El esfuerzo y la fatiga


LAS ACCIONES ACCIDENTALES Y LAS NECESARIAS

Para aclarar la diferencia que hay entre la acción primaria y las secundarias, cabe añadir que aquélla, la primaria, es fundamentalmente útil así es la alimentación; así el uso de la palabra; de igual modo el calentamiento del cuerpo cuando hace frío, etc. Las acciones derivadas pueden a su vez ser accidentales, dependiendo de la constitución personal de cada quien; o necesarias, estando caracterizadas las últimas porque forman parte de la vida psíquica normal. Tanto unas como otras provocan reacciones o correcciones según las circunstancias.


FENÓMENOS DE ACELERACIÓN Y DE RETARDO

El hombre es semejante a un automóvil que en su carrera puede ser dirigido tanto a la derecha como a la izquierda, o seguir de frente, así como acelerar o retardar la marcha; o en otros términos: es capaz de regularizar el recorrido, sirviéndose para ello de válvulas, escapes, frenos y palancas. Asimismo, hay fenómenos aceleradores o frenadores en el organismo, dependiendo unos, comúnmente, de nervios motores que en el sistema de la vida de relación descargan rápidamente su energía; y lo hacen menos pronto en el simpático; los otros, los inhibidores o que detienen el ímpetu, ofrecen como tipo al neumogástrico.

Por lo que toca a, la vida del espíritu, son los sentimientos los que arreglan la conducta, haciéndola violenta o reposada y efectuándola a costa de esfuerzo, o engendrando como consecuencia el cansancio.7

Ya en otras épocas se han ocupado del asunto médicos como Cabanis y Regis, y filósofos como Maine de Biran y Bossuet. En los últimos tiempos, James ha hecho un estudio detenido del feeling del esfuerzo y hay algún artículo interesantísimo de Philippe.

Los sentimientos del esfuerzo y la fatiga, asuntos de este capítulo, son pasivos y han sido considerados como imágenes y como reflejos. La fuerza es manifestación de nuestro ser, ya la física, moral o psicológica. Desde ha mucho tiempo Helmholtz y Bastian se preguntaron ¿qué es el esfuerzo?, y como consecuencia, se vino a caer en la cuenta de que es la emoción provocada por fuerzas nerviosas que, partiendo del cerebro, llegan a nuestros brazos. El cerebro se ha supuesto formado de celdillas pequeñas que se pueden comparar a diminutas cajas en donde se guardan los recuerdos, acervo que en cualquier momento se puede gastar.8 La explicación así hecha no cuesta dificultad pero si meditamos un poco veremos que los sentimientos del esfuerzo y de la fatiga no son los efectos de la actividad central. Así, un enfermo hemipléjico del lado derecho no puede comer, ni tampoco dar la mano del mismo lado cuando se le pide, no obstante que hace intento para hacerlo. Esto no corresponde al esfuerzo. James contestaría: "puede hacerse del otro lado del cuerpo en donde se han conservado los movimientos".


INVERSIÓN DE LAS FÓRMULAS DINÁMICAS Y DE QUIETISMO

Las fórmulas se han modificado, considerando el esfuerzo y la fatiga, no en el centro, sino en la periferia; y anotando las alteraciones del pulso y la respiración en cada caso. Las curvas presentadas por un esfigmógrafo y por un neumógrafo se abaten cuando sobreviene el cansancio y, en cambio, se conservan levantadas mientras hay entereza. Tales apreciaciones de orden físico se han querido extender a la esfera moral, pero este paralelismo es absurdo como bien pronto lo vamos a demostrar. Para ello entremos en el terreno patológico, considerando las alteraciones sentimentales.

ESTADOS DELIRANTES

a) En la melancolía

En la locura, entre sus diversos aspectos, hay dos muy interesantes que son: la melancolía simple y la melancolía delirante, en las que, además de la tristeza, hay otras consideraciones dignas de mencionarse.

En una persona normal, la apreciación "tengo frío" es tan real como esta otra: "tengo necesidad de sufrir". Jouffroy ya lo ha dicho: la psicología es una ciencia de lo particular; y, del mismo modo que se hacen las apreciaciones anteriores en concreto, pueden hacerse otras análogas como "tengo sueño", "tengo hambre", etc.; pero las aseveraciones en una persona enferma, mentalmente hablando, no están en consonancia, frecuentemente, con sus condiciones corporales.

Para comprobar este aserto, nos referiremos a una señorita de 18 a 19 años, que padecía de anorexia. La falta de apetito estaba en relación con trastornos digestivos; y como manifestaba que los alimentos le hacían mal al estómago, disminuía la ración poco a poco, al grado de no comer casi nada. Se decía débil por la falta de ingestión de comida, agregado esto a una ptosis visceral que tenía. "Voy a la tuberculosis", decía con frecuencia, y sin embargo caminaba, hacía sus quehaceres, iba a diversiones, etc. No tenía conciencia alguna de fatiga. Más adelante nos detendremos en lo que se llama la inversión de la fatiga y que consiste en que el reposo la aumenta. El paciente portador de esta afirmación, la que parece antinomia, asevera: "a medida que descanso, me canso más". Se trata, pues, en el caso señalado, de delirio de fatiga, de falsas percepciones de ella, que como tales enseñan que no hay un fondo visceral que sirva de base, es inventado.


b)En la manía

De igual modo hay delirio del esfuerzo en maniacos que exageran todo o tienen la costumbre de hacer grandes esfuerzos, de contraer fuertemente sus músculos, de respirar de un modo profundo, etc.; y que se lamentan como contraste de ser desgraciados. Alguno expresaba: "estoy dado al diablo porque no encuentro una alhaja que he perdido y para esto trabajo mucho y necesito desarrollar un inmenso esfuerzo intelectual". Otro, ingeniero y buen matemático, pero portador de una neurastenia, calculaba todo lo que se ofrecía a su vista: el piso como las escaleras. A éstas las odiaba porque no podía contarlas íntegras. Este sentimiento era correcto, pero exagerado.

Vemos, en conclusión, que puede haber y de hecho hay delirio en los dos sentimientos apuntados, tanto en el de fatiga como en el de esfuerzo; de modo que un individuo que se supone agotado, obra activamente; y por otro lado, uno que hace gala de desplegamiento de energía, se lamenta de su impotencia. A esto era, puntualmente, a lo que queríamos llegar, al divorcio entre lo espiritual y lo material. 9


EL ANTAGONISMO EMOCIONAL

Hay un libro publicado en Florencia y que recomendamos a los que se interesen en la cuestión. El libro es de Montanelli y se titula El antagonismo emocional. En esta obra, va el autor contraponiendo las emociones, dos a dos, y marcando el contraste respectivo, de modo que llega a formar dos series que se corresponden. El tratado de Montanelli es de una literatura inmensa y nutrida.10

Para terminar, diremos que no hay un fenómeno fisiológico que no se encuentre comprendido como elemento y como terreno, pero solamente como tal, en un sentimiento. Sin embargo, entre uno y otro las intermediarias son las acciones cuya síntesis constituye la conducta.



7 Conceptos cuasi-cibernéticos avant la lettre.

8 Janet evita utilizar aquí el término de "engrama", de uso actual, propuesto por Semion en 1904 para denominar el trazo orgánico hipotético depositario de un cierto contenido informacional conservado en el seno del sistema nervioso.

9 Las tesis dualistas o paralelistas persisten hasta la fecha a pesar de los argumentos monistas que se le oponen con bases sólidas (Bunge, M.: "La bancarrota del dualismo psiconeural" [pp. 71-84 en: Fernández-Guardiola, A.: La conciencia, Trillas, México, 1979).

10 A pesar de la originalidad de los autores italianos, los autores franceses no suelen citarlos (las excepciones notables han sido Guiraud y Lacan). Los anglófonos menos aún. Janet hace alusión aquí a la obra de Sestilio Montanelli, L'antagonisme émotionnel (Firenze, 1905), quien concluía: "La colaboración efectiva de nuestros sentimientos no parece estar en relación con las variaciones fisiológicas periféricas". Janet lo citaba con frecuencia.