El trabajo y el reposo


LA RESISTENCIA Y LAS DIFICULTADES PARA LA CONSECUCIÓN DE LAS ACCIONES

Hasta fines del siglo XVIII, solamente se habían estudiado las imágenes de los sentimientos de esfuerzo y fatiga, esto ya lo hemos dicho. En la actualidad, la psicología los considera como hechos que en cierto modo no son diversos de los que constante y banalmente se ejecutan, y que consisten en abrir la boca, doblar la rodilla, etc. Sin embargo, se ha pretendido que el esfuerzo está íntimamente ligado a la idea de grandeza, y la fatiga a la de pequeñez. Esto no es cierto: el acto de escribir una palabra (lo que no amerita un gran problema) puede ser una manifestación tanto de esfuerzo como de fatiga.

Baldwin describe la conducta de un perro al que le ofrecía un pequeño trozo de azúcar pero que no ponía al alcance de su boca y, por lo tanto, no lograba atrapar desde luego. El azúcar era levantada a diferentes alturas, cada una de ellas mayor, y el perro tenía que saltar cada vez más fuerte para tomarlo, lo que al fin conseguía. En seguida descansaba. El animal terminaba fatigado. Tal ejemplo muestra que en el mismo acto hay esfuerzo y fatiga, correspondiendo el aumento de energía al primero, y la disminución brusca o anulación de la misma, a la segunda. Todo depende del grado de resistencia para la consecución del acto, que unas veces es difícil, y otras en extremo fácil.

La palabra "fuerza" en los tiempos actuales es peligrosa, porque parece que lleva implícito el concepto de poder y de tiranía,11 y así como en psicología hay quienes tienen miedo de ser metafísicos, y en política los que se amedrentan por calificárseles de reaccionarios, de igual modo no habléis de desplegamiento de fuerza, porque estáis perdido. ¿Decid si esto no es una ironía? Sherrington, en Oxford, en perros descerebrados, ha excitado las patas de éstos para obtener reflejos, dejando obrar solamente a la médula, y el resultado positivo lo ha obtenido pero siempre dentro de un límite.


LAS TENDENCIAS. SU CARGA

Volviendo a nuestra discusión, diremos que levantar un kilo no es un acto metafísico sino material, así como tampoco lo es pasear varios kilómetros. Todo depende del poder, de la velocidad y de la duración con que se haga el movimiento. Son propiedades del acto mismo. He ahí a un hombre que marcha y sigue marchando. Esto lo efectúa tres, cuatro, seis horas o más, recorriendo una distancia "h" que llega a tener un valor determinado para cada quien. Esto depende de su poder o de lo que llamaremos la carga de una tendencia, carga de nuestro organismo, que nos hace desiguales: unos muy ricos, otros pobres; unos con aptitud para atravesar largas distancias, otros para sólo alcanzar las cortas.

Las tendencias no son otra cosa sino la estratificación de deseos: unos, como el comer, el beber, la atracción sexual, más o menos violentos e imperiosos; otros, como la urbanidad, la honestidad, etc., con diversos grados.

Permítasenos ahora hacer una crítica de la experimentación. El hombre disminuido o abatido y que ha perdido el poder de hacer algún esfuerzo, no es un enfermo débil en el sentido estricto del vocablo, aunque parezca tal, pues si lo insultáis puede mataros.

El ergógrafo de Mosso anotará, en buena hora, al usarlo, cuántas veces un dedo levanta tres o cuatro kilos. Igualmente, un dinamómetro podrá acusar la fuerza de la mano, pero no dirá nada acerca de la fuerza de una tendencia.

Los reflejos rotulianos, cómicos en cierto aspecto y cuando las piernas se dirigen al frente, son la exageración de un acto, pero nada pueden decir de las descargas explosivas de un epiléptico, cuya fuerza se halla al estado latente bajo la forma de tendencias y puede transformarse en fuerza viva en cualquier momento.


EL CONFLICTO DE LAS TENDENCIAS

El principio del esfuerzo es el principio de una colaboración, desarrollándose la personalidad al mismo tiempo que la sociedad. Se trata, en suma, de una concurrencia en que hay conflictos de tendencias individuales entre sí y colectivas, y de las cuales alguna tiene que obtener la victoria. Esto se ve desde la animalidad, cuando se disputa un botín.

Dos tendencias no pueden funcionar al mismo tiempo, asienta Sherrington; y Mac Dougald, por su parte, llama la atención acerca de que, para resolver el punto, es necesaria una canalización, pero en sentido determinado. Esta indicación es lo que llama la idea de drenaje.

Si en el mismo instante se nos obliga a dar un pinchazo y a escribir una letra, tenemos que efectuar una de las dos cosas, optando por la de mayor interés y provecho. Para esquematizar el asunto representemos las dos tendencias T y T por circunferencias, dentro de las cuales se encuentran las letras a y b que indican la diferente calidad de ellas.

La más activa de las dos, en su grado de evolución, a o b será la que obtenga el triunfo, y para esto, tanto los animales como los hombres están adaptados en virtud del hábito. Precisemos: la fuerza es una verdadera organización que ha llegado a ser una conducta particular del trabajo. Hay hombres que no pueden trabajar, razas primitivas que siendo fuertes en su constitución, sin embargo, no se les puede señalar o imponer labor de cierta consideración, aun cuando físicamente sean vigorosas. La indolencia es su atributo.12 La cuestión puede condensarse también de este modo, con la expresión de otro principio equivalente al anterior, a saber: el trabajo es la organización del esfuerzo a través de la sociedad. Las tendencias a y b de que hemos hablado dependen de la personalidad y varían por lo tanto según cada quien. Quedaría trunca la exposición que estamos haciendo si no añadiéramos como complemento, aun cuando parezca raro a primera vista, que la fatiga a su vez, no es el agotamiento sino la detención de la acción. Este último aserto necesitamos ilustrarlo.


DIFERENCIAS ENTRE EL AGOTAMIENTO Y LA DETENCIÓN DE LA ACCIÓN

Supongamos que estamos en el Mont Blanc, en Chamounix, y que hemos caminado bastante. Después de hora y media de paseo debemos detenernos. Este alto no es un agotamiento, sino un sentimiento de fatiga que se inicia con el reposo, pues ya es un comienzo la supresión de la preocupación de seguir subiendo. Así como una purga cura la constipación, del mismo modo el reposo es una acción que cura la fatiga, pues en el supuesto escogido de que siguiéramos marchando, esto nos haría mal. El agotamiento no es sino un accidente.

Podríamos multiplicar los casos, pero el señalado es tan elocuente que no es necesario. Algo semejante acontece cuando duerme uno o descansa; intrínsecamente, el sueño y la quietud no son fenómenos privativos, sino acciones particulares. El reposo es una actitud de la conducta, actitud que es buena, y así como hay manera de reposar, hay modos de dormir. Repetimos: la fatiga es el principio del acto del reposo y éste es un acto particular. El doctor Fabre13 en su obra acerca de las maravillas de los insectos, toca todo esto cuando considera en los himenópteros ese constante volar que se suspende de tiempo en tiempo. Últimamente, en Francia, hemos asistido en Burdeos a una carrera prolongada muchas horas, de ciclistas, que en una inmensa pista han tenido que correr bastante tiempo, no valiendo la pena de hacerlo, según alguien calificara. Los ciclistas tuvieron forzosamente, cada quien, en la medida de su esfuerzo, que detener su carrera y reposar de ella. El esfuerzo y el reposo se pueden considerar como tipos de acciones reflejas, determinadas por estimulaciones que pueden venir de diferentes partes. Sin embargo, puede haber excitantes que al obrar no provoquen acción alguna, ni fatiga consecutiva. Esto depende de la naturaleza de ellos y de la del sujeto. Sherrington ha clasificado los reflejos del siguiente modo:

1. Reflejos exteroceptores,

2. reflejos interoceptores, y

3. reflejos proprioceptores, que son los que toman como punto de partida la ejecución misma del acto.

La aclaración de tal manera de considerear se impone. Muchas veces presenciamos que, por ejemplo, una máquina que transporta algodón, lo efectúa adecuadamente según la pericia de quien la maneja. Pero suele descomponerse, y esta descompostura que impide la realización del acto se corrije a sí misma en virtud de un mecanismo especial. De manera análoga, en el manejo de automóviles, cuando éstos sufren accidentes, algunos se corrijen por sí propios.


LA FINALIDAD DE LOS SENTIMIENTOS

Antes de terminar las elucubraciones anteriores, hay que recordar que no se conciben los sentimientos humanos si se suprime la finalidad para conservar la vida y entonces no se puede explicar ella. El esfuerzo y la fatiga hay que tomarlos como punto de partida, cuya finalidad es evitar el agotamiento. Poseen signos propios para reconocerlos, pero hay veces que, tanto unos como otros, están alterados en casos patológicos. A su debido tiempo detallaremos el delirio del esfuerzo y de la fatiga, llegando éstos a la categoría de absurdos.



11 Janet hace aquí figura de profeta. Los acontecimientos de los años siguientes lo demostraron de la manera más trágica posible.

12 Estas concepciones eran moneda corriente en la época. Manejadas con el apoyo de argumentos pseudocientíficos condujeron a los planteamientos nazistas concernientes a las "razas superiores e inferiores" que Janet, como otros coetáneos suyos, cita con desenfado. La obra La unidad de la raza humana de Juan Comas, editada por la UNAM, analiza profunda y científicamente tales planteamientos que, a pesar d e los sucesos que generaron, aún encuentran adeptos.

13 Jean-Henri Fabre (1823-1915), notable entomólogo precursor de la etología, reunió una abundante documentación sobre la observación y las experiencias que dedicó a los insectos. Autor de Souvenirs Entomologiques (1879-1889), consideraba que gracias al instinto, los animales están provistos de todos los dones necesarios para el funcionamiento correcto y mecánico de la maravillosa pequeña máquina que representan. Su actividad psíquica está limitada por completo por la ejecución, conforme a un estilo invariable, de la actividad en cuya vista han sido construidos.