CAPÍTULO XXXIII |
1.- EL SIGNO decimonoveno se llama ce quauhtli; decían que este signo no era mal afortunado, y que en él descendían las diosas Cihuateteo a la tierra; decían que no descendían todas sino las mozas, y aquéllas eran más empecibles y más temerosas, y hacían mayores daños a los muchachos y muchachas y se envestían en ellos, y les hacían hacer visajes, y por esto en este signo adornaban los oratorios edificados a honra de estas diosas por las divisiones de las calles y caminos, con espadañas y flores 2.y los que habían hecho algún voto o reverencia de ellas cubrían las imágenes de ellas con papeles en este día, y ofrecían los papeles manchados con ulli y otros que no cubrían sus imágenes ofrecían comida y bebida y copal blanco y menudo. 3. Estas comidas tomaban para sí los ministros de aquellos oratorios; después de haber comido cada uno bebía en su casa el pulcre, a sus solas, y daban el pulcre a los viejos y a las viejas, y visitaban unos a otros en sus casas. 4. Decían que los que nacían en este signo, si eran hombres, serían valientes y osados y atrevidos, y desvergonzados, y presuntuosos y soberbios, y decidores de palabras soberbias y afrentosas, y (que) presumirían de bien hablados y corteses y serían jactanciosos y lisonjeros;al cabo vendrían a morir en la guerra. 5.Y si era mujer la que nacía en este signo, sería deslenguada y maldiciente; su pensamiento sería decir mal y avergonzar a todos y también sería atrevida para apuñear y arañar las caras a otras mujeres y para remesar a todos y para rasgar los huipiles de las otras mujeres. |