Con el triunfo sobre Rafael T�llez, en enero de 1848, el grupo De la Vega alcanz� el punto culminante de su hegemon�a sobre el estado de Sinaloa y lo ejerci� por medio de dos gobernadores, Pomposo Verdugo (1848-1850) y Francisco de la Vega (1852-1853). Pero el enfrentamiento del grupo De la Vega con los comerciantes mazatlecos continu� igual que desde hac�a 12 a�os: los De la Vega acosaban a los comerciantes extranjeros con el fisco y de la manipulaci�n de los �rganos de justicia, y los extranjeros atacaban con la guarnici�n federal del puerto.
A las presiones de Pomposo Verdugo, los comerciantes extranjeros respondieron con una sublevaci�n de la guarnici�n federal, el 18 de julio de 1848, que el gobernador reprimi� con excesiva dureza, pues tras la derrota de los rebeldes vino la ejecuci�n de tres j�venes oficiales que hab�an acaudillado la conjura. En enero de 1849 hubo otra rebeli�n de la guarnici�n federal encabezada por un oficial subalterno, sublevado contra el gobierno del estado y tambi�n contra el comandante de la misma guarnici�n. La rebeli�n fue sofocada, mas para prevenir nuevos pronunciamientos Pomposo Verdugo se estableci� en Mazatl�n y pidi� al gobierno federal que trasladara la guarnici�n a la ciudad de Concordia. Las medidas resultaron eficaces, pero no duraron mucho.
A mediados de 1849 ocurri� un suceso que vino a modificar el entorno del estado: muri� Rafael de la Vega y R�bago a causa de un ataque al coraz�n. Rafael de la Vega era el cerebro pol�tico y militar del grupo y quien dirig�a la pol�tica del estado; le sucedi� su hermano Francisco, quien no pose�a su talento y, sobre todo, carec�a de tacto pol�tico y prefer�a resolver los problemas por medio de la fuerza. Eustaquio Buelna, en sus Apuntes para la historia de Sinaloa, dice que Rafael de la Vega fue el pol�tico m�s capaz de la familia; que era generoso, amable y sol�cito para engrandecer Culiac�n. Pero tambi�n se�ala que en el tiempo en que gobern� el estado la hacienda p�blica se manej� con graves irregularidades, la justicia se administr� seg�n los intereses de la familia y los agentes del gobernador confeccionaban las elecciones. Bajo la direcci�n de Rafael de la Vega, la familia y su grupo acumularon muchas riquezas.
En enero de 1852 asumi� la gubernatura Francisco de la Vega y R�bago, quien se propuso hacer reformas profundas en la administraci�n p�blica. Un dato curioso es que nombr� secretario de gobierno a Ignacio Ram�rez, el Nigromante, por quien sent�a profundo respeto, y que destacar�a en la pol�tica nacional como ide�logo del partido liberal durante el proceso de la Reforma. Aunque la estancia de Ignacio Ram�rez en Sinaloa fue breve, el prestigio de su personalidad fue tal que result� electo representante del estado de Sinaloa en el Congreso constituyente nacional de 1856.
La reforma fiscal que quiso impulsar Francisco de la Vega fue el pretexto para el �ltimo y definitivo enfrentamiento con los comerciantes extranjeros de Mazatl�n. El gobernador intent� sustituir las alcabalas por una contribuci�n directa a cada casa comercial, a fin de controlar mejor el cobro de los impuestos. Los comerciantes extranjeros respondieron con un mot�n popular (5 de mayo de 1852) en contra de los recaudadores del fisco e impidieron su labor; y el mot�n se repiti� cada vez que se intentaba el cobro del impuesto a las casas comerciales. El gobernador, apoyado por las milicias del estado, se present� en Mazatl�n para pedir cuentas a los autores de los motines y efectuar el cobro de las contribuciones. Los extranjeros decidieron dar el golpe definitivo, para lo cual sobornaron al capit�n Pedro Vald�s, oficial secundario de la guarnici�n federal, quien cerc� el cuartel de las milicias la noche del 11 de julio de 1852 y tom� prisioneros al comandante de la guarnici�n, general Ram�n Morales, y al gobernador Francisco de la Vega (posteriormente, Vald�s mand� aprehender a quienes ejerc�an alguna autoridad en el puerto).
Al d�a siguiente, los pronunciados hicieron una junta de vecinos a la que tambi�n asistieron algunos de los comerciantes extranjeros y manifestaron su decisi�n de solicitar al Congreso general que Mazatl�n y los partidos del sur del estado se erigieran en territorio federal. D�as despu�s, el gobernador fue liberado tras de aceptar las condiciones de los amotinados. El plan de segregaci�n de Mazatl�n recibi� el apoyo de algunos clientes del comercio mazatleco, como fue el caso de ciertas personas en San Ignacio Piaxtla, pero la mayor parte de los sinaloenses lo rechazaron, lo mismo que la federaci�n.
Con todo, Mazatl�n se mantuvo independiente del gobierno del estado y bajo la jefatura de Pedro Vald�s, quien, para dar una bandera pol�tica a su movimiento, se sum� a la rebeli�n proclamada en Guadalajara (13 de septiembre de 1852) contra el presidente Mariano Arista y en favor del regreso de Santa Anna a la presidencia. Una vez libre, el gobernador Francisco de la Vega reorganiz� las milicias del estado y march� para someter a los rebeldes mazatlecos, pero el capit�n Vald�s lo derrot� en la acci�n de Portezuelo, cerca de Culiac�n, el 16 de octubre de 1852. El gobernador huy� al norte del estado y los vencedores saquearon Culiac�n durante tres d�as; robaron todo lo que pudieron en las casas de las familias del grupo en el poder y destruyeron lo que qued�. El gobernador logr� rehacer las milicias y recuperar la ciudad de Culiac�n, pero las fuerzas de Vald�s lo persiguieron y lo derrotaron por completo en Bal�cachi, cerca de El Fuerte, el 17 de marzo de 1853. Este hecho marc� la extinci�n del grupo De la Vega como fuerza pol�tica en Sinaloa. A partir de este momento, el ahora coronel Pedro Vald�s fue reconocido como gobernador y comandante general del estado. A prop�sito de este incidente, escribi� don Eustaquio Buelna:
La dominaci�n de dicha familia [De la Vega] fue abusiva,
tir�nica y exclusivista, aunque la administraci�n de don Francisco [de
la] Vega estuvo animada de las mejores intenciones, y tal vez su mejor
pensamiento fue enfrenar los continuos esc�ndalos de Mazatl�n.
El partido veguista y el mazatleco se regalaban mutuamente
con el nombre de contrabandistas; pero si bien es cierto que los Vegas
hac�an un contrabando est�pido y descarado, tambi�n lo es que los comerciantes
de Mazatl�n lo ejercitaban sacrificando la paz del estado, comprando
con oro la sangre mexicana, humillando el honor nacional y corrompiendo
nuestras autoridades.
