Que
antiguamente se casaban de 20 años y ahora de 12
o 13 y por eso ahora se repudian más fácilmente, como
que se casan sin amor e ignorantes de la vida matrimonial y del oficio
de casados; y si los padres no podían persuadirlos de que volviesen
con ellas, buscábanles otras y otras. Con la misma facilidad
dejaban los hombres con hijos a sus mujeres, sin temor de que otro las
tomase por mujeres o después volver a ellas; pero con todo eso
son muy celosos y no llevan a paciencia que sus mujeres no sean honestas;
y ahora, en vista de que los españoles, sobre eso, matan a las
suyas, empiezan a maltratarlas y aun a matarlas. Si cuando repudiaban
[a sus mujeres] los hijos eran niños, dejábanlos a las
madres; si grandes los varones, con los padres, y [si] hembras, con
las madres.
Que aunque era tan común y familiar cosa repudiar, los ancianos
y de mejores costumbres lo tenían por malo y muchos había
que nunca habían tenido sino una [mujer] la cual ninguno tomaba
[en la familia] del padre, porque era cosa muy fea entre ellos; y si
algunos se casaban con las cuñadas, mujeres de sus hermanos,
era tenido por malo. No se casaban con sus madrastras ni cuñadas,
hermanas de sus mujeres, ni tías, hermanas de sus madres, y si
alguno lo hacía era tenido [por] malo. Con todas las demás
parientas de parte de su madre contraían [matrimonio], aunque
fuese [su] prima hermana.
Los padres tienen mucho cuidado de buscarles con tiempo a sus hijos,
mujeres de estado y condición, y si podían, en el mismo
lugar; y poquedad era entre ellos buscar las mujeres para sí,
y los padres casamiento para sus hijas; y para tratarlo concertaban
las arras y dote, lo cual era muy poco y dábalo el padre del
mozo al consuegro y hacía la suegra, allende del dote, vestidos
a la nuera e hijo; y venido el día se juntaban en casa del padre
de la novia y allí, aparejada la comida, venían los convidados
y el sacerdote y reunidos los casados y consuegros trataba el sacerdote
cuadrarles y si lo habían mirado bien los suegros y si les estaba
bien; y así le daban su mujer al mozo esa noche si era para ello
y luego se hacía la comida y convite y de ahí en adelante
quedaba el yerno en casa del suegro, trabajando cinco o seis años
para el mismo suegro; y si no lo hacía echábanlo de la
casa. Las madres trabajaban para que la mujer diese siempre de comer
al marido en señal de casamiento. Los viudos y viudas se concertaban
sin fiesta ni solemnidad y con sólo ir ellos a casa de ellas
y admitirlos y darles de comer se hacía el casamiento; de lo
cual nacía que [las mujeres] se dejaban con tanta facilidad como
se tomaban. Nunca los yucatanenses tomaron más de una como se
ha hallado en otras partes tener muchas juntas, y los padres, algunas
veces, [a nombre de sus hijos] niños, contraen matrimonio [y
los casados esperan] hasta que sean venidos en edad, y [los padres]
se tratan como suegros.
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