Que conforme a la cuenta de los indios, hará 120 años
que se despobló Mayapán, y que se hallan en la
plaza de aquella ciudad siete u ocho piedras de a diez pies de largo
cada una, redondas por una parte, bien labradas, y que tienen algunos
caracteres que ellos usan y que, desgastados por el agua, no se pueden
leer; mas piensan que es memoria de la fundación y destrucción
de aquella ciudad. Otras semejantes están en Zilán,
pueblo de la costa, aunque más altas, y preguntados los naturales
qué cosa eran, respondieron que acostumbraban erigir de 20 en
20 años, que es el número que tienen de contar de edades,
una piedra de aquellas. Mas parece [que esta explicación] no
lleva camino, porque según esto habrían muchas más,
principalmente que no las hay en otros pueblos sino en Mayapán
y Zilán.
Que lo principal que [se] llevaron a sus tierras estos señores
que desampararon Mayapán fueron los libros de sus ciencias
porque siempre fueron muy sujetos a los consejos de sus sacerdotes,
y que por esto hay tantos templos en aquellas provincias.
Que el hijo de Cocom que escapó de la muerte por estar
ausente en sus contrataciones en tierra de Ulúa, que es adelante
de la villa de Salamanca, al saber la muerte de su padre y el desbarato
de la ciudad, vino muy presto y se juntó con los parientes y
vasallos y pobló un lugar que llamó Tibulón,
que quiere decir jugados fuimos; y que edificaron otros muchos
pueblos en aquellos montes reuniéndose [allí] muchas familias
de estos Cocomes. La provincia donde manda este señor
se llama Zututa.
Que estos señores de Mayapán no tomaron venganza
de los mexicanos que ayudaron a Cocom porque fueron persuadidos
por el gobernador de la tierra y porque eran extranjeros; y que así
los dejaron dándoles facultades para que poblasen un pueblo apartado,
para sí solos, o se fuesen de la tierra no pudiéndose
casar con las naturales de ella, sino entre ellos. Y que escogieran
quedarse en Yucatán y no volver a las lagunas y mosquitos de
Tabasco, y poblaron la provincia de Canul que les fue señalada
y que allí duraron hasta las segundas guerras de los españoles.
Dicen que entre los doce sacerdotes de Mayapán hubo uno
muy sabio que tuvo una sola hija a quien casó con un mancebo
noble llamado Ah Chel, el cual hubo hijos que se llamaron como
el padre conforme a la usanza de esta tierra; y dicen que este sacerdote
avisó a su yerno de la destrucción de aquella ciudad y
que éste supo mucho en las ciencias de su suegro, el cual, dicen,
le escribió ciertas letras en la tabla del brazo izquierdo, de
gran importancia para ser estimado; y con esta gracia pobló en
la costa hasta que vino a hacer asiento en Tikoch siguiéndole
gran número de gentes, y que así fue muy insigne población
aquella de los Cheles, y poblaron la más insigne provincia
de Yucatán, a la cual llamaron, por aquel nombre, la provincia
de Ah Kin Chel, y es la de Ytzamal, donde residieron estos
Cheles y se multiplicaron en Yucatán hasta la entrada
del adelantado Montejo.
Que entre las tres casas de señores principales, que eran los
Cocomes, Xiues, y Cheles, hubo grandes bandos y enemistades
y hoy en día, con ser cristianos, aún las hay. Los Cocomes
decían a los Xiues que eran extranjeros y traidores al
matar a su señor principal robándole su hacienda. Los
Xiues se decían tan buenos como ellos, tan antiguos y
tan señores, y que no fueron traidores sino libertadores de la
patria matando al tirano. El Chel decía que era tan bueno
como ellos en linaje, por ser nieto de un sacerdote, el más estimado
de Mayapán, y que por su persona era mejor que ellos pues
había sabido hacerse tan señor como ellos, y que con esto
se hacían desabrimiento en los mantenimientos porque el Chel,
que estaba en la costa, no quería dar pescado ni sal al Cocom,
haciéndole ir lejos por ello, y el Cocom no dejaba sacar
caza ni frutas al Chel.
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