DEL PUESTO, RANCHERÍAS Y COSTUMBRES
PARTICULARES DE LOS NEBOMES

Desta nación nebome escribí muy a los principios desta historia, en el Libro Primero, donde tratando de los primeros descubrimientos de la provincia de Sinaloa, dije que una tropa destos indios, que venía acompañando a Cabeza de Baca, y consortes, que salieron de la Florida, se quedó poblada en el río de Petatlán, y junto a la villa de Sinaloa. Después en el Libro Segundo escribí de otra tropa de trescientas personas desta nación, que acariciadas de las buenas nuevas, que a cabo de años les dieron sus parientes, y de cuan bien les iba, viviendo ya como cristianos; salieron peregrinando las ochenta leguas que hay desde su tierra al dicho pueblo, donde llegaron pidiendo bautismo. Que la una y otra tropa salieron de la misma nación nebome, de que aquí escribo. Que tanto tiempo antes comenzó la divina misericordia a disponerla para últimamente convertirla toda a nuestra santa fe. Y aunque algunas veces indios desta nación salían atravesando por medio de otras gentiles, con deseo de que entrasen padres de asiento a su tierra, que los hiciesen cristianos; esto no se podía ejecutar, hasta que las naciones intermedias estuviesen seguras y reducidas a cristiandad. Y antes de decir el modo con que ésa se introdujo en esta nación, escribiré lo particular della en su gentilidad. Poblados estaban los nebomes a orillas de arroyos de buenas aguas, y corrientes: sus casas eran mejores, y más de asiento que las de otras naciones: porque eran de paredes de grandes adobes, que hacían de barro, y cubiertas de azoteas y terrados. Algunas dellas edificaban mucho mayores, y con troneras a modo de fuertes, a propósito para si acometiesen enemigos, recogerse a ellas la gente del pueblo, y valerse de su flechería. Casi toda la gente era labradora; reconocían sus tierras, sembraban las semillas que dijimos ser generales a los indios; y aun en algunos puestos acomodados hacían sementeras de riego, sacando por acequias el agua de su arroyo para regarlas. Demás desto plantaban junto a sus casas un género de viñas, de una planta que los españoles llaman lechuguilla, porque en su forma es semejante a la lechuga; pero mucho más fuertes sus hojas, y que para criarse, y sazonarse, ha menester uno o dos años; y cuando llegado a sazón la cortan, y asada la raíz con algo de sus hojas, les sirve de sustento, que es sabroso y dulce; y hacen dellas molidas un modo de cajetas, como de conserva. Y cuando se corta una de estas raíces, deja ya brotados otros renuevos y cogollos; y así plantado una vez este género de viña, les dura por muchos años. También para sustento se valían de caza, de que abundan sus montes, en particular de ciervos, porque son muy diestros en flecharlos, y aves del aire, que no les faltan. En el vestido era esta nación la más compuesta de todas las demás de Sinaloa, a que les ayudaba la mucha cantidad de los cueros de venado, que sabían beneficiar, y hacer muy buenas gamuzas, muy durables, y que les sirven en particular de cubierta, al modo de faldellines, a las mujeres, tan largos que arrastran por el suelo: y era gala entre ellas, que los extremos de las gamuzas arrastrasen por tierra. A que la gente moza también añadía otra gala de labores de almagre. El medio cuerpo arriba, también era ordinario traerlo cubierto con mantas, que tejían, o de algodón, o de otra planta como la pita. Y aunque en los varones no era tan ordinario el andar vestidos, todavía muchos se cubrían con dichas mantas, aunque al quitar con mucha facilidad, como se les antojaba, sin reparar en eso, como cosa tan usada.

La honestidad de las mujeres, así como excedía en vestido a otras naciones, también lo hacía en la modestia del semblante. Y en confirmación desto puedo afirmar que una vez que, acompañando al capitán, y su presidio, que a petición desta nación, cuando fue a visitar la de Hiaqui, pasó a ver algunos pueblos desta gente, por ser amigos y confederados, aunque gentiles, y concurriendo gran número de gente de todas edades, llegándonos a saludar, y que conforme a acción de amistad, les pusiésemos las manos en la cabeza: al llegar las mujeres, en particular gente moza, veía que era con tanto encogimiento que tendían el cabello delante del rostro por no ser vistas. Y consecuentemente los demás vicios gentílicos no estaban tan furiosos como en otras naciones. El natural es más blando, y no tan áspero ni feroz como el de otras, ni tan belicoso, aunque no hubo poco que desbastar en gente criada en la selva de la gentilidad, ni poco que padecer en labrar, y sembrar la buena semilla en campos tan silvestres, como adelante se verá; y el número destos nebomes era como de tres mil almas, que quiso Dios agregar al rebaño de su Iglesia, habiendo dado por cada una dellas su divina sangre; y regado con ella en los divinos sacramentos, este pequeño majuelo ha ido dando, sin parar, frutos de bendición. Aunque éstos también costaron sangre a uno de sus ministros, como adelante se verá.