Que la manera [que los indios tenían de] hacer sus casas
era cubrirlas de paja, que tienen muy buena y mucha, o con hojas de
palma, que es propia para esto; y que tenían muy grandes corrientes
para que no se lluevan, y que después echan una pared de por
medio y a lo largo, que divide toda la casa y en esta pared dejan algunas
puertas para la mitad que llaman las espaldas de la casa, donde tienen
sus camas y la otra mitad blanquean de muy gentil encalado y los señores
las tienen pintadas de muchas galanterías; y esta mitad es el
recibimiento y aposento de los huéspedes y no tiene puerta sino
toda es abierta conforme al largo de la casa y baja mucho la corriente
delantera por temor de los soles y aguas, y dicen que también
para enseñorarse de los enemigos de la parte de dentro en tiempo
de necesidad. El pueblo menudo hacía a su costa las casas de
los señores; y que con no tener puertas tenían por grave
delito hacer mal a casas ajenas. Tenían una portecilla atrás
para el servicio necesario y unas camas de varillas y encima una esterilla
donde duermen cubiertos por sus mantas de algodón; en verano
duermen comúnmente en los encalados con una de aquellas esterillas
especialmente los hombres. Allende de la casa hacía todo el pueblo
a los señores sus sementeras, y se las beneficiaban y cogían
en cantidad que les bastaba a él y a su casa; y cuando había
caza o pesca o era tiempo de traer sal, siempre daban parte al señor
porque estas cosas siempre las hacían en comunidad. Si moría
el señor, aunque le sucediese el hijo mayor, eran siempre los
demás hijos muy acatados y ayudados y tenidos por señores.
A los demás principales inferiores del señor ayudaban
en todas estas cosas conforme a quienes eran, o al favor que el señor
les daba. Los sacerdotes vivían de sus oficios y ofrendas.
Los señores regían el pueblo concertando los litigios,
ordenando y concertando las cosas de sus repúblicas, todo lo
cual hacían por manos de los más principales, que eran
muy obedecidos y estimados, especialmente de la gente rica a quienes
visitaban; tenían palacio en sus casas donde concertaban las
cosas y negocios, principalmente de noche; y si los señores salían
del pueblo llevaban mucha compañía, lo mismo que cuando
salían de sus casas.
Que los indios de Yucatán son gente bien dispuesta, altos, recios
y de muchas fuerzas y comúnmente todos estevados porque en su
niñez, cuando las madres los llevan de una parte a otra van a
horcajadas en los cuadriles. Tenían por gala ser bizcos, lo cual
hacían por arte las madres colgándoles del pelo cuando
niños, un pegotillo que les llegaba al medio de las cejas; y
como les andaba allí jugando, ellos alzaban los ojos y venían
a quedar bizcos. Y que tenían las cabezas y frentes llanas, hecho
también por sus madres, por industria, desde niños, que
traían las orejas horadadas para zarcillos y muy harpadas de
los sacrificios. No criaban barbas y decían que les quemaban
los rostros sus madres con paños calientes siendo niños,
para que no les naciesen. Y que ahora crían barbas aunque muy
ásperas como cerdas de rocines.
Que criaban cabello como las mujeres; por lo alto quemaban como una
buena corona y así crecía mucho lo de debajo y lo de la
corona quedaba corto y que lo trenzaban y hacían una guirnalda
de ello en torno de la cabeza dejando la colilla atrás como borlas.
Que todos los hombres usaban espejos y no las mujeres; y que para llamarse
cornudos decían que su mujer les había puesto el espejo
en el cabello sobrante del colodrillo.
Que se bañaban mucho, no curando de cubrirse de las mujeres sino
cuanto podía cubrir la mano.
Que eran amigos de buenos olores y que por eso usan ramilletes de flores
y yerbas olorosas, muy curiosos y labrados.
Que usaban pintarse de colorado el rostro y cuerpo y les parecía
muy mal, pero teníanlo por gran gala.
Que su vestido era un listón de una mano de ancho que les servía
de bragas y calzas y que se daban con él algunas vueltas por
la cintura de manera que uno de los cabos colgaba adelante y él
otro detrás, y que estos cabos los hacían sus mujeres
con curiosidad y labores de pluma; y que traían mantas largas
y cuadradas y las ataban en los hombros; y que traían sandalias
de cáñamo o cuero de venado por curtir, seco, y no usaban
otro vestido.
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