Cuevas y apoyados por el gobernador del departamento, que entonces era un civil de Sinaloa, Francisco Orrantia y Antelo, y a la que se sum� el general sonorense Jos� Urrea. En diversos puntos del departamento hubo combates de consideraci�n entre federalistas y las fuerzas del gobierno central. La guerra dur� hasta fines de mayo del mismo a�o, cuando lleg� el general Mariano Paredes de Arrillaga al mando de un considerable ej�rcito, que venci� a los federalistas.

Durante la �poca de la rep�blica central hubo en Sinaloa 13 gobernadores, seis civiles y siete militares. Los civiles fueron Pedro S�nchez, Francisco Orrantia y Antelo, Luis Mart�nez de Vea, Agust�n Mart�nez de Castro, Pomposo Verdugo y Rafael de la Vega y R�bago; cinco de ellos recibieron el nombramiento desde M�xico y dos ocuparon interinamente la gubernatura por ser los miembros m�s antiguos de la junta departamental. Los gobernadores militares fueron los generales Francisco Duque, Francisco Ponce de Le�n, Juan Jos� Andrade y Jos� Antonio Mozo, el coronel Jos� Ruiz de Tejada y los tenientes coroneles Juan Ignacio Brambila y �ngel Miram�n; todos ocuparon el cargo de comandantes de la guarnici�n de Mazatl�n y tuvieron en el puerto la sede de su gobierno. Es de notar que ninguno concluy� un periodo ordinario de gobierno, que deb�a ser de cuatro a�os, lo que nos da una idea de la inestabilidad pol�tica que priv� en Sinaloa durante la rep�blica central.

El general Mariano Paredes de Arrillaga, el mismo que hab�a derrotado a los federalistas sinaloenses, se rebel� contra el gobierno central el 14 de diciembre de 1845 en la ciudad de San Luis Potos�. La sublevaci�n recibi� el apoyo de numerosos jefes militares, entre los que se contaba el teniente coronel �ngel Miram�n, comandante general y gobernador de Sinaloa. Al triunfo de esta rebeli�n, en enero de 1846, desapareci� la rep�blica central y se restaur� el r�gimen federal. Tambi�n en Sinaloa se volvi� al federalismo y se celebraron elecciones para instalar la asamblea legislativa, la que design� a Rafael de la Vega y R�bago como gobernador constitucional el 21 de noviembre de 1846. As� termin� la accidentada historia pol�tica del departamento de Sinaloa, a cuyo desenlace los notables de Culiac�n recuperaron los poderes estatales.


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