Mientras suced�an aquellos hechos lamentables, los liberales empezaban a ejercer un control efectivo sobre los acontecimientos del pa�s, para lo cual deb�an enfrentar las dif�ciles circunstancias en que �ste se encontraba al finalizar la guerra. En Zacatecas la vida pol�tica recobr� tambi�n cierta normalidad, si bien fr�gil y transitoria. Miguel Auza fue sucedido en la gubernatura estatal por otro luchador liberal y antintervencionista: el general Trinidad Garc�a de la Cadena, quien promulg� la Constituci�n del estado y otras leyes de contenido profundamente liberal y federalista. Entre ellas cabe destacar las que se refer�an a la autonom�a municipal, la eliminaci�n de las alcabalas, la abolici�n de las penas de muerte, presidio y trabajos forzados, y la supresi�n del peonaje por deudas en el interior del estado.
El radicalismo de Garc�a de la Cadena, y su percepci�n de que el r�gimen juarista se tornaba cada vez m�s autoritario, lo llev� a sumarse a una rebeli�n surgida en San Luis Potos� al iniciarse el a�o de 1870. El Plan Regenerador de San Luis, reformado en Zacatecas, con el que Garc�a de la Cadena secund� el movimiento, reinstauraba el orden prevaleciente antes del "golpe de Estado" de noviembre de 1865, reconociendo como presidente nada menos que al general Jes�s Gonz�lez Ortega; reivindicaba la Constituci�n de 1857, la soberan�a estatal y la inaplicabilidad de la pena de muerte por delitos pol�ticos. En tanto el Congreso de Zacatecas mantuvo su apoyo a Garc�a de la Cadena durante toda la rebeli�n, Ju�rez nombr� a Gabriel Garc�a El�as gobernador y comandante militar del estado a partir del 3 de febrero de 1870.
Aunque la sublevaci�n estall� aparatosamente fue sofocada unos cuantos meses despu�s. Dif�cilmente hubiera podido llegar m�s lejos: el gobierno de Ju�rez, investido de facultades extraordinarias, fue autorizado para disponer hasta de 20 mil hombres y medio mill�n de pesos para apagarla. Las fuerzas gobiernistas, bajo el mando de S�stenes Rocha, asestaron a los rebeldes un golpe definitivo en la batalla de Lo de Ovejo, y la ejecuci�n de Mariano Garc�a de la Cadena en agosto de 1870 marc� el fin de la revuelta. Don Trinidad hubo de refugiarse entonces en Tepic, para acogerse a la amnist�a decretada por el gobierno unos meses despu�s.
Entretanto, Gabriel Garc�a (hijo del c�lebre zacatecano Francisco Garc�a Salinas) aprovech� sus poderes extraordinarios para liquidar en cuanto pudo la herencia cadenista en el estado: destituy� al tribunal de justicia en funciones y nombr� uno nuevo, e hizo lo mismo con los jefes pol�ticos, a los que autoriz� para designar a los presidentes municipales y reorganizar las asambleas. Derog� el reglamento que garantizaba la autonom�a municipal y restableci� la pena de muerte. Sus actos, hasta entonces meramente provisionales, fueron ratificados a partir de septiembre de 1870, fecha en que �l alcanz� la gubernatura constitucional de Zacatecas y se eligieron nuevos funcionarios que desplazaron a los cadenistas, que hasta ese momento dominaban la pol�tica estatal.
Aun as�, Gabriel Garc�a padeci� durante su mandato las dificultades creadas por la divisi�n de las fuerzas del estado entre esos dos bandos pol�ticos irreconciliables. En tanto los juaristas se identificaban con el gobernador y eran enemigos declarados de Trinidad Garc�a de la Cadena, los cadenistas se mantuvieron en todo momento fieles al general rebelde depuesto de su cargo por el poder central. El enfrentamiento entre ambos se agudiz� cuando Garc�a decidi� prorrogar su mandato m�s all� del t�rmino estipulado por la convocatoria a elecciones de 1870. Las pasiones desatadas a nivel nacional por la contienda electoral de 1871, que culminar�an con la revuelta de La Noria encabezada por Porfirio D�az, encontraron, pues, terreno propicio en el ya muy dividido estado de Zacatecas.
En octubre de 1871 los generales Ger�nimo Trevi�o, Francisco Naranjo, Donato Guerra y Trinidad Garc�a de la Cadena se sumaron a los sublevados en otras partes del pa�s contra la intenci�n de Ju�rez de "perpetuarse en el poder". Aunque el movimiento se extendi� con �xito considerable en los �ltimos meses de 1871 y los primeros de 1872, la derrota infringida por S�stenes Rocha a las fuerzas comandadas por Donato Guerra en la c�lebre batalla de La Bufa marc� el inicio de su declive. Cuando a mediados de 1872 la situaci�n empezaba a ser controlada por el gobierno, el fallecimiento de Ju�rez dej� a la rebeli�n de La Noria sin pretexto ni legitimidad. Sebasti�n Lerdo de Tejada asumi� entonces la presidencia interina conforme a lo dispuesto por la Constituci�n y decret� una amnist�a general a la que se acogieron casi todos los sublevados.
Fue as� que en septiembre de 1874 el Ejecutivo de Zacatecas pudo transmitir pac�ficamente el poder a Agust�n L�pez de Nava. Aunque el nuevo gobernador debi� hacer frente a los conflictos creados por la negativa de los cat�licos a obedecer las Leyes de Reforma, puede decirse que su administraci�n transcurri� con relativa calma hasta que, en 1876, fue bruscamente sacudida por la revuelta de Tuxtepec.