REFIÉRENSE ALGUNOS CASOS Y SUCESOS CON QUE PRETENDIÓ
EL DEMONIO ATAJAR LA CRISTIANDAD DESTAS NACIONES

Antes de escribir el feliz asiento que en este nuevo rebaño, que tan bien dispuesto estaba, hizo la cristiandad; diré la resistencia que intentó el demonio contra ella, saliendo al encuentro para atajar la predicación evangélica: pero con eso quedó más ilustre la victoria. Había dos hechiceros envejecidos en esa diabólica arte; eran gentiles, y de naciones muy vecinas a los batucas; y cuando éstos habían recibido al ministro de doctrina en sus tierras, el demonio, por medio de los dichos hechiceros, sembró otra su doctrina por aquellos pueblos, de que los batucas habían de perder sus tierras por haber recibido al padre; pues éste, y los demás como él, mataban a la gente con el bautismo; que enhechizaban, y comían hombres; y que habiendo ya entrado uno a sus vecinos los batucas, era de temer que otro viniese otro día para sus tierras, y con él lloverían sobre ellos todos aquellos males y daños que les anunciaban. Anduvieron los dichos hechiceros tan astutos y vivos en sus endemoniadas pláticas, que persuadieron a su misma gente, de quien eran estimados y temidos; que se juntase una tropa dellos, y tomando las armas fuesen a dar guerra a los batucas, que habían recibido en su pueblo al padre, y que intentasen el matarlo. Viniendo caminando esta canalla, y teniendo el padre noticia della, animado con la esperanza, de que Dios (por cuya causa se veía en aquel riesgo) le había de favorecer, con brío y celo de la honra de Dios, y con buenas razones, persuadió a los batucas estarse a pie quedo en su pueblo, sin temor, ni salir a recibir de guerra a los enemigos: y en caso que llegasen a acometer al pueblo y querer ejecutar su mal intento, que se defendiesen con las armas. Demás de eso despachó indios fieles, con un recaudo a los enemigos, afeándoles aquella acción, que engañados del demonio, y sus hechiceros, acometían; y dándoles a entender que con ella se exponían a grandes riesgos y daños. Fue tal el temor que en ellos causaron estas razones, que sin pasar adelante, como si viniera sobre ellos un ejército, llenos de pavor, volvieron las espaldas, y se retiraron a su tierra. Y es de reparo aquí lo que queda notado y experimentado en estas misiones, de verse en ellas, en no pocas ocasiones, varios y señalados medios, por los cuales la suave providencia de Dios libró de innumerables peligros a sus predicadores entre estas gentes; y si en otras permite que en ellos hagan lance los enemigos, es para coronarlos, viniendo esto dispensado de un Señor, que sabe dar a sus siervos ánimo para menospreciar la muerte por su amor, y que está muy atento a todo lo que pasa por ellos, y los tiene muy debajo de su protección y amparo. Singular consuelo para los operarios evangélicos. En el caso presente fueron de tanta eficacia, como se ha dicho, las razones que envió a decir a aquellos bárbaros furiosos un pobre religioso, en medio de naciones desconocidas. Y pasados no muchos días, los que venían arresiados a acabar con los batucas, que se querían hacer cristianos, y con el padre que los había de bautizar, arrepentidos ya de su hierro y engaño en que los habían puesto sus hechiceros, enviaron a decir al padre que le pedían perdón, ofreciendo tener amistad con los cristianos, añadiendo, que de ahí adelante con muy grande respeto obedecerían las palabras y mandatos del padre de los batucas; y en prendas y señal desto le enviaban cuatro muchachos de sus mismos hijos, para que los bautizase, y se fuesen criando en su compañía, y con su doctrina. Y cuando fuese otro padre a sus tierras, ellos les enseñarían a ellos la doctrina cristiana, y ayudarían al padre en sus ministerios. Y después de todo esto, los que querían antes matar al padre, venían ya con mucho amor a visitarlo, y últimamente cumplieron lo que habían prometido. Porque pasado algún tiempo, entró otro padre misionero a doctrinar esta gente, y la bautizó; y de los ardides de endemoniados hechiceros, sacó Dios la conversión destas almas. Y demás del dicho se siguió otro efecto, y provecho muy considerable, y de estima, con que quedó más descalabrado el demonio. Éste fue que, descubiertas las falsas profecías de los hechiceros, que sembraban de que los ministros del Evangelio habían de acabar a estas gentes, con las demás mentiras referidas, perdieron mucho de crédito con su gente, y fueron cayendo sus hechicerías, y estimación dellas, juntamente con los vicios que con ellas introducían.

Invención también fue destos hechiceros otra que pretendieron introducir en los batucos. Ésta fue que ya que no pudieron salir con su intento de que no se dejasen bautizar; enseñaban y persuadían a los ya bautizados y casados como cristianos que podían como antes apartarse a su voluntad de sus legítimas mujeres, y mudarlas por otras. Sin entenderlo al principio el padre, iba cundiendo esta herética y maldita doctrina, principalmente con el mal ejemplo de una india desbaratada, hija de indio principal y belicoso, la cual se había apartado de su legítimo marido, tan obstinadamente, que no había remedio de volverla a que hiciese vida con él. Llamó al padre de la india obstinada el ministro sacerdote, y le hizo capaz de la obligación del matrimonio cristiano, pidiéndole que persuadiese a su hija, que pues se había bautizado, cumpliese con las obligaciones de su santa Ley. Aprovechó la diligencia, reconoció la india su engaño, en que la habían puesto hechiceros; volvió a hacer vida con su marido, y se deshizo el error que el demonio iba introduciendo; y quedaron persuadidos, los que se iban bautizando, de la obligación y perpetuidad del matrimonio santo de cristianos. En un pueblo destos se avivó la estima y reverencia con la santa cruz, porque siendo ese enemigo infernal, molesto e importuno en aparecerse visiblemente a algunos indios, el padre les aconsejó trajesen un rosario al cuello, y donde el enemigo se les apareciese, levantasen una cruz. Fue tan eficaz el remedio de señal en que se obró nuestra redención, y quedó vencido nuestro adversario, que de ahí adelante desapareció el demonio, y quedaron los indios con mayor devoción a la santa cruz.