XXIII

EL ELEFANTE

SOPORTA las palabras duras
como soporta el elefante
las flechas en la batalla;
muchos hablan inconscientemente.

Un elefante amaestrado entra al combate.
Un elefante domesticado conduce al rey.
El hombre que es su propio maestro
puede soportar palabras duras en paz.

Mejor que las mejores mulas,
mejor que caballos de pura sangre
o que poderosos elefantes en la guerra,
es el hombre que se domina a sí mismo.

Pues no es en los lomos de las bestias
que has de llegar a la región desconocida:
sólo mediante tu propia disciplina.


El gran elefante Dhanapalaka
es salvaje cuando anda en celo,
y no quiere comer en cautiverio
pues añora los bosques ancestrales.

El necio es flojo:
come y se echa a dormir
como un cerdo en la piara.
Por eso tiene que vivir otra vez.

"Mi propia mente gustaba de vagar,
de seguir el placer y la concupiscencia;
mas ahora está domesticada y yo la guío
como el jinete guía al elefante salvaje."

Despierta: sé testigo de tus pensamientos.
Así como el elefante logra salir
del lodazal en que se ha metido,
¡levántate a ti mismo!

Si el viajero puede hallar
virtuosa y sabia compañía
para el viaje de la vida,
que lo haga, alegremente,
y supere todos los peligros.

Pero si no puede hallar un maestro,
un amigo prudente que lo acompañe,
mucho mejor es viajar solo
como el rey que abandona el reino,
o el elefante solitario en el bosque.


Es mucho mejor viajar solo
que en compañía de un tonto.
No lleves contigo tus errores,
deja de lado las preocupaciones:
viaja sólo contigo mismo
como un elefante en el bosque.

Es bueno tener amigos cuando se
necesitan
y compartir de cualquier modo la felicidad.
Es bueno haber hecho algo de mérito
en esta vida, antes de partir,
y dejar atrás el sufrimiento.

Ser padre o ser madre es grato,
y es bueno respetar a los padres,
como dulce es vivir en soledad
y dominarse a sí mismo.

¡Qué dulce es el goce de la vida
cuando ésta es larga y es pura!
Cuando es firme la fe y hay bondad:
dulce es la sabiduría.
Dulce la liberación.

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