LA SERPIENTE Y LAS RANAS

En un jardín abandonado, habitaba una serpiente vieja que no tenía ya fuerzas suficientes ni siquiera para buscar su alimento. Se dejó caer a la orilla de un estanque y allí permaneció inmóvil.
Una rana la vio, se le acercó y le dijo:

"¿Por qué permanecéis quieta, sin buscar vuestro alimento?" —Amiga mía —le respondió la serpiente—: seguid vuestro camino, porque la historia de un ser desgraciado como yo, no es interesante para nadie.

Aquella respuesta picó la curiosidad de la rana, y ésta suplicó a la serpiente que le refiriese sus infortunios.

"En Bramapura —dijo la serpiente— vivía un sabio brahmán. Impulsada por la malignidad, mordí en cierto día al hijo de aquel brahmán, joven de veinte años, poseedor de todas las virtudes.

"Viendo muerto a su hijo, el anciano brahmán se desmayó de dolor y cayó al suelo. Todos sus parientes fueron a asistirlo y uno de sus amigos le dijo:

"Es preciso que hayáis perdido la razón para lamentaros así, hermano mío; porque la muerte no es más que la continuación de la vida; y la misma vida y todo lo que nos sucede en el curso de los años no es más que vanidad perecedera.

"¿Adónde están ahora aquellos señores del mundo, con sus ejércitos y acompañamientos? Solamente la tierra queda hoy como testigo que acredita su ausencia.

"¿No vemos nosotros mismos que nuestro cuerpo se desvanece por instantes? Diríase que se disuelve como una vasija de barro mal cocido en la que se hubiera puesto agua.

"Lo mismo que en el océano dos trozos de madera se encuentran, y al instante se apartan después que se han juntado, así en el mundo los seres vivos no se reúnen más que para separarse.

"Buscar solidez en las relaciones de esta vida es lo mismo que pretender hallar consistencia en una burbuja de agua.

"Desde la primera noche de su estancia en el seno de su madre, el ser nacido de raza de hombres va derecho hacia la muerte.

"Así como los ríos siguen su curso y no retroceden a su punto de origen, las noches y los días transcurren sin cesar y se llevan la vida de los mortales.

"Calmad, pues, vuestro dolor y alejad de vuestro espíritu cualquier pensamiento aflictivo".

"Al oír aquellas palabras, el brahmán se levantó como un hombre que despierta de un sueño penoso, y exclamó:

"Mi casa es ahora un infierno para mí. No quiero habitarla por más tiempo y voy a retirarme a un bosque.

"La dicha es para quien se va del mundo.

"Lo que se llama dicha no lo es.

"La palabra dicha nos ha sido dada sólo como remedio para aliviar al afligido, lo mismo que se da a respirar el perfume del loto a un niño que llora".

"El brahmán entonces me maldijo y exclamó: 'A partir de hoy, llevarás las ranas a tu espalda'

"Ésa es la causa de que yo me halle bajo el peso de la maldición de un brahmán y por lo que permanezco aquí para llevar ranas, de una parte a otra".

La rana fue seguidamente a contar aquella aventura a la reina de las ranas, la cual se acercó y se subió encima de la serpiente. Entonces la serpiente empezó a arrastrarse penosamente.

La reina le dijo: "¿Por qué no vas más de prisa?"

—Princesa —respondió la serpiente—, la falta de alimento me ha hecho perder mis fuerzas. ¡Pues bien! -respondió la reina-, come ranas; te lo ordeno. -Es un gran favor el que me concedéis —dijo la serpiente—. Y se comió una tras otra todas las ranas.

Cuando vio que ya no quedaba ninguna en el estanque, se comió a la reina.

El sabio, cuando tiene motivos para obrar, debe, si es preciso, llevar a la espalda aun a sus enemigos.

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