2. Entre la monarqu�a y la rep�blica


Habi�ndose declarado la independencia de M�xico y siendo Agust�n de Iturbide presidente de la regencia y depositario del Poder Ejecutivo, proclam� la monarqu�a moderada constitucional, al tiempo que el primer Congreso Constituyente, depositario del Poder Legislativo, apenas quedaba instalado sin haber tenido oportunidad de pronunciarse al respecto. Por su parte, el Congreso de 1822, integrado por representantes de las provincias, carec�a de experiencia para definir las bases sobre las que se constituir�a la nueva naci�n, adem�s de que entre los diputados hab�a profundas divisiones. El enfrentamiento entre los dos poderes no se hizo esperar y pronto M�xico ser�a presa de la inestabilidad pol�tica.

La proclamaci�n de Iturbide como emperador se realiz� en medio de irregularidades que provocaron dudas sobre su legitimidad. De los cuatro diputados al Congreso Nacional Constituyente por Zacatecas, tres se adhirieron a la proclamaci�n —Valent�n G�mez Far�as, Jos� Mar�a Bocanegra y Agust�n de Iriarte—; mientras que el cuarto, Francisco Garc�a Salinas, se abstuvo de todo compromiso con el iturbidismo.

La monarqu�a constitucional no logr� resolver los conflictos internos de manera inmediata; las tensiones entre el Ejecutivo y el Legislativo se recrudecieron y las provincias aparecieron como el nuevo poder, todo ello en medio de una tendencia cada vez m�s clara hacia el republicanismo.

Mientras tanto, en Zacatecas las corrientes pol�ticas se defin�an y redefin�an vertiginosamente: los republicanos surg�an con fuerza insospechada; los constitucionalistas abandonaron el monarquismo constitucional para proclamar la rep�blica federal; los iturbidistas luchaban por sobrevivir; y unos cuantos borbonistas retiraron su apoyo a Iturbide. Por ello, cuando se conoci� la noticia de la coronaci�n de Iturbide como emperador en mayo de 1822, el ayuntamiento de Zacatecas se neg� a concurrir a la celebraci�n.

El Acta de Casa Mata, proclamada en febrero de 1823, modific� el panorama nacional por el �xito rotundo que tuvo entre las provincias: respond�a a su deseo de autodeterminaci�n. Pocos d�as despu�s, en medio del vac�o de poder provocado por la abdicaci�n de Iturbide y la disoluci�n del congreso que �l hab�a ordenado, las provincias optaron abiertamente por el federalismo.

Contra el gobierno nacional
La creaci�n de un estado federal

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