Varios son los códices, y también
las antiguas crónicas y los poemas en idioma náhuatl,
en los que la figura de Nezahualcóyotl de diversas formas se
nos vuelve presente.1 Por una parte están
las palabras, testimonio de admiración, acerca de su casi proverbial
sabiduría como forjador de cantos, como maestro versado en todas
las artes y como profundo conocedor de las cosas ocultas. Por otra,
se reiteran también los relatos, en los que se da cabida incluso
a presagios y portentos en torno a lo que llego a ser su actuación.
Así, por ejemplo, en las colecciones de antiguos cantares una
y otra vez afloran alabanzas, como ésta de un poeta anónimo
de la región culhuacana que, dirigiéndose al sabio señor
de Tetzcoco, dejó dicho:
Sobre la estera de flores
pintas tu canto, tu palabra,
príncipe Nezahualcóyotl.
En los libros de pinturas está tu corazón,
con flores de todos colores
pintas tu canto, tu palabra,
príncipe Nezahualcóyotl.2
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Un elogio que rivaliza con la anterior afirmación de que el
corazón de Nezahualcóyotl da vida a los libros de pinturas
lo hallamos en otro breve canto que apunta a la más honda raíz
de la sabiduría que llevaban consigo sus palabras:
Dentro de ti vive,
dentro de ti forja un libro de pinturas,
inventa, el Dador de la vida,
¡príncipe chichimeca, Nezahualcóyotl!3 |
Si nos fijamos ahora en algunas de las crónicas indígenas,
los presagios sobre lo que habría de alcanzar el príncipe
tetzcocano, repetidas veces nos salen al paso. De los Anales de
Cuauhtitlán tomamos, como una muestra, el relato de lo
que aconteció a Nezahualcóyotl cuando todavía
era muy joven, poco después de la muerte de su padre, perpetrada
por las gentes de Azcapotzalco. Lo que en estos anales se consigna,
siendo legendario y portentoso, es sin duda reflejo de la nunca disminuida
admiración de que fue objeto Nezahualcóyotl en el mundo
de Anáhuac.
Así se entretenía jugando Nezahualcóyotl,
pero, una vez, se cayó en el agua.
Y dicen que de allí lo sacaron
los hombre-búhos, los magos;
vinieron a tomarlo, lo llevaron
allá, al Poyauhtécatl,
al Monte del Señor de la niebla.
Allí fue él a hacer penitencia y merecimiento.
Estando allí, según se dice,
lo ungieron con agua divina,
con el calor del fuego.
Y así le ordenaron, le dijeron:
tú, tú serás,
a ti te ordenamos, éste es tu encargo,
así, para ti, en tu mano,
habrá de quedar la ciudad.
Enseguida los magos lo regresaron
al lugar de donde lo habían traído,
De donde lo habían tomado...4 |
Ser llevado por los magos para que hiciera merecimiento en el Poyauhtécatl
y ser luego ungido con el agua divina y con el calor del fuego, símbolo
de la guerra, fue presagio, al que de inmediato siguió nueva
palabra profética en relación con Tetzcoco, dominado
entonces por los tecpanecas: "así, para ti en tu mano,
habrá de quedar la ciudad".
Otro relato, de contenido a fin, nos lo ofrecen también los
Anales de Cuauhtitlán. Es ésta la tradición
de un prenuncio: el sueño que tuvo Tezozomoctli de Azcapotzalco,
el anciano usurpador de la herencia de Nezahualcoyótl. Hondamente
perturbado por la visión que había tenido en su sueño,
manifestó Tezozomoctli:
En verdad tuve un sueño no bueno:
un águila se irguió sobre mí,
un ocelote se irguió sobre mí,
un cuetlaxtli se irguió sobre mí,
el señor amarillo sobre mí se quedó.
Mucho me ha atemorizado mi sueño.
Por ello digo:
¡No sea que Nezahualcóyotl me haga
perecer!5 |
Así, a los elogios expresados en los antiguos cantares, reconocimiento
de la sabiduría del príncipe tetzcocano se sumaron también
los presagios, los portentos y las leyendas consignadas por la tradición
prehispánica que quedó al fin en las crónicas.
Tan celebrada y admirada en extremo, como lo fue la figura de Nezahualcóyotl
entre los antiguos mexicanos, también había de atraerse
más tarde la atención de otros muchos a lo largo de
las centurias coloniales y después, durante el periodo independiente,
hasta la época actual.
Sin embargo, en las múltiples referencias a su vida y pensamiento,
y aun en algunas modernas biografías acerca de él, debemos
reconocer que han proliferado las fantasías
y las afirmaciones que, en el mejor de los casos, han de tenerse por
hipotéticas.6 En este sentido
podría decirse de tales interpretaciones que, lejos de tomar
en cuenta con mirada crítica los viejos cantares y los relatos
de las crónicas nativas, han caído en ponderaciones,
cuya única consecuencia ha sido oscurecer la significación
que tuvieron el rostro y el corazón de Nezahualcóyotl.
Un solo ejemplo aduciré, extremo por cierto, de lo que se ha
llegado a atribuir al tetzcocano en materia de composiciones poéticas.
Me refiero a un poema incluido por José Joaquín Granados
y Gálvez en sus Tardes americanas, obra impresa
en México en 1778. En ese poema, citado repetidas veces, aparece
Nezahualcóyotl hablando de las "bóvedas de pestilentes
polvos", de la "redondez de la Tierra que es un sepulcro",
de las "púrpuras" y de "las caducas pompas de
este mundo..." Obviamente Nezahualcóyotl no pudo servirse
de metáforas semejantes, por completo extrañas al pensamiento
de los antiguos mexicanos.
Las ideas de Nezahualcóyotl conservadas en las colecciones
de cantares de origen prehispánico son en realidad muy distintas
y mucho más profundas que las de quienes forjaron en su honor
tan burdas falsificaciones. Intentaremos aquí acercarnos a
su pensamiento sobre la base de las fuentes que se conservan. Podrá
así comprenderse cómo en realidad el señor de
Tetzcoco, con plena conciencia de un legado espiritual milenario,
pudo desarrollar formas de pensar que, si guardan obvia semejanza
con las de otros tlamatinime, muestran también matices
y enfoques distintos, consecuencia de su propia intuición.
Convergían de hecho en Nezahualcóyotl dos distintas
corrientes de tradición, la de los antiguos grupos chichimecas
venidos del norte y la que se derivaba de la cultura tolteca con las
enseñanzas y doctrinas atribuidas a Quetzalcóatl. Sabido
es que, por obra de los ancestros de Nezahualcóyotl, algunas
instituciones toltecas, entre ellas el arte de la escritura y las
antiguas doctrinas y prácticas religiosas, habían alcanzado
nuevo florecimiento en Tetzcoco. Desde los días de su infancia
se vio influido Nezahualcóyotl por ese resurgimiento de la
cultura tolteca ya que, según lo refiere Ixtlilxóchitl,
tuvo entre los ayos "que convenían a su buena crianza
y doctrina a uno..." llamado "Huitzilihuitzin, que era a
su modo en aquel tiempo gran filósofo..."
7
Y no es que hubieran desaparecido por completo los mitos, tradiciones
y prácticas de origen chichimeca. Claras supervivencias de
ello se descubren en los textos, pero dando ya lugar a diversas maneras
de sincretismo cultural y religioso. Así, los mexicas que,
como los tetzcocanos, estaban en proceso de asimilar las instituciones
de origen tolteca, llegarían más tarde a transformarlas
en función de sus propias ideas y ambiciones, hasta convertirse
a sí mismos en el "pueblo del Sol" con una nueva
visión místico-guerrera del mundo, raíz de su
extraordinaria pujanza como conquistadores dentro del ámbito
del México antiguo.
Distinto fue el sesgo que tuvo la fusión de elementos culturales
toltecas y chichimecas en el pensamiento y en la acción de
Nezahualcóyotl y de otros tlamatinime. Las doctrinas
atribuidas a Quetzalcóatl serían para ellos punto de
partida de reflexiones de hondo sentido espiritualista acerca de los
antiguos temas de Tloque Nahuaque, el "dueño del
cerca y del junto", los rostros y corazones humanos, la superación
personal de la muerte y la posibilidad de decir palabras verdaderas
en un mundo en el que todo cambia y perece. Dentro de este contexto,
el pensamiento de Nezahualcóyotl, mejor que el de otros contemporáneos
suyos, habría de desarrollarse guiado por su intuición,
hasta llegar a formular una de las más hondas versiones de
lo que hemos llamado filosofía náhuatl.
En vez de detenemos aquí en relatar anécdotas
acerca de la vida de Nezahualcóyotl, preferimos concentrar
la atención en lo que parece haber sido la trayectoria, los
temas y problemas, de ese su pensar filosófico. Diremos sólo
que, para el estudio de su vida, son fuentes principales varios códices
tetzcocanos y mexicas, los Anales de Cuauhtitlán,
las obras de los historiadores Ixtlilxóchitl y Pomar, así
como, con carácter de secundarias, las relaciones e historias
de fray Juan de Torquemada y de Chimalpain Cuauhtlehuanitzin. Lo que
podemos conocer de su pensamiento y creación poética
se conserva en las mismas colecciones de cantares prehispánicos
de las que provienen los textos de otros muchos forjadores de cantos.
1 Fuentes principales
son el Códice Xólotl, el Mapa Quinatzin,
el Mapa de Tepechpan, el Códice en Cruz, la Relación
de Tetzcoco de Juan Bautista Pomar, los Anales de Cuauhtitlán,
las Relaciones e Historia de la Nación Chichimeca de
Fernando de Alva Ixtlilxóchitl. De todos estos testimonios
de la tradición indígena existen varias ediciones.
2 Ms. Romances
de los señores de la Nueva España, fol. 18 v.
3 Ibid.,
fol.34r.
4 Anales
de Cuauhtitlán, fol. 36.
5 Anales de
Cuauhtitlán, fol. 38.
6 Entre las biografías
de Nezahualcóyotl libres básicamente de fantasías,
citaremos tan sólo dos: José María Vigil, Nezahualcóyotl,
el rey poeta (nueva edición), Biblioteca Mínima
Mexicana, Ediciones de Andrea, México, 1957; José Luis
Martínez, Nezahualcóyotl, su vida y obra, FCE ,
México, 1972.
7 Fernando de
Alva Ixtlilxóchitl, Obras históricas, 2 vols.,
México 1882, t. II, p. 82.
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