Un error frecuente en el español actual de México,
particularmente en redacciones periodísticas, es atribuir al
verbo adolecer el significado genérico de carecer,
faltar, no tener, estar ausente, necesitar, que de ninguna manera
le conviene.
El verbo adolecer procede del latín dolescere (verbo incoativo
de dolere, doler) que, como se ve, nada tiene que ver con adolescente,
adolescencia, que provienen del verbo latino adolescere,
que significa crecer. Por lo contrario, adolecer significa
padecer alguna enfermedad, particularmente crónica, tener alguna
pasión o vicio, padecer algún defecto. Se expresa el complemento
con un nombre o con ser y un adjetivo, precedidos de la preposición
de. Se puede por tanto adolecer de una enfermedad ("adolece
de gastritis", "adolece de migrañas"). También
se puede adolecer de algún defecto físico o moral ("adolecía
de ser intransigente", "adolece de tacaño"). En
el fondo no se pierde el primitivo sentido etimológico de dolencia
o padecimiento. Este valor semántico puede conservarse metafóricamente,
gracias a una tácita comparación, en expresiones como
"la obra adolece de falta de originalidad", "adolecemos
de trámites interminables", "adolece de burocratismo
innecesario", es decir, la obra padece, se duele de falta de originalidad",
"padecemos, nos dolemos de trámites interminables",
"padece, se duele de burocratismo innecesario", donde la falta
de originalidad, los trámites y el burocratismo vienen a ser
un peculiar tipo de enfermedad o dolencia. Aun parece aceptable decir
que "el edificio adolece de cuarteaduras", pues figuradamente
se mantiene el sentido de padecimiento o enfermedad.
Sin embargo resultan inaceptables otros usos de adolecer que
pueden leerse en la prensa contemporánea: "el programa adolece
de planeación", "la oficina adolece de personal calificado",
"el gobierno adolece de recursos". En estos ejemplos, que
me proporcionó el maestro José Ignacio Palencia, se observa
que adolecer ya no significa padecer sino simplemente
carecer: "el programa carece de planeación",
"la oficina carece de personal calificado", "el gobierno
carece de recursos". Obsérvese por ende que el verbo adolecer
está usado con impropiedad en esos contextos. En todo caso, si
se desea usar a toda costa el verbo adolecer, será necesario
añadir la palabra falta o ausencia: "el programa
adolece de falta de planeación", pues la planeación
en sí misma ni en sentido recto ni en metáfora es un padecimiento
o dolencia; lo podrá ser, en efecto, la falta de ella. |