Los cinco ensayos que aquí
reúno versan sobre otros tantos humanistas que vivieron en México,
en épocas muy diferentes, pero todos con su atención puesta
en el ser de Mesoamérica. Uno actuó y pensó dentro
de la misma antigua historia. Otro vino de fuera para apaciguar conflictos
en la tierra recién conquistada, pero pronto se interesó
también en indagar acerca de su cultura. Uno más, se distinguió
por sus aportaciones a la cultura mexicana siendo originalmente italiano.
De los dos restantes cabe decir que en momentos distintos uno
en el Siglo de las Luces y otro ya en nuestra centuria dedicaron
su vida a rescatar algo de lo mejor de Mesoamérica, para México
y el mundo entero.
A los cinco llamo humanistas porque en sus vidas y pensamiento dieron
primordial importancia a las realidades humanas en la plenitud de su
cultura. De otros humanistas, con existencia también fecunda
para México, me he ocupado en distintas ocasiones. De ese conjunto
que, en sus raíces indígena e hispánica, confiere
fundamento y sentido al ser de México, reúno lo que he
escrito en relación con estos cinco: Nezahualcóyotl (1402-1472),
el sabio señor de Tetzcoco, de cuya antigua palabra algo ha llegado
hasta nosotros; Sebastián Ramírez de Fuenleal (c. 1490-1547),
varón prudentísimo que encontró tiempo para escudriñar
en la cultura de Mesoamérica; Lorenzo Boturini Benaducci (1702-c.
1755), autor de la célebre Idea de una Nueva Historia General
de la América Septentrional...; Francisco Xavier Clavijero
(1731-1787), el criollo que, exiliado de su patria, dio a conocer al
mundo la Historia antigua de México, y Ángel María
Garibay (1892-1967), el maestro que supo redescubrir el valor universal
de la literatura náhuatl.
Rostros y corazones disímbolos en cierto modo, los de estos cinco
sabios se acercan aquí por su mensaje sobre la significación
de cuanto atañe a la cultura, creación única posible
del hombre en la Tierra. A sus nombres cabría sumar los de otros
que, desde la época prehispánica hasta hoy, han hecho
aquí asimismo siembra de ideas. No sería breve la lista
de los tlamatinime de Mesoamérica, "los que saben
algo", cuyos nombres y palabras conocemos. Y tampoco sería
exigua la de quienes vinieron de más allá de las aguas
divinas e inmensas, los Sahagún, Quiroga y Las Casas... Continuar
el elenco hasta el presente sería riesgoso por posibles omisiones
imperdonables.
Estos cinco ensayos, concebidos en circunstancias diferentes, fueron
publicados originalmente en lugares también muy distintos:
Nezahualcóyotl, poesía y pensamiento (1402-1472) (quinto
centenario de su muerte), Gobierno del Estado de México, Tetzcoco,
1972; Don Sebastián Ramírez de Fuenleal, Cuadernos
Prehispánicos, Valladolid, España, 1978; "Lorenzo
Boturini Benaducci (1702-c. 1755)", introducción a la edición
facsimilar de la Idea de una Nueva Historia General de la América
Septentrional..., México, 1996; Recordación de
Francisco Xavier Clavijero, su vida y obra, Ediciones del
Museo de la Ciudad de Veracruz, Veracruz, 1970, y "El maestro Ángel
María Garibay K.", Memorias de la Academia Mexicana,
México, 1973, t. XX, pp. 260-265. Según pienso, los cinco
ensayos reflejan como símbolos algo de mi propia
verdad. Experimento profunda admiración por estos extraordinarios
humanistas. Sus vidas, pensamiento y obras son como dice el texto
en náhuatl "luz de gruesa antorcha que no ahúma..."
Con su saber se enriquece nuestro existir en la Tierra.
MIGUEL LEÓN -PORTILLA
Ciudad Universitaria, septiembre, 1997
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