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La visión intuitiva y completa de un alma personal, de
modo que, junto con la facultad que constituye su centro, junto con
la tendencia dominante que le imprime sello y expresión, aparezca,
en la imagen que se trace de ella, el coro de los sentimientos e impulsos
secundarios: la parte de vida moral que se desenvuelve más o
menos separadamente de aquella autoridad, nunca absoluta, es la condición
maestra en el novelador y el poeta dramático que imaginan nuevas
almas, y en el historiador que reproduce o interpreta las que fueron.
Pero sólo hasta cierto punto puede el arte reflejar lo que en
la complexidad personal hay de contradictorio y disonante, porque está
en la propia naturaleza de la creación artística perseguir
la armonía y la unidad, y reducir la muchedumbre de lo desordenado
y disperso a síntesis donde resplandezca en su esencia la substancia
que la realidad presenta enturbiada por accidentes sin valor ni fuerza
representativa. Te hablaba, hace un instante, del Redentor del mundo. Pues bien:
la impresión de realidad humana, aunque única
y sublime; el interés hondísimo que para nosotros nace
de ver cómo de mortales entrañas irradia y se sustenta
tan inefable luz, no serían tales, en la figura que esculpe
con poética eficacia la palabra candorosa de los evangelistas,
sin inconsecuencias que no se concilian con la igualdad capaz de abismar
nuestra mente, de exaltarnos a la adoración , de fascinarnos
y humillarnos, mas no de suscitar el conmovido sentimiento de humana
simpatía con que reconocemos la palpitación de nuestra
naturaleza, en aquel que la levantó más alto que todos,
cuando su esperanza se eclipsa en el huerto de los olivos; cuando
su constancia padece tentación en la cumbre de la montaña;
cuando su mansedumbre se agota, y el látigo movido por su mano,
en un arranque que parece de Isaías, restalla sobre la frente
de los mercaderes; cuando la desesperación del hambre burlada
le muerde la carne mortal, y lanza un anatema sin razón ni
sentido sobre la higuera sin fruto; cuando la esperanzza vuelve a
huirle, en la cruz, y reconviene al Padre que le ha abandonado. Por
inconsecuencias como éstas, por discordancias como éstas,
hay naturalidad, hay verdad, siéntese el calor y aroma de la
vida, en el más grande y puro de los hombres. |