3. Garrido afianza su poder

3. Garrido afianza su poder


Del resultado de las elecciones de 1926 depend�a la continuidad del garridismo; por eso fueron tan disputadas. A partir de ese momento la fuerza de este grupo se acrecent� ante la dispersi�n de las otras facciones locales, todav�a m�s mermadas despu�s de la rebeli�n delahuertista. De nueva cuenta un revolucionario probado decid�a aceptar su postulaci�n; correspond�a ahora al general Luis Felipe Dom�nguez tratar de obtener el gobierno constitucional, para lo cual acept� los requerimientos del Partido Pol�tico Uni�n de Obreros y Comerciantes, que buscaba el "mejoramiento material y espiritual de la clase laborante, propuesta de hombres acostumbrados desde nuestros primeros a�os a cultivar la tierra y a mover el comercio".

Los miembros de dicho partido ve�an en el general Dom�nguez "una esperanza para la reorganizaci�n y fomento de las riquezas de aquel estado en donde todo ciudadano gozar� de todas las garant�as que las leyes le otorguen". En realidad, lo que buscaban eran seguridades que les permitieran realizar actividades pol�ticas, que s�lo estaban permitidas a los garridistas. Con esta apreciaci�n coincid�an el general Manuel Pedrero Valenzuela, postulado por el Partido Renovador Estudiantil; Belisario Carrillo, propuesto por el Partido Radical Nacional, y un candidato sin partido: el teniente coronel Arturo Jim�nez de Lara, quien por medio de un manifiesto p�blico aparecido en Jonuta, seg�n consta en la Direcci�n General de Gobierno, dio a conocer sus intenciones:

Gobernaci�n respondi�: pidi� al jefe de las operaciones militares en el estado que ofreciera garant�as a los postulantes; pero no estaba en capacidad de brindarlas porque, cuando despu�s de muchos avisos y de la advertencia de que por falta de condiciones Jim�nez de Lara entrar�a por Pichucalco, su ayudante y delegado en la Chontalpa fue asesinado el 6 de septiembre cerca de aquel lugar. Por su parte, Carrillo hizo saber al presidente que los armadores de Veracruz se negaban a vender pasajes a sus partidarios para ingresar en Tabasco.

Como era de suponerse, esas garant�as no pod�an ser concedidas porque Garrido Canabal, recientemente electo senador ante el Congreso de la Uni�n, tambi�n ten�a su candidato: el diputado Ausencio C. Cruz, quien hab�a sido su colaborador cercano en su cargo de secretario de la Liga Nacional de Resistencia y ahora postulado a la gubernatura por el Partido Socialista Radical Tabasque�o. Su campa�a tampoco estaba exenta de sobresaltos, y en una manifestaci�n realizada en Frontera, sus partidarios fueron agredidos por un grupo de campechanos encabezados por el coronel Crist�bal Miranda, quien, seg�n el mismo Garrido, hab�a sido delahuertista y se encontraba entre "los enemigos del proletariado". El saldo fue de dos personas muertas. Pero seg�n Carrillo no se trataba de "campechanos", sino de sus partidarios, que hab�an sido agredidos por los seguidores de Cruz y acusaba a Francisco Trujillo, secretario de Gobierno, de haber ordenado el ataque.

En un telegrama dirigido al presidente Calles, los garridistas terminaron por echarse de cabeza. En �l aseguraban que las organizaciones obreras de Frontera tuvieron informaci�n de que a bordo del vapor San Juan ven�an propagandistas a sueldo del "reaccionario Belisario Carrillo", por lo que acordaron preparar una manifestaci�n para demostrarle "su impopularidad y el error en que est�n al pretender encajar en la era revolucionaria a un individuo que en la �poca de Victoriano Huerta fuera secretario de la Jefatura pol�tica de Macuspana". No obstante, hubo reacciones hasta de la Alianza de Partidos Socialistas de la Rep�blica, cuyo presidente era Gonzalo N. Santos, para protestar ante el secretario de Gobernaci�n por haber intervenido "el ej�rcito contra el proletariado" (�)

El coronel Adalberto Tejeda, secretario de Gobernaci�n, continu� recibiendo innumerables quejas sobre la falta de garant�as y el autoritarismo prevaleciente en Tabasco, donde los "ligueros", partidarios de Cruz, hac�an lo posible para boicotear las campa�as de los otros candidatos, en particular la de Jim�nez de Lara.

El gobernador interino S. Ruiz y las mismas autoridades federales se cruzaban de brazos ante las agresiones f�sicas y destrucci�n de propaganda, as� como ante la imposibilidad de contratar imprentas, alquilar medios de transporte y de registrar, de acuerdo con la ley, los clubes y asociaciones pol�ticas creados para apoyar la candidatura de Jim�nez de Lara. As� sucedi� con la propuesta del partido pol�tico Usumacinta, de los clubes pol�ticos Pino Su�rez, Independiente Ignacio Guti�rrez y el de Francisco I. Madero.

Hacia el 7 de octubre —fecha l�mite para los registros— las autoridades correspondientes en el estado no hab�an dado cauce a las solicitudes de numerosos grupos pol�ticos ni a los comit�s electorales, por lo que ni Carrillo ni Jim�nez eran formalmente aspirantes a la gubernatura, "pues no registraron a tiempo sus candidaturas". En tal virtud pidieron al secretario de Gobernaci�n que dictara disposiciones a fin de que se dieran por cumplidos los preceptos de ley. Como �nica respuesta, Tejeda solicit� al gobernador que le remitiera el decreto de la convocatoria a elecciones y la ley electoral, porque supuestamente Jim�nez no pod�a ser candidato, seg�n lo establec�a una reforma a la Constituci�n local del 28 de octubre de 1925, en la que, para neutralizarlo, se legisl� que los candidatos deb�an estar retirados del servicio activo del ej�rcito federal y de las guardias nacionales auxiliares cuando menos tres a�os (�) antes del d�a de las elecciones.

Tomando como excusa las acusaciones en contra de los propagandistas de Jim�nez de Lara, especialmente una de las m�s delicadas, la de responsabilizarlos de la muerte de Mario Pino Su�rez, hermano de Jos� Mar�a, los partidarios de Cruz solicitaron inmediatamente justicia ante Gobernaci�n. Tejeda, en ese caso, respondi� tajante que deb�an hacer las denuncias correspondientes ante las autoridades locales.

Ausencio C. Cruz, por su parte, se dejaba retratar en un Ford descapotado, rodeado de obreros y campesinos y portando las banderas rojinegras del Partido Socialista Radical. Despu�s de realizar manifestaciones por el estado, contando siempre con el apoyo de la fuerte organizaci�n de la Liga Central de Resistencia, fue el �nico candidato al cual se le otorg� el registro para fungir como el abanderado de ese partido. Tanto �l como los otros candidatos pidieron al secretario de Gobernaci�n que enviara una comisi�n para dar fe de lo que sucediera el domingo 7 de octubre durante las elecciones y, seg�n los seguidores de Cruz, para que pudiera "darse cuenta de manera ver�dica sobre acontecimientos que puedan suscitarse".

Como era de esperarse, tanto Jim�nez de Lara como Carrillo se declararon triunfadores, pero poco importaban sus anuncios, porque aun antes de la campa�a estaba decidido que Ausencio C. Cruz fuera el gobernador para el periodo 1927-1930, pues con �l Garrido aseguraba su "maximato" local, adelant�ndose al nacional. As� que de nada valieron las acusaciones de que Cruz hab�a participado en la rebeli�n delahuertista al lado de los infidentes, que los contrincantes hicieran a un lado al prestigiado general Luis Felipe Dom�nguez, ni las protestas avaladas por el voto de miles de tabasque�os que apoyaron a los opositores; tampoco importaba que los candidatos salieran cuid�ndose las espaldas por las amenazas de muerte, porque el 1� de enero Cruz tom� posesi�n del cargo m�s importante del estado, sin programa ni plataforma para su desempe�o como gobernador.

Cuando la campa�a pol�tica de Cruz estaba en su apogeo, en el mes de agosto, y Carrillo publicaba el manifiesto donde se refer�a al "�xodo de Tabasco de la clase propietaria" que hab�a abandonado "el amado terru�o", por la ma�ana del d�a 19, cuando Garrido Canabal se dirig�a a presentar sus credenciales como senador electo por Tabasco, al salir del hotel Iturbide, en el coraz�n de la ciudad de M�xico, sufri� una emboscada. El l�der tabasque�o result� herido, pero tres de sus acompa�antes, entre los que se encontraban los diputados Santiago Caparroso y Marcos D�az, murieron.

Por supuesto, las reacciones en Tabasco fueron de endurecimiento hacia los opositores, pero el efecto m�s importante del hecho fue la articulaci�n del grupo que mostrar�a m�s efectividad en su lucha a muerte contra Garrido. Destacaban el coronel Fernando Alipi Oropeza, Amado Pedrero, Ulises Gonz�lez Blengio, Federico y Rafael Mart�nez Escobar y Salvador Camelo. S�lo los tres primeros fueron acusados formalmente; seg�n el ramo Obreg�n-Calles, Alipi fue el �nico que par� en la c�rcel de Bel�n, pero en menos de un a�o sali� libre gracias a la defensa que hizo en su favor Querido Moheno, el c�lebre penalista de la �poca.

Sin embargo, el grupo sembr� la semilla que m�s adelante, y con muchos esfuerzos, dar�a sus frutos. En 1929 decidieron participar en las elecciones y Alipi encabez� lo que Rodulfo Brito Foucher —quien tambi�n se les uni�— llam� "una verdadera cruzada de honor y de justicia". Sin embargo, para adentrarse en territorio tabasque�o, pidieron garant�as a Gobernaci�n, porque sab�an que el gobernador del estado, apoyado por Garrido Canabal, "ha destacado gente armada a fin de atacarnos en distintos puntos del trayecto". El recibimiento en Tabasco para los miembros del Partido Reconstructor Tabasque�o, formado en la ciudad de M�xico y adherido al Partido Socialista Revolucionario, creado en Tabasco, fue como hab�a sido previsto. Se les neg� el registro y sus simpatizantes fueron agredidos con armas de fuego, encarcelados o simplemente desaparecidos. La casa de Amado Pedrero, presidente del partido y uno de los acusados del atentado contra Garrido, fue rodeada por la polic�a para impedirle el acceso.

Pese a todo, la campa�a continu� y el partido celebr� reuniones que eran disueltas, fijaba propaganda que luego era retirada, y los integrantes de la mesa directiva en Huimanguillo fueron atacados despu�s de que lograron reunir 200 firmas de apoyo. Alipi sigui� pidiendo apoyo a Gobernaci�n, e incluso emplaz�: "nosotros estamos dispuestos a retirarnos de la pol�tica tabasque�a si las autoridades federales lo desean". El precandidato presidencial, ingeniero Pascual Ortiz Rubio, hubo de intervenir a propuesta de los "reconstructores". El 18 de febrero solicit� al licenciado Felipe Canales, subsecretario de Gobernaci�n, "se sirva usted ordenar se practiquen las investigaciones necesarias y de que, de ser ciertos esos hechos, se presten las garant�as a que tienen derecho mis partidarios en el estado de Tabasco". Lo de "partidarios" respond�a al hecho de que los garridistas apoyaban a Aar�n S�enz para la presidencia de la Rep�blica (al parecer de acuerdo con Calles), pero en la Convenci�n Nacional Revolucionan, celebrada en Quer�taro en las primeras semanas de marzo, adem�s de constituirse el Partido Nacional Revolucionario, S�enz decidi� hacer suya la candidatura de Ortiz Rubio.

Las agresiones f�sicas y los encarcelamientos continuaron, y aunque segu�an siendo denunciados, el gobernador Cruz sosten�a que las protestas proven�an de los enemigos de su gobierno "refugiados" en la ciudad de M�xico. En realidad, con ello se trataba de dar cobertura a la postulaci�n de Tom�s Garrido Canabal, quien, aprovech�ndose de las reformas constitucionales de los obregonistas para la reelecci�n de su l�der, se propon�a de nuevo para gobernador, algo de lo que solamente �l y Adalberto Tejeda en Veracruz se sirvieron para reelegirse, con una gesti�n de por medio.

Y en ese complejo escenario se val�a de todo, como la misiva que el subsecretario de Gobernaci�n envi� a Domingo Narv�ez inform�ndole que dar�a cauce a su denuncia sobre las irregularidades cometidas con motivo de las elecciones presidenciales. El 16 de noviembre, el susodicho respondi� que le imputaban una acusaci�n que no hab�a realizado, y asegur� que respetaba la personalidad de Tom�s Garrido Canabal, de quien pod�a decir que "cuando he solicitado su ayuda me la ha prestado gustoso como imp�rtesela a todos los campesinos trabajadores, por ser el representante de organizaciones obreras, su ardua labor ha sabido levantar muy alto el nivel moral y material del proletariado de Tabasco".

Finalmente, y como era de suponerse, Garrido volvi� a tomar posesi�n como gobernador del estado el 1 de enero de 1930; pero los reconstructores demostraron que pod�an ingresar en Tabasco, y en sus reuniones en la ciudad de M�xico continuaron rumiando sus rencores y pensando en la venganza. El 23 de abril de 1931 dieron a conocer su Plan de Tonal�, quiz� porque el mayor n�mero de exiliados tabasque�os se ubicaban en la colonia Roma. En �l alud�an a "la influencia funesta" que desde hac�a 12 a�os impon�a Garrido, escudado en "su decantado socialismo". Luego de denunciar los cr�menes, robos, incendios y "los atentados contra el pudor, contra el hogar", daban a conocer los contenidos de su plan. Desconoc�an 105 poderes del estado de Tabasco y "las llamadas elecciones del 11 de mayo de 1930 y la declaraci�n que la llamada Legislatura local hizo en favor del tirano". Anunciaban la creaci�n del Ej�rcito Reivindicador de Tabasco, cuya jefatura designar�a, en las plazas que fuera ocupando, "una junta de administraci�n civil que se encargue de organizar los servicios p�blicos del lugar y de prestar garant�as a la sociedad". La acci�n expresa del ej�rcito ser�a cambiar al gobierno local, y su lucha terminar�a si "el Gobierno Federal dispone el cambio absoluto del r�gimen motivo de nuestra campa�a".

Y una vez m�s, los "cruzados" decidieron internarse en Tabasco para contender en las elecciones legislativas de 1932. De nueva cuenta fueron asediados, pero debe reconocerse que la campa�a transcurri� con menos sobresaltos con Garrido como gobernador, aunque con similar dosis de violencia y, algo diferente, con un abierto sentido del humor. El diputado Homero Margalli declar� a El Nacional, a su arribo a la ciudad de M�xico el 24 de junio de 1932, que en Tabasco no ocurr�a nada "desde que Salvador Camelo Soler puso el pie (pues s�lo tiene uno) [...] llevando la representaci�n genuina de los reaccionarios clericales, lo �nico que le ha acontecido es convertirse en burla de todos los trabajadores [...]".

El 3 de julio fueron electos Ausencio C. Cruz para senador, y Daniel J. Castillo y Manuel Lastra para diputados. Garrido se encontraba probablemente en el momento culminante de su vida como l�der regional con la respuesta de una nueva generaci�n cuya vida cotidiana hab�a transcurrido en el garridismo. Ese mismo a�o nacieron los Camisas Rojas. Pero tambi�n contaba en su �xito la debilidad del gobierno central durante el maximato, y porque hab�a apostado todo a su amigo el general Plutarco El�as Calles.


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