Montejo deja Yucatán con su gente y va a México.
Su hijo Francisco de Montejo, pacifica después la tierra.

Que el adelantado Montejo no pobló a propósito de quien tiene enemigos porque estaba muy lejos del mar para tener entrada y salida a México y para las cosas de España; y que a los indios, pareciéndoles cosa dura servir a extranjeros [allí] donde ellos eran señores, comenzaron a ofenderle por todas partes; y aunque él se defendía con sus caballos y gente, y les mataba muchos, los indios se reforzaban cada día de manera que les vino a faltar la comida. Que al fin una noche dejaron la ciudad poniendo a un perro atado al badajo de la campana y un poco de pan apartado para que no lo pudiese alcanzar, y el mismo día cansaron a los indios con escaramuzas para que no los siguiesen y el perro repicaba la campana para alcanzar el pan lo cual maravilló mucho a los indios pensando que querían salir por ellos; mas después de sabido quedaron corridos de la burla y acordaron seguir a los españoles por muchas partes porque no sabían el camino que llevaban. La gente que fue por aquel camino alcanzó a los españoles dándoles mucha grita, como a gente que huía, por lo cual seis de a caballo los esperaron en un raso y alancearon a muchos de ellos. Uno de los indios asió a un caballo por la pierna y le derribó como si fuese un carnero. Los españoles llegaron a Zilán que era muy hermoso pueblo cuyo señor era un mancebo de los Cheles, ya cristiano y amigo de los españoles, quien los trato muy bien. Zilán estaba muy cerca de Ticokh la que, con todos los pueblos de aquella costa, estaba [sometida] a la obediencia de los Cheles, y así les dejaron estar seguros algunos meses.

Que el adelantado viendo que desde allí no se podía socorrer de las cosas de Nueva España, y que si los indios les atacaban serían perdidos, acordó irse a Campeche y [de allí] a México, dejando a Yucatán sin gente. Había desde Zilán a Campeche cuarenta y ocho leguas muy pobladas de gente. Dieron parte a Vamux Chel, señor de Zilán y él se ofreció a asegurarles el camino y acompañarlos. El adelantado trató con el tío de éste, que era señor de Yohain, que le diese dos hijos bien dispuestos que tenía para que le acompañasen, de manera que con tres mancebos primos hermanos dos en colleras y el de Zilán a caballo, llegaron seguros a Campeche donde fueron recibidos en paz. Los Cheles se despidieron y volviendo a sus pueblos cayó muerto el de Zilán. Desde allí partieron para México donde Cortés había señalado repartimiento de indios al adelantado, aunque estaba ausente.

Que llegado el adelantado a México con su hijo y sobrino, llegó luego en busca suya doña Beatriz de Herrera, su mujer, y una hija que en ella tenía llamada doña Catalina de Montejo. El adelantado se había casado clandestinamente en Sevilla con doña Beatriz de Herrera y dicen algunos que la negaba, pero don Antonio de Mendoza, Virrey de la Nueva España, se puso de por medio y así la recibió y a él lo envió el mismo Virrey por gobernador de Honduras donde casó a su hija con el licenciado Alonso Maldonado, Presidente de la Audiencia de los Confines; y que después de algunos años le pasaron a Chiapas desde donde envió a su hijo a Yucatán, con poderes, y lo conquistó y pacificó.

Que este don Francisco, hijo del adelantado, se crió en la corte del rey católico y le trajo su padre cuando volvió a las Indias, a la conquista de Yucatán, y de allí fue con él a México; y que el Virrey don Antonio y el marqués don Hernando Cortés le quisieron bien y fue con el marqués a la jornada de California. Y que tornado, le proveyó el Virrey para regir Tabasco y se desposó con una señora llamada doña Andrea del Castillo, que había pasado doncella a México con parientes suyos.