CAPÍTULO XXXII |
1.- IDOS los ladrones, los de la casa de los robados comienzan a volver en sí y a levantarse de donde estaban echados, y comenzaban a mirar por casa, por los silleros y bodegas, y por las petacas y cajas y cofres, y no hallaban nada de cuanto tenían; y hallan robado todo cuanto tenían, oro y plata, y piedras y plumas ricas, mantas y naguas y huipiles, y todo cuanto tenían. 2.y comienzan luego todos a llorar, y a dar gritos y a dar palmadas de angustia, y las mujeres comienzan a decir a voces: quezan nel oc nen quennel oc nen, que quiere decir "oh desventuradas de nosotras", y daban consigo tendidas en el suelo, y dábanse de puñadas y bofetadas en la cara diciendo: ca onitquioac, otlacemochictia, que quiere decir: "todo cuanto teníamos nos han llevado"; y decían otras muchas lástimas, como está en la letra; de esta manera lloraban aquellos que estaban robados. 3.A estos robadores también llamaban tetzotzomme, porque en tomándolos luego los apedreaban y les tomaban todo cuanto tenían en sus casas. 4. De las demás casas de este signo no hay que decir más de lo que está dicho atrás: la segunda casa de este signo se llama ome calli; la tercera ei cuetzpallin,la cuarta nahui cóatl; la quinta macuilli miquiztli; la sexta chicuace mázatl; la séptima chicome tochtli; la octava chicuei atl; la novena chiconahui itzcuintli; la décima matlactli ozomatli; la undécima matlactlionce malinalli; la duodécima matlactliomome ácatl; la decimotercera matlactliomei océlotl. |