En medio del faccionalismo que M�xico vivi� durante sus primeros a�os como naci�n independiente, destaca el alto grado de cohesi�n del grupo gobernante zacatecano, sobre todo entre 1825 y 1832. A pesar de que la Constituci�n estatal otorg� al Congreso amplias atribuciones en detrimento del Poder Ejecutivo, Garc�a Salinas logr� ejercer un contrapeso efectivo. Hasta 1832, gran parte de las fisuras que acabar�an con el exitoso experimento federalista zacatecano no tuvieron su origen, como era frecuente, en la relaci�n entre los poderes Ejecutivo y Legislativo, sino en las diferencias que hab�a entre los mismos diputados; adem�s, los v�nculos ya de por s� fr�giles del gobierno estatal con el poderoso ayuntamiento de Aguascalientes y con un sector del clero se deterioraron.
Algunos diputados, que a la vez eran eclesi�sticos, causaron severas fracturas en el Congreso estatal que se sumaron a otras que ya exist�an entre ellos. Unos eclesi�sticos apoyaban las reformas liberales que afectaban fueros y privilegios del clero, otros se opusieron radicalmente. Hubo serios motivos de discordia, como las propuestas del Congreso para crear una direcci�n de diezmos para que la naci�n ejerciera el patronato, y prohibir que los eclesi�sticos fueran electos diputados. Pero los motivos m�s graves fueron: en primer lugar, la publicaci�n de la Disertaci�n sobre la naturaleza y aplicaci�n de las rentas y bienes eclesi�sticos, de Jos� Mar�a Luis Mora, que sintetiz� la posici�n del gobierno estatal sobre la relaci�n entre el clero y la Iglesia, as� como el papel de �sta en la sociedad; y el proyecto de Garc�a Salinas para crear un banco agr�cola, que disfrazaba una pol�tica desamortizadora y pretend�a evitar la acumulaci�n de la propiedad en pocas manos. El cabildo eclesi�stico de Guadalajara, aliado al ayuntamiento de Aguascalientes, donde el clero gozaba de amplio ascendiente, protest� en�rgicamente en contra de ambas cuestiones.
As�, se enfrentaban una mentalidad tradicional renuente a los cambios y otra innovadora, fundada en principios liberales. Esta situaci�n hizo crisis en 1832 y 1835, al combinarse con otros sucesos de repercusi�n nacional.