4. En el porfiriato

4. En el porfiriato


Con el triunfo del Plan de Tuxtepec, que dio origen a la generaci�n que Daniel Cos�o Villegas llam� tuxtepecadora, como para se�alar que en el nombre llevaba la penitencia, Porfirio D�az asumi� provisionalmente la presidencia de la Rep�blica el 5 de mayo de 1877, con la bandera del respeto a la Constituci�n de 1857. El pa�s entraba finalmente en un periodo de tranquilidad luego de los aciagos d�as de levantamientos, insurrecciones y entradas y salidas de gobernantes. El nuevo presidente se propondr�a terminar con la influencia de los caudillos y jefes pol�ticos locales, para lo cual impuso "su" orden, aun en las regiones m�s apartadas.

Casi al mismo tiempo, el 1� de julio de ese mismo a�o, fue elegido gobernador de Tabasco Sim�n Sarlat Nova, quien ocup� en diez oportunidades el cargo y transfiri� gradualmente el control a Abraham Bandala. En las numerosas ocasiones en que �ste fue gobernador, m�s de 18, marc� una huella profunda al adecuar la vida del estado al porfiriato, y pr�cticamente mantuvo el control definitivo cuando menos durante �ltima d�cada de la dictadura. Durante el gobierno de Sarlat Nova, D�az recibi� cartas en las que pon�a de manifiesto la urgente necesidad de mejorar la administraci�n para levantar al estado de sus "abatimientos" y "desarrollar sus inmensas riquezas naturales". A prop�sito de los conflictos que enfrentaban los poderosos comerciantes locales, Juan S�nchez Azcona se dirigi� el 3 de mayo de 1887 al presidente Porfirio D�az —seg�n correspondencia del archivo que lleva su nombre, la cual es resguardada por la Universidad Iberoamericana— para opinar que el gobernador Sarlat

Entre las cr�ticas al gobierno de Sarlat, las m�s frecuentes fueron sobre la falta de administraci�n de justicia. Por ello, Abraham Bandala —quien llegara a Tabasco como jefe de armas en 1885—, en su primera oportunidad como gobernador, diez d�as despu�s de asumir el cargo, escribi� al presidente, para informarle que estaba satisfecho "...del empe�o que muestran todos los funcionarios y empleados por contribuir al mejoramiento de la Administraci�n y s�lo tengo quejas del ramo justicia, el cual deja mucho que desear por ocuparse sus componentes de hacer pol�tica". Bandala tambi�n respond�a a las intenciones del presidente en el sentido de hacer cambios favorables para ubicar hombres de su entera confianza en los puestos clave, sobre todo en v�speras de las elecciones para los poderes Legislativo y Judicial.

Aunque como gobernador provisional, Bandala comenzaba apenas su larga estancia en el poder; pon�a de manifiesto su condescendencia con las pretensiones del presidente D�az, cuando le respondi�: "...agradecido a la confianza que Ud. me dispensa le protesto una vez m�s que he de hacer cuanto de m� dependa para corresponder a sus nobles prop�sitos para que el d�a que entre el Gobierno propietario encuentre encarrilada la administraci�n". Y muy pronto le fue recompensada su actuaci�n, porque result� electo gobernador constitucional en 1894; entonces pidi� a las personalidades m�s influyentes de Tabasco

Durante el porfiriato no solamente se encauzaban la pol�tica y la econom�a, tambi�n las expresiones de la sociedad moderna se iban imponiendo. Uno de los hechos m�s sobresalientes fue el tan buscado fraccionamiento de Tabasco de la di�cesis de Yucat�n, v�nculo que tantos conflictos y problemas causara a lo largo de m�s de tres siglos. Finalmente, el 25 de mayo de 1880, siendo arzobispo de M�xico don Pelagio de Labastida y D�valos, se cre� la di�cesis tabasque�a "por s�plicas y deseos del Sant�simo Padre Papa Le�n XIII", seg�n rezaba la Bula. La iglesia parroquial de Esquipulas en San Juan Bautista fue erigida en catedral con todas las prerrogativas y la facultad de hacer estatutos y constituciones, conforme al derecho eclesi�stico y decretos apost�licos, el 12 de febrero de 1882. Tabasco no s�lo adquiri� su autonom�a eclesi�stica, sino que adem�s le conced�an para el ejercicio del ministerio �reas que hasta entonces hab�an pertenecido a la di�cesis de Chiapas, como los territorios y departamentos de Pichucalco, Palenque, Rosario, Pueblo Nuevo, Amat�n, Sacati, Moyos, Sabanilla, Almendro, Yajal�n, toda la zona habitada por los lacandones, Palenque en sus confines por Montecristo con el r�o Usumacinta, y de este lugar hasta la l�nea divisoria con el departamento de Comit�n, as� como con la ciudad de Chil�n y los pueblos de Bachaj�n, Pueblo Viejo y El Real. Al doctor Jos� de Jes�s Torres y Hern�ndez correspondi� el honor de ser ungido primer obispo de Tabasco.

Mapa de San Juan Bautista en 1884, capital de Tabasco, que fue cercada por el R�o Grijalba. El estado adquiri� su autonom�a eclesi�stica, y adem�s le conced�an para el ejercicio del ministerio �reas que hasta entonces hab�an pertenecido a la di�cesis de Chiapas
MAPA 2. San Juan Bautista en 1884, la capital de Tabasco cercada por el r�o Grijalba.
(FUENTE: Jorge Gurr�a Lacroix, Atlas hist�rico de Tabasco, pp. 78-79.)

Nunca imagin� el clero tabasque�o que su influencia se extender�a hasta tales latitudes, pero ya no eran los mejores tiempos para el ejercicio de su ministerio, incluso el n�mero de sacerdotes hab�a disminuido considerablemente. Hay quien supone que hab�a entonces tres o cuatro sacerdotes y que 42 templos dedicados al culto cat�lico estaban semiabandonados, aunque ya funcionaban cuatro dedicados a alg�n culto protestante. Se supone que el primer pastor lleg� en 1881 y permaneci� seis meses en Comalcalco predicando su evangelio, donde form� una peque�a congregaci�n que tuvo alguna importancia, porque durante la cuaresma de 1895 cat�licos agresivos intentaron linchar a un grupo de personas identificadas como protestantes. Al poco tiempo, en 1896, estableci� el presbisterio del golfo de M�xico, que organizaba la iglesia presbiteriana en el sureste de M�xico. Tambi�n se crearon escuelas evang�licas en San Juan Bautista, C�rdenas, Para�so, Frontera, Jalapa y, desde luego, en Comalcalco.

Tambi�n se afirma que el coronel Gregorio M�ndez invit� en la ciudad de M�xico, para que visitaran San Juan Bautista, a los pastores presbiterianos Mariano Olivera, Jos� Nevares, Eligio N. Granados y Salom�n D�az, quienes, adem�s, eran por a�adidura liberales y masones. Supuestamente se enfilaron hacia la Chontalpa, y en Comalcalco el mismo M�ndez cedi� un terreno para establecer un templo presbiteriano, como cuenta Samuel Rico Medina en La Revoluci�n mexicana en Tabasco.

El presbiterianismo creci� con cierta rapidez a ra�z de la lucha pol�tica que se daba para contrarrestar el poder econ�mico de los comerciantes espa�oles de San Juan Bautista. Desde luego hubo algunas diferencias con los cat�licos, y los no cat�licos tuvieron que pedir protecci�n al gobernador Bandala, en particular en Para�so y Comalcalco, contra el hostigamiento. De cualquier modo, la nueva pr�dica logr� arraigarse en la regi�n de la Chontalpa, y se calcula que al comenzar el siglo hab�a ya m�s de 2 500 tabasque�os convencidos. La debilidad con que se impuso el catolicismo as� como la presencia de un liberalismo mas�n fueron sin duda elementos explicativos de la inserci�n de una ideolog�a que mostrar�a su eficacia durante la Revoluci�n.

En 1881, por otra parte, se estableci� el servicio telegr�fico, que comunic� a San Juan Bautista con la capital de la Rep�blica, y al poco tiempo comenz� la instalaci�n del alumbrado p�blico en las cabeceras municipales. Antes de finalizar el siglo se realizaron varios contratos con inversionistas extranjeros para introducir el ferrocarril, sin que las obras llegaran a concluirse. Tal fue el caso del contrato firmado por el gobernador constitucional con el se�or W. H. Manners, representante de The Mexican Pacific Railway Limited, el 11 de octubre de 1889, para unir Tabasco y Chiapas.

MAPA 3. Cuando se proyectaban los tendidos de v�as f�rreas para unir Tabasco con el sureste.
(FUENTE: Jos� Gurr�a Lacroix,
Atlas hist�rico de Tabasco, pp. 134-135.)

En 1901, los festejos de la batalla del 5 de mayo, que recordaba el triunfo de los mexicanos sobre los franceses en Puebla, fueron el marco propicio para la inauguraci�n del nuevo vapor de r�o Lumij�, construido en Frontera por los se�ores Miller y Schreiner, el cual lleg� a ser legendario porque transport� a un sinn�mero de enganchados a las monter�as. Su propietario, Henry D. Buschnel, hab�a pedido que tuviera capacidad para transportar 200 toneladas y llevar a bordo 185 pasajeros.

Al a�o siguiente se dio a conocer el informe que J. W. Walley rindi� al gobierno de M�xico desde el 27 de agosto de 1836, en el que indicaba que hab�a petr�leo en abundancia en la entidad. Ello coincid�a con los descubrimientos del presb�tero Manuel Gil y S�enz, quien logr� extraer varios barriles de kerosene; algunos de ellos fueron enviados a Nueva York para ser analizados.

Asimismo, se hicieron algunos intentos por ampliar la red de comunicaciones internas, y as� fue como lleg� a San Juan Bautista el ingeniero Cabuis, quien contrat� a 200 trabajadores para construir los primeros kil�metros del pomposamente llamado Ferrocarril Central Tabasque�o, que unir�a a la capital estatal con el municipio de Cunduac�n, pasando por Jalpa y Nacajuca. Poco se hab�a avanzado en las obras cuando las crecientes peri�dicas del Grijalva impidieron continuarlas. En esa ocasi�n, los habitantes de Huimanguillo velaron ante el temor de que la inundaci�n tuviera mayores consecuencias.

La preocupaci�n por ampliar las redes de comunicaci�n fue transmitida m�s tarde a Francisco I. Madero, quien logr� que la C�mara de Diputados aprobara un contrato con la North American Dredgin Co., que en tres a�os realizar�a el dragado de la barra de Frontera con un costo de 3 600 000 pesos aportados por el gobierno federal, tan interesado como las compa��as extranjeras en explotar las riquezas tabasque�as.


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