5. La cultura period�stica y educativa

5. La cultura period�stica y educativa


El Monitor Tabasque�o, publicado en Villahermosa en 1921, marc� culturalmente el inicio de la �poca garridista; como expresi�n del Partido Liberal Constitucionalista Tabasque�o, fue dirigido por el licenciado Manuel Bartlet y apoyado por Jos� Domingo Ram�rez Garrido y Rafael Mart�nez de Escobar. Su l�nea editorial consisti� en criticar la actuaci�n del gobierno local de Carlos Greene, as� como en preparar la candidatura de Ram�rez Garrido en contra de su primo Tom�s Garrido Canabal. Los v�nculos que los promotores del peri�dico ten�an con Adolfo de la Huerta, y los de Garrido con Calles en la formaci�n del Partido Cooperativista caracterizaron la vida del peri�dico y el destino de Garrido.

Los delahuertistas (es decir, los opositores de Obreg�n) se enfrentaron a la disyuntiva entre abandonar Tabasco o aceptar el dominio de Garrido Canabal, quien fue electo gobernador despu�s de dos breves interinatos durante el gobierno de Greene, y asumi� el cargo el 25 de noviembre de 1922, apoyado desde luego por el Caudillo.

Diarios y revistas surgieron al calor de la rebeli�n delahuertista; los hubo de orientaci�n pol�tica, que manifestaron su apoyo a Ram�rez Garrido, y algunos cuantos de corte gobiernista. Hubo otros m�s de nombres espectaculares que m�s bien parec�an t�tulos de pel�cula, como El Azote Misterioso, La Antorcha de la Sierra, Savia Nueva, El Cicl�n y El Palad�n del Sureste. Surgieron tambi�n otras publicaciones con nombres m�s adecuados a la prensa como La Opini�n, La Linterna, El Diario y El Heraldo de la Revoluci�n; �ste �ltimo naci� solamente para festejar la salida de Garrido, cuando en enero de 1924 los delahuertistas se posesionaron del estado, aunque el pol�tico regres� unos meses m�s tarde como vencedor. El 23 de julio del mismo a�o, unos d�as despu�s de que los obregonistas hab�an reconquistado Villahermosa, apareci� el diario Redenci�n, con el subt�tulo de Peri�dico doctrinario de las clases laborantes, que m�s adelante ser�a sustituido por el de Órgano de la Liga Central de Resistencia del Partido Socialista Radical. Su primer director, Daniel J. Castillo, fue relevado por el profesor Tom�s Taracena en 1931; la larga vida del peri�dico, de m�s de diez a�os, llev� a otras personas del garridismo a dirigirlo.

Se dice que en 1915 hubo otro diario tabasque�o que ostent� el mismo t�tulo y fue la expresi�n del grupo de obreros del estado vinculados a la Casa del Obrero Mundial. Quiz� por ello en una columna del diario Redenci�n del 23 de julio de 1924 se justificaba el lema: "Como un grito de dolor se escucha: Tierra y Libertad... Tierra para el oprimido, Libertad para el esclavo... Ahora hay que proteger al oprimido, hay que redimir al proletario".

Concebido como el enlace entre los obreros y los campesinos, Redenci�n estaba destinado a convertirse en el verdadero difusor del garridismo. Hubo otros peri�dicos coincidentes con ese momento: Tabasco Actual (1930), La Provincia (1930), Los Estados (1930), Tabasco Moderno (1930), El Eco de la Chontalpa (1930) y La Voz del Estudiante, que por su relaci�n con el garridismo dur� cuatro a�os (1930-1934).

Los dos primeros eran literarios; los otros, humor�sticos y de diversi�n, fueron arrasados por Redenci�n, tal vez por el apoyo gubernamental o porque se convirti� efectivamente en el centro de activismo m�s importante, desde donde surgieron y se dieron a conocer los objetivos del garridismo. Los tabasque�os que escribieron en esta publicaci�n intentaron mantener sus impulsos literarios y su aliento po�tico, intenciones que fueron arrasadas por las necesidades propias de la pol�tica.

En la vida de Redenci�n puede distinguirse el periodo de 1924 a 1930, cuando se convirti� en el vocero oficioso de un anticlericalismo extremo. Luis Par�s, Jos� Moreno Irabi�n y en particular Trinidad Malpica llevaron al diario a su momento de mayor radicalismo. Diversos temas acapararon la atenci�n, entre ellos las campa�as desfanatizadoras, la propaganda antialcoh�lica, la situaci�n de la mujer y la defensa de sus derechos pol�ticos, el auge econ�mico de Tabasco y el deslindamiento de la regi�n respecto del centro pol�tico del pa�s. En esta ocasi�n destacaremos la importancia de la propuesta educativa y la opci�n de la escuela racionalista tal como se desarroll� en Tabasco, as� como las acciones impulsadas o difundidas por Redenci�n en torno a la revoluci�n cultural que los tabasque�os pretendieron hacer durante el dominio de Tom�s Garrido (1920-1935).

Redenci�n estuvo orientado tanto al reforzamiento ideol�gico del garridismo como a la difusi�n de una educaci�n formal. Ejemplo de lo primero es el recuadro que aparece en el �ngulo superior izquierdo de la publicaci�n, donde se lee la consabida frase de Emilio Zol�: "La humanidad no llegar� a su perfeccionamiento hasta que no caiga la �ltima piedra de la �ltima iglesia sobre el �ltimo cura". Durante los primeros a�os de la d�cada de los treinta, Redenci�n estuvo plagado de citas que buscaban reforzar el fervor anticlerical de la poblaci�n, porque, en opini�n de los intelectuales del garridismo, deb�a se�alarse la traba cultural que la Iglesia cat�lica hab�a impuesto al desarrollo de los pueblos. Se recurri� a S�crates, Santo Tom�s, Comte, Lutero, Einstein, Lenin y Stalin, y se reprodujeron frases condenatorias contra el autoritarismo de la Iglesia cat�lica. El 19 de febrero de 1931 se public� la siguiente frase de Galileo: "No porque se me amenaza con la hoguera, voy a decir que hay dios y que el mundo no es redondo y no se mueve".

Trinidad Malpica escribi� el mismo d�a un art�culo con t�tulo de libro: "La Iglesia cat�lica ante la cr�tica en el pensamiento y en el arte", para referirse a lo grotesco de las prohibiciones contenidas en el �ndice por medio del cual la Iglesia anatemizaba a los lectores de Apuleyo, Petronio, Petrarca y tantos otros cl�sicos y terminaba con una cita de Emerson: "Los libros prohibidos iluminan al mundo". El mundo s�lo pod�a ser explicado a partir de la religi�n o de la ciencia, y los m�s profusos escritores del diario tomaban partido por la segunda. Eran profesores quienes se distingu�an desde las p�ginas del diario. Destacaban Jos� Ochoa Lobato, Rosendo Taracena, Manuel Graniel, Arnulfo Giorgiana, Francisco Trujillo, Celerina O. de Gonz�lez, Jos� Malpica, Mar�a Luisa Chac�n de Ram�rez Garrido, Emma Rovirosa y Ana Santa Mar�a.

Sin embargo, es dif�cil considerar a estos escritores como parte de un solo grupo, pues sus diferencias afloraron en varios momentos y el futuro los llev� por muy diferentes caminos. Tampoco se les puede atribuir un nivel cultural com�n; la informaci�n de la que dispon�an para elaborar sus argumentos era ostensiblemente diferente. La biblioteca de Trinidad Malpica, que inclu�a libros de Haeckel, Darwin y H. G. Wells, as� como varios t�tulos de antropolog�a, embriolog�a, paleontolog�a, sociolog�a. filosof�a y teolog�a, permite pensar que ten�an la intenci�n de fundamentar sus aseveraciones, aunque no es dif�cil suponer que tambi�n lo hac�an mediante el uso de diccionarios y enciclopedias. En una entrevista, Malpica neg� con modestia haber influido de manera determinante en el movimiento cultural garridista y aseguro que su hermano Jos�, quien muri� antes que el garridismo llegara a su fin, hab�a sido uno de los verdaderos promotores culturales.

Uno de los escritores m�s le�dos en Tabasco fue J. M. Vargas Vila, quien hizo suspirar a las se�oritas que frecuentaban los salones y particip� en debates sobre laicismo y educaci�n. En estas discusiones tambi�n estuvo presente, desde las p�ginas de Redenci�n, Jos� Mancisidor, para quien era importante "poner la Religi�n fuera de las Escuelas, para que entre en ellas la libertad". Pero el diario acogi� adem�s en sus p�ginas a Jos� Ingenieros, Jos� Mu�oz Cota, Luciano Kubli, Germ�n List Arzubide, Vicente Lombardo Toledano y a Jos� de la Luz Mena, el divulgador por excelencia de la ense�anza racionalista en M�xico.

El debate y la inserci�n de textos educativos fue lo m�s significativo de lo expuesto por el diario; la poes�a y la prosa ajenas a la pol�tica resultaron un ejemplo de lo subliminal que pod�an ser los elementos ideol�gicos difundidos entonces en Tabasco, pero nada m�s. Ning�n poeta o narrador del movimiento cultural garridista pudo acercarse al pasado de las revistas literarias.

En cuanto al aspecto educativo de car�cter normal, se publicaban numerosos art�culos y folletos de divulgaci�n que terminaron por hacerse indispensables como instrumentos del profesorado. Desde 1929 comenzaron a aparecer esos folletos adheridos al peri�dico a manera de suplemento, y pod�an ser recortados para darles forma de libro. Hab�a folletos estrictamente educativos y tambi�n los orientados a cuestiones de cooperativismo y ganader�a, as� como al aprendizaje de cultivos, al tratamiento de enfermedades y al conocimiento de t�cnicas de prevenci�n. Entre los t�tulos difundidos destacan: Cooperaci�n agr�cola en Dinamarca, de Chris L. Christens (enero de 1931); Utilizaci�n de la soya, de W. J. Morse (febrero de 1931); Fomentando el uso de la leche, de Jessie M. Hoover (marzo de 1931); La lucha contra la tuberculosis, del doctor P. Guti�rrez Igaravidez (mayo de 1931); Agricultura en diez lecciones, de Jos� M. Pinto (junio de 1931); La importancia de la ganader�a en M�xico, de F. Moguel M. (junio de 1931); El imperialismo de la mercanc�a americana y el establecimiento en M�xico de The National City Bank of New York, de Miguel A. Quintana (junio de 1931).

Entre los folletos de mayor repercusi�n (el diario se acreditaba ostentosamente como Ediciones Redenci�n), figuraban los destinados al proceso de aprendizaje de los ni�os. El primero que se registr� apareci� en 1929 con el t�tulo de A.B.C. socialista para uso de los ni�os campesinos, de autor desconocido, pero atribuido a la "Labor de cultura del departamento de propaganda dependiente de la Liga Central de Resistencia". Como su nombre lo indica, se trataba de un manual dedicado al aprendizaje de las primeras letras. Cuatro semanas estaban programadas para el aprendizaje de las letras y de los monos�labos, en la quinta se iniciaba la ense�anza de frases. Las palabras a las que se recurr�a para el aprendizaje de las letras, por ejemplo, eran rico y rojo para la R, Benito para la B, Tom�s para la T, Plutarco para la P, etc�tera.

El contenido de las oraciones comenzaba a tener un significado m�s claro en la segunda parte (und�cima lecci�n). All� se lee: "Cuauht�moc fue el h�roe de la noche triste", "En Chiapas sufre el proletariado", "Benito Ju�rez es el nombre del gran reformador" (decimotercera semana); "El General Obreg�n es el h�roe de Celaya y Ocotl�n" y "Felipe Carrillo Puerto fue un m�rtir del socialismo" (decimosexta semana).

La tercera parte del A.B.C. conten�a composiciones para ideologizar al ni�o con base en los postulados puestos en pr�ctica en Tabasco. Es incluso probable que �stas hayan sido escritas por los ni�os a la usanza de la escuela racionalista; asimismo, ten�an una fuerte carga socialista, combinada con principios propios del anarquismo. Denunciaban el acaparamiento del dinero y de las tierras en pocas manos. El lenguaje directo resultaba usual, como se demuestra en el siguiente ejemplo: "Peque�o proletario: Te llamo as� porque s� que tu padre lo es, y que t� lo ser�s./ Careces de BIENES y duramente trabajas con tu familia para tener pan./ Eres peque�o a�n pero ya comienza tu frente a regar el suelo y tus manos a endurecerse con la pesada herramienta". Recurr�a tambi�n a los postulados m�s caros del racionalismo, pues hablaba de una sociedad nueva, "m�s justa y m�s buena", as� como de "Derivar de la colectividad los derechos individuales".

Una composici�n dedicada a "Las plagas de la humanidad" denunciaba el alcoholismo ("Campesino: No te detengas ante las puertas de una taberna"), las falsas religiones ("Campesino: Si necesitas tener fe en algo, ten fe en ti mismo y en el trabajo"). Despu�s de unas m�ximas socialistas ("Quien no trabaja que no coma. El socialismo es el sol del porvenir. La emancipaci�n de los trabajadores debe ser obra de los trabajadores mismos"), ven�a un breviario sobre los cultivos de la papa, de la cebolla, del jitomate y del cimbomb�, en el cual se explicaban las formas de preparar la tierra y hacerla m�s f�rtil, hasta los mecanismos para el efectivo rendimiento de la cosecha.

La importancia de dicha cartilla radica en su aplicaci�n como instrumento de aprendizaje difundido en forma gratuita, as� como en el hecho de que mediante ella se pon�a en pr�ctica la escuela racionalista heredera de la pedagog�a del catal�n Francisco Ferrer Guardia, cuya obra se introdujo de manera temprana en M�xico, empezando por Yucat�n, pasando por Tabasco y Veracruz hasta llegar a Tamaulipas; el golfo de M�xico fue el espacio m�s receptivo de esa forma de ense�anza. Sin embargo, desde 1912 la Casa del Obrero Mundial cre� la primera escuela racionalista. Uno de sus mayores divulgadores fue Jos� de la Luz Mena. Su libro De las tortillas de lodo a las ecuaciones de primer grado, tuvo una amplia acogida. La primera edici�n se realiz� en Yucat�n, en tiempos del gobierno de Salvador Alvarado. Fue all� donde se cre� la primera escuela de ese tipo, que conoci� el �xito durante varios a�os de trabajo, interrumpidos por la rebeli�n delahuertista. Para el autor, "Naturaleza y Libertad son las condiciones esenciales de las escuelas infantiles, sin ellas no puede haber perfecci�n en la ense�anza". Part�a del hecho de que "el hombre se ha formado un nuevo concepto del mundo en el ambiente cient�fico que le rodea, deber� recibir una preparaci�n adecuada por medio de una nueva pedagog�a"; seg�n lo expresara Mar�a Montessori.

La concepci�n pedag�gica racionalista se basaba en el "monismo energ�tico", lo que quiere decir que "En la suministraci�n de conocimientos debe observarse el mismo m�todo que ha seguido la humanidad en su adquisici�n. Este principio, puesto de relieve por Spencer, es el que debe guiar a los mentores en sus libros escolares". Aqu�, la influencia de la escuela moderna es expl�cita cuando Mena cita a J. F. Elslander, uno de los pedagogos pr�ximos a Ferrer Guardia: "La Escuela debe ofrecer al ni�o los medios de recorrer r�pidamente los caminos que ha recorrido la humanidad". �sta es una de las evidencias de la difusi�n en M�xico del Bolet�n de la Escuela Moderna, publicado en Catalu�a desde 1901. Pero, adem�s, en las bibliotecas de las escuelas racionalistas del sureste ya se encontraban los siguientes t�tulos: La escuela moderna, de Francisco Ferrer Guardia; La pedagog�a, de Francisco Ferrer de Autich; El ni�o y el adolescente, de Miguel Petit; Teor�a de la educaci�n natural, de V. Considerat; La escuela y la sociedad, as� como Las escuelas de ma�ana, de John Dewey, y La educaci�n desde el punto de vista sociol�gico, de J. F. Elslander.

Todas estas influencias ser�n perceptibles nuevamente en otro de los libros publicados por Ediciones Redenci�n, editado en el diario del mismo nombre en Villahermosa; se trata de la obra �S�lo la escuela racionalista educa!, aparecida por entregas a partir del 15 de mayo de 1931. Despu�s de una introducci�n cientificista, Mena afirma: "En la educaci�n del hombre, se ha seguido un sistema emp�rico, que m�s que educaci�n, ha sido de domesticaci�n". El sistema propuesto por este autor buscaba crear una escuela nueva acorde con la sociedad nueva surgida de la Revoluci�n, porque "Una nueva concepci�n del mundo y del origen de las especies, particularmente del hombre, cambia totalmente los sistemas educacionales, correspondiendo, de este modo, a cada �poca una civilizaci�n y a cada civilizaci�n una escuela". Asimismo, para la escuela racionalista ubicaba el mismo objetivo del proletariado y de la Revoluci�n mexicana.

La obra cumpl�a con su prop�sito de denunciar que la escuela actual no respond�a ya a las exigencias sociales de la �poca, mientras que la escuela racionalista respond�a a los postulados de la ciencia contempor�nea y reconoc�a la necesidad de investigar las causas del desenvolvimiento humano, desechando de plano todo procedimiento que est� re�ido con las leyes de la naturaleza".

La escuela racionalista coincid�a claramente con los objetivos del movimiento pol�tico de Tabasco; en particular, la idea cient�fica del universo y la afirmaci�n de que "La vida no reconoce ninguna causa sobrenatural" permit�a fundamentar la lucha antirreligiosa que all� ten�a lugar. Muchos articulistas del diario, casi todos ellos profesores, dieron sus propias apreciaciones sobre la escuela racionalista, como Alberto Oviedo Mota, quien en un art�culo del 18 de abril de 1934 se�al�:

Jos� Ochoa Lobato, por su parte, se opon�a a los concursos escolares, siguiendo las ideas de Carlos M�ndez Alcalde, quien en su libro La escuela racional entraba en debate con otros profesores, como Mar�a Luisa Chac�n de Ram�rez Garrido, quien consideraba correcta la aplicaci�n de ex�menes.

La escuela sin dogmas, cient�fica, de ense�anza por la naturaleza, de la coeducaci�n sexual, fue revisada en numerosos congresos pedag�gicos, no s�lo de la regi�n del sureste. Por ejemplo, el Tercer Congreso Nacional de Maestros, reunido en Guadalajara, Jalisco, en 1921, acept� la ense�anza racionalista; igualmente lo hicieron los de Morelos. Tambi�n la acept� la Confederaci�n Regional Obrera Mexicana, la Confederaci�n General de Trabajadores, la Federaci�n Obrera de Progreso, el Partido Socialista del Sureste, el Partido Laborista Mexicano, el Partido Comunista Mexicano, las Agrupaciones Obreras del Estado de Veracruz, las Agrupaciones Obreras de Tampico, el Partido Socialista Agrario de Campeche, el Congreso de Campesinos Agraristas de Durango y el Partido Socialista Fronterizo de Tamaulipas.

El itinerario de la escuela racionalista, sin embargo, continu� y pretendi� alcances nacionales. La Liga Nacional de Maestros Racionalistas envi� el 20 de octubre de 1928 una iniciativa al Congreso de la Uni�n para que se reformara el art�culo 3 de la Constituci�n, pues consideraba que implantar ese sistema significaba consolidar las conquistas revolucionarias y abrir la senda por la que transitar�an las nuevas generaciones.

La propuesta no prosper�, pero la influencia de los racionalistas se puso nuevamente de manifiesto en la Segunda Convenci�n Ordinaria del PNR en 1933. Los representantes tabasque�os y veracruzanos propusieron que se estableciera la escuela racionalista; Manlio Fabio Altamirano, seg�n el libro de Miguel Osorio Marb�n titulado El Partido de la Revoluci�n Mexicana, dec�a: "debemos formar en este crisol el alma de la ni�ez, a base de ense�anza racionalista, ense�anza sin miedo, sin prejuicios, sin dogmas, que combata todas las religiones, las cuales son el m�s grande enemigo de la revoluci�n social".

La propuesta del PNR rescataba los principios divulgados por los racionalistas del sureste y que encontraron buena acogida durante los m�s de diez a�os del diario Redenci�n, y dec�a:

Un sistema educativo avalado regionalmente por todos aquellos estados que cuestionaron de manera directa el rumbo del centralismo pol�tico, y que reclamaban mayor autonom�a y soberan�a para sus respectivas entidades federativas, terminaba en el camino criticado de una educaci�n nacional, sin observar las diferencias y especificidades regionales. La educaci�n socialista que aprob� el Congreso de la Uni�n el 26 de septiembre de 1934 recuperaba la tradici�n y el ejercicio de los racionalistas, y la defin�a as�:

La simbiosis entre racionalismo y socialismo saltaba a la vista, aunque el contenido anarquista del primero entraba en contradicci�n con el segundo. Finalmente prevalecieron algunos de los conceptos planteados por los racionalistas y, de acuerdo con sus reacciones, tal como se percibieron en el diario Redenci�n, creyeron que se aplicaba su propuesta. Se les escapaba que la educaci�n de contenidos regionalistas que impulsaban perd�a toda su eficacia al intentar convertirla en el proyecto del Estado central al que tanto criticaron, precisamente por su vocaci�n centralizadora.


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