Montejo navega a Yucatán y toma posesión de la tierra.
Los cheles le conceden el asiento de Chichen Itzá.
Los indios le obligan a que los deje.

Que en este tiempo que Montejo estuvo en la corte negoció para sí la conquista de Yucatán aunque pudo haber negociado otras cosas; le dieron el título de adelantado y se vino a Sevilla llevando a un sobrino suyo de trece años de edad y de su mismo nombre, y en Sevilla halló a su hijo de 28 años a quien llevó consigo. Trató palabras de casamiento con una señora de Sevilla, viuda rica, y así pudo juntar 500 hombres a quienes embarcó en tres navíos. Siguió su viaje y aportó a Cuzmil, isla de Yucatán, donde los indios no se alteraron porque estaban domesticados con los españoles de Cortés, y que allí procuró saber muchos vocablos de los indios para entenderse con ellos, y que de allí navegó a Yucatán y tomó posesión diciendo un alférez suyo con la bandera en la mano: "en nombre de Dios tomo posesión de esta tierra por Dios y por el rey de Castilla".

Que de esta manera se fue costa abajo, que estaba bien poblada, hasta llegar a Conil, pueblo de aquella costa, y que los indios se espantaban de ver tantos caballos y gente, y que dieron aviso a toda la gente de lo que pasaba, y esperaban [ver] el fin que tenían los españoles.

Que los indios señores de la provincia de Chicaca vinieron al adelantado, a visitarle en son de paz y fueron bien recibidos; entre ellos había un hombre de grandes fuerzas, quien quitó un alfange a un negrillo que lo llevaba detrás de su amo y quiso matar con él al adelantado quien se defendió [hasta que] se llegaron los españoles y comprendieron que era menester andar sobre aviso.

Que el adelantado procuró saber cuál era la mayor población y supo que la de Tekoch en donde eran señores los Cheles, la cual estaba en la costa tierra abajo por el camino que los españoles llevaban; y que los indios, pensado que caminaban para salirse de la tierra, no se alteraban ni les estorbaban el camino y de esta manera llegaron a Tekoch al que hallaron pueblo mayor y mejor de lo que habían pensado. [Y el adelantado] fue dichoso de que no fuesen señores de aquella tierra los Couohes de Champotón, que siempre fueron de más coraje que los Cheles, quienes con el sacerdocio que les dura hasta hoy no son tan orgullosos como otros y por ello concedieron al adelantado que pudiese hacer un pueblo para su gente y les dieron para ello el asiento de Chichenizá, a siete leguas de allí, que es muy excelente, y que desde allí fue conquistando la tierra lo cual hizo fácilmente porque los de Ah Kin Chel no le resistieron y los de Tutu Xiu le ayudaron; y con esto, los demás hicieron poca resistencia.

Que de esta manera pidió el adelantado gente para edificar [en] Chichenizá y en breve edificó un pueblo haciendo las casas de madera y la cobertura de ciertas palmas y paja larga, al uso de los indios. Y se fue viendo que los indios servían sin pesadumbre. Contó la gente de la tierra, que era mucha, y repartió los pueblos entre los españoles y, según dicen, a quien menos cabía alcanzaban dos o tres mil indios de repartimiento; y así comenzó a dar orden a los naturales de cómo habían de servir a aquella ciudad, [cosa] que no agradó mucho a los indios, aunque disimularon por entonces.