CAPÍTULO XXXVI
DEL CONVITE QUE SE HACÍA POR RAZÓN DE LOS BATEOS, Y DE LA ORDEN DE SERVICIO Y DE LA BORRACHERA QUE ALLÍ PASABA

1.- SÍGUESE la manera del convite que se hacía en los bateos. Llegado el día de los bateos, juntábanse los convidados en la casa del que hacía el bateo y luego se asentaban por su orden, porque tenían sus asientos a cada uno según su manera.

2.— Luego comenzaban los que tenían el cargo de servir las cosas del convite, los que habían elegido para esto; ponían luego cañas de humo con sus platos delante de cada uno de los convidados; luego dábanles flores en las manos, y poníanles guirnaldas en las cabezas y echábanles sartales de flores al cuello; y luego todos los convidados comenzaban a chupar el humo de las cañas, y a oler las flores.

3.— Después de esto venían los servidores de la comida, y traían comida a cada uno según su comida, y la ponían delante del que estaba sentado.

4.— Una orden de chiquihuites con diversas maneras de pan, y pareados en los chiquihuites otros tantos cajetes con diversas maneras de cazuela, con carne o pescado;

5.—y antes que comenzasen a comer los convidados la comida que les habían puesto, tomaban un bocado de la comida y arrojábanle al suelo a honra del dios Tlaltecutli, y luego comenzaban a comer;

6.— habiendo comido daban las sobras a sus criados, y también los cajetes y chiquihuites.

7.— Luego venían los que servían el cacao y ponían a cada uno una jícara de cacao, y a cada uno le ponían su palillo, que llaman aquáuitl, y las sobras del cacao daban a sus criados.

8.— Después de haber ellos bien bebido y comido estábanse en sus asientos un ratillo, reposando;

9.—y algunos a quien no les contentaba la comida y bebida, levantábanse luego enojados e íbanse murmurando del convite y del que los convidó, y entrábanse en su casa enojados; y si alguno de parte del que convidó veía aquello, decíalo al señor del convite, el cual los hacía llamar para el día siguiente y les daba de comer y consolaba; a este día llamaban apeualo, porque en él se acababa todo el convite.

10.—A las mujeres, que comían en otra parte, no las daban cacao a beber sino ciertas maneras de mazamorra, sembrado con diversas maneras de chilmolli por encima;

11.—y a la noche los viejos y viejas juntábanse y bebíanpulcre y emborrachábanse. Para hacer esta borrachería ponían delante de ellos un cántaro de pulcre, y el que servía echaba en una jícara y daba a cada uno a beber, por su orden, hasta el cabo.
12.—A las veces daban pulcre que llaman íztac octli; que quiere decir pulcre blanco, que es lo que mana de los magueyes, y otras veces daban pulcre hechizo de agua y miel, cocido con la raíz, al cual llaman ayoctli que quiere decir pulcre de agua, lo cual tenía guardado y aparejado el señor del convite de algunos días antes.

13.—Y el servidor, cuando veía que no se emborrachaban, tornaba a dar a beber por la parte contraria a la mano izquierda, comenzando de los de más abajo.

14.— En estando borrachos, comenzaban a cantar; unos cantaban y lloraban, y otros cantaban y habían placer; cada uno cantaba lo que quería y por el tono que se le antojaba; ninguno concertaba con otro. Unos de ellos cantaban a voces y otros cantaban bajito, como dentro de sí.

15.— Otros no cantaban, sino parlaban y reían y decían gracias, y daban grandes risadas cuando oían a los que decían gracias. De esta manera se hacían los convites, cuando alguno convidaba por alguna causa.