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          Mencionando únicamente los momentos más sobresalientes, 
          recordaremos que nació en Tetzcoco en el año 1-conejo, 
          1402, teniendo por padres al señor Ixtlilxóchitl 
          el Viejo y a Matlalcihuatzin, hija de Huitzilíhuitl, segundo 
          señor de Tenochtitlan.8 Desde 
          los días de su infancia recibió Nezahualcóyotl 
          esmerada educación, tanto de sus ayos en el palacio paterno, 
          como de sus maestros en el principal calmécac de Tetzcoco. Gracias 
          a esto pudo adentrarse desde un principio en el conocimiento de las 
          doctrinas y sabiduría heredadas de los toltecas. 
           
          Según el historiador Chimalpain, en el año 4-conejo, 1418, 
          cuando el joven príncipe contaba dieciséis años 
          de edad, vio morir a su padre asesinado por las gentes de Tezozómoc 
          de Azcapotzalco, con la consiguiente ruina de Tetzcoco sometida al poder 
          de la nación tecpaneca. La muerte de su padre fue el comienzo 
          de una larga serie de desgracias, persecuciones y peligros referidos 
          con detalle en la mayoría de las crónicas e historias. 
          Rasgo sobresaliente de Nezahualcóyotl en tan difíciles 
          circunstancias fue su sagacidad que, unida a su audacia, habría 
          de llevarle al fin al triunfo sobre sus enemigos. Y seguramente que 
          ya desde esa época tuvo ocasión de entrar en contacto 
          con algunos poetas y sabios, como es el caso de Tochihuitzin Coyolchiuhqui, 
          "el forjador de cascabeles", uno de los hijos de Itzcóatl 
          que le ayudó a escapar en el momento en que las gentes de Azcapotzalco 
          perpetraban la muerte de su padre. 
           
          Ganándose el favor de los señores de varios Estados vecinos, 
          entre ellos de los de Huexotzinco y Tlaxcala, y sobre todo el de sus 
          parientes por línea materna, o sea, de los mexicas que también 
          iniciaban entonces su lucha contra los de Azcapotzalco, Nezahualcóyotl 
          pudo emprender la liberación de los dominios de su padre. Así, 
          según el testimonio de los Anales de Cuauhtitlán, 
          en el año 3-conejo, 1430; logró conquistar el señorío 
          de Coatlichan.9 
          Al fin, después de numerosas batallas que trajeron consigo la 
          derrota completa de los tecpanecas, Nezahualcóyotl pudo coronarse 
          en 1431 y, dos años mas tarde, establecerse de manera definitiva 
          en Tetzcoco con el apoyo y la alianza de México-Tenochtitlan. 
           
          Su largo reinado de más de cuarenta años aparece en los 
          textos como una época de esplendor en la que florecen extraordinariamente 
          las artes y la cultura. Nezahualcóyotl edificó palacios, 
          templos, jardines botánicos y zoológicos. Fue consejero 
          de los reyes aztecas y, como arquitecto extraordinario, dirigió 
          la construcción de calzadas, las obras de introducción 
          del agua a México, la edificación de los diques o albarradas 
          para aislar las aguas saladas de los lagos e impedir futuras inundaciones. 
          Su descendiente, el historiador Fernando de Alva Ixtlilxóchitl, 
          nos habla pormenorizadamente de las obras emprendidas por Nezahualcóyotl 
          y describe con fruición lo que llegaron a ser sus palacios con 
          salas dedicadas a la música y a la poesía, en donde se 
          reunían los sabios, los conocedores de los astros, los sacerdotes, 
          los jueces y todos cuantos se interesaban por lo más 
          elevado de las creaciones dentro de ese nuevo florecimiento cultural 
          hondamente cimentado en la tradición de los toltecas.10 
           
          Como legislador, promulgó Nezahualcóyotl una serie 
          de leyes, muchas de las cuales se conservan en antiguas transcripciones 
          que dejan entrever su sabiduría y profundo 
          sentido de justicia.11 Es cierto que, 
          por su alianza con México-Tenochtitlan, hubo de participar en 
          numerosas guerras y tuvo también que transigir en lo tocante 
          a prácticas y ceremonias religiosas con las que en más 
          de una ocasión manifestó su desacuerdo. Pero, según 
          parece, en su vida personal se apartó del culto a los dioses 
          de la religión oficial y se opuso, hasta donde le fue posible, 
          al rito de los sacrificios de hombres. Como testimonio visible de su 
          más íntima persuasión y del sesgo que había 
          dado a su pensamiento, frente al templo del dios Huitzilopochtli que 
          se levantaba en Tetzcoco en reconocimiento del predominio mexica, edificó 
          Nezahualcóyotl otro templo con una elevada torre compuesta de 
          varios cuerpos que simbolizaban los travesaños o pisos celestes, 
          sin imagen alguna, en honor de Tloque Nahuaque, "el dueño 
          del cerca y del junto, el invisible como la noche e impalpable como 
          el viento", el mismo al que hacía continua referencia en 
          sus meditaciones y poemas. 12 
           
           Otras muchas anécdotas y hechos importantes en la 
          vida de Nezahualcóyotl podrían aducirse para dar mejor 
          idea de lo que fue su rostro y corazón de hombre "con carne 
          y color". Cabe recordar, así, la que él mismo tuvo 
          como la mayor y más lamentable de sus flaquezas, con ocasión 
          del encuentro con su vasallo, el también poeta Cuacuauhtzin de 
          Tepechpan, de cuya mujer había de quedar prendado con bien trágicas 
          consecuencias. Igualmente, al hablar las crónicas acerca de Axayácatl, 
          el tlahtoani o rey de Tenochtitlan, vuelve a aparecer Nezahualcóyotl 
          influyendo en su elección y actuando como consejero y aliado 
          de la nación mexica. Finalmente, a propósito de su hijo 
          Nezahualpilli, una vez más queda manifiesta su previsión 
          de hombre sabio que lo movió a escoger por sucesor a quien, como 
          él, había de acrecentar el ya bien cimentado prestigio 
          de Tetzcoco. 
           
          Setenta y un años vivió el sabio señor de Tetzcoco, 
          y fue precisamente al sentir ya cercana su muerte, cuando dio a conocer 
          su determinación de ser sucedido por su hijo Nezahualpilli. Entre 
          las últimas disposiciones que dictó, además de 
          encomendar a Nezahualpilli a la tutela del prudente Acapipioltzin, reconciliado 
          ya Nezahualcóyotl con la idea de la muerte sobre la que tanto 
          había meditado, pidió que, al sobrevenirle ésta, 
          no se diera puerta a la inquietud ni se causara pesar al pueblo. Su 
          descendiente, el historiador Ixtlilxóchitl, nos ha conservado 
          las que parecen haber sido sus postreras palabras: 
           
          
  
    | Yo me hallo Cercano a la muerte, y fallecido que sea, en lugar 
              de tristes lamentaciones cantaréis alegres cantos, mostrando 
              en vuestros ánimos valor y esfuerzo para que las naciones 
              que hemos sujetado y puesto debajo de nuestro imperio, por mi muerte 
              no hallen flaqueza de ánimo en vuestras 
              personas sino que entiendan que cualquiera de vosotros es solo bastante 
              para tenerlos sujetos... 13 | 
   
 
          
               
              
          Ocurrió la muerte de Nezahualcóyotl un año 6-pedernal, 
            según nuestra cuenta, en el de 1472. Al hacer recordación 
            de ella cronistas e historiadores sin excepción se empeñan 
            en lograr un postrer elogio de Nezahualcóyotl, queriendo sintetizar 
            lo que fueron sus méritos y creaciones sobre todo como poeta 
            y pensador. Aduciremos aquí tan sólo algo de lo que 
            escribió el mismo Ixtlilxóchitl:
           
           
  
    De esta manera acabó la Vida de Nezahualcóyotl, que 
              fue el más poderoso, valeroso, sabio y venturoso príncipe 
              y capitán que ha habido en este Nuevo Mundo [...] porque 
              fue muy sabio en las cosas morales y el que más vaciló, 
              buscando de dónde tomar lumbre para certificarse del verdadero 
              Dios [...] como se ha visto en el discurso de su historia, y dan 
              testimonio sus cantos que compuso [...] Y aunque no pudo de todo 
              punto quitar el sacrificio de los hombres, conforme a los ritos 
              mexicanos, todavía alcanzó con ellos que tan solamente 
              sacrificasen a los habidos en guerra, esclavos 
              y cautivos y no a sus hijos y naturales que solían tener 
              de costumbre... 14  | 
   
 
            
          Y como para dar mayor apoyo a estas sus palabras y a todo lo dicho 
            acerca de Nezahualcóyotl, señala luego el cronista tetzcocano 
            con particular énfasis cuáles han sido los testimonios 
            y fuentes de que se ha valido:
            
           
          
  
    Autores son de todo lo referido y de lo demás de su vida 
              y hechos los infantes de México, Itzcoatzin y Xiuhcozcatzin, 
              y otros poetas e históricos en los anales de las tres cabezas 
              de esta Nueva España, y en particular en los anales que hizo 
              el infante Quauhtlatzacuilotzin, primer señor del pueblo 
              de Chiauhtla, que comienzan desde el año de su nacimiento 
              hasta el tiempo del gobierno del rey Nezahualpiltzintli. Y asimismo 
              se halla en las relaciones que escribieron los infantes de la ciudad 
              de Tezcuco, D. Pablo, D. Toribio, D. Hernando Pimentel y Juan de 
              Pomar, hijos y nietos del rey Nezahualpiltzintli de Tetzcuco, y 
              asimismo el infante D. Alonso Axayacatzin, señor de Iztapalapan, 
              hijo del rey Cuitláhuac y sobrino del 
              rey Motecuhzomatzin... 15  | 
   
 
            
          Lamentablemente las obras de algunos de estos que Ixtlilxóchitl 
            llama "poetas e históricos" están para nosotros 
            perdidas en la actualidad. Sin embargo, tanto las varias fuentes indígenas 
            conocidas, a las que ya nos hemos referido, como las pocas biografías 
            que de Nezahualcóyotl se han escrito en fecha más reciente, 
            permiten a quien lo desee un acercamiento más profundo a la 
            vida azarosa, fecunda y extraordinaria del gran señor de Tetzcoco. 
             
           
          8 Concuerdan respecto de 
            esta información los Anales de Chimalpain, el propio 
            Cronista Ixtlilxóchitl, Torquemada, los Anales de Cuauhtitlan, 
            así como otras varias fuentes indígenas.
           
          9 Anales 
            de Cuauhtitlán, op. cit., p. 165.  
          10 Véase 
            Fernando de Alva Ixtlilxóchitl, op. cit., t. II, pp. 173-181 
            y 212. El Códice o Mapa Quinatzin, manuscrito de origen 
            tetzcocano, ofrece asimismo una representación pictográfica 
            de los palacios de Nezahualcóyotl. Véase Anales del 
            Museo Nacional de Arqueología, época I, t. II, México, 
            1885, pp. 345-368. 
          11 Ibid., 
            t. I, pp. 237-239 y t. II, pp. 187-193. 
          12 Véase 
            lo dicho a este respecto por Fernando de Alva Ixtlilxóchitl, 
            op. cit., t. II, p. 227. 
          13 Ibid., 
            t. II, p. 242 
          14 Ibtd., 
            pp. 243-244. 
          15 Ibid., 
            pp. 244-245.
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