Un carpintero se había sentado en un tablón que
estaba aserrando, y para manejar la sierra con facilidad empleaba dos
cuñas que colocaba en la abertura, alternativamente, a medida
que avanzaba su obra.
Un mono observaba atentamente el trabajo del carpintero. Éste,
por un motivo accidental, tuvo que abandonar su obra: el mono inmediatamente
se subió al tablón, en el cual se sentó, pero con
tan mala fortuna que la cola se le introdujo en la abertura: después
quitó la cuña que mantenía abierta aquella raja,
y las dos partes se juntaron tan fuertemente que aplastaron y magullaron
la cola del pobre simio.
Éste lanzó dolorosos gritos. El carpintero acudió
y vio al infeliz animal en aquel estado lamentable. "He ahí
le dijo lo que sucede al que se mete en un oficio del que
no ha hecho el aprendizaje. Considérate feliz, a pesar de todo,
porque si en vez de ser la cola la que ha sufrido en la aventura hubiera
sido el cuello, estarías a estas horas en el imperio de Yama."
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