82 En aquellos días de los meses que arriba quedan
dichos, en uno de ellos que se llamaba panquezalizthi, que era el catorceno,1
el cual era dedicado a los dioses de México mayormente a dos de
ellos 2 que se decían ser hermanos
y dioses de la guerra, poderosos para matar y destruir, vencer y sujetar;
pues en este día, como pascua o fiesta más principal, se
hacían muchos sacrificios de sangre, así de las orejas como
de la lengua, que esto era muy común; otros se sacrificaban de
los brazos y pechos y de otras partes del cuerpo; pero porque en esto
de sacarse un poco de sangre para echar a los ídolos, como quien
esparce agua bendita con los dedos, o echar la sangre en unos papeles
y ofrecerlos de las orejas y lengua a todos y en todas partes era general;
pero de las otras partes del cuerpo en cada provincia había su
costumbre; unos de los brazos, otros de los pechos, que en esto de las
señales se conocían de qué provincia eran. Demás
de estos y otros sacrificios y ceremonias, sacrificaban y mataban a muchos
de la manera que aquí diré.
83 Tenían una piedra larga, de una brazada de largo, y casi
palmo y medio de ancho, y un buen palmo de grueso o de esquina. La mitad
de esta piedra estaba hincada en la tierra, arriba en lo alto encima de
las gradas, delante del altar de los ídolos. En esta piedra tendían
a los desventurados de espaldas para los sacrificar, y el pecho muy tenso,
porque los tenían atados los pies y las manos, y el principal sacerdote
de los ídolos o su lugarteniente, que eran los que más ordinariamente
sacrificaban, y si algunas veces había tantos que sacrificar que
éstos se cansasen, entraban otros que estaban ya diestros en el
sacrificio, y de presto con una piedra de pedernal con que sacan lumbre,
de esta piedra hecho un navajón como hierro de lanza, no mucho
agudo, porque como es piedra muy recia y salta, no se puede hacer muy
aguda; esto digo porque muchos piensan que eran de aquellas navajas de
piedra negra, que en esta tierra las hay, y sácanlas con el filo
tan delgado como de una navaja, y tan dulcemente corta como navaja, sino
que luego saltan mellas; con aquel cruel navajón, como el pecho
estaba tan tenso, con mucha fuerza abrían al desventurado y de
presto sacábanle el corazón y el oficial de esta maldad
daba con el corazón encima del umbral del altar de parte de fuera,
y allí dejaba hecha una mancha de sangre; y caído el corazón,
estaba un poco bullendo en la tierra, y luego poníanle en una escudilla
delante del altar. Otras veces tomaban el corazón y levantábanle
hacia el sol, y a las veces untaban los labios de los ídolos con
la sangre. Los corazones, a las veces los comían los ministros
viejos; otras los enterraban, y luego tomaban el cuerpo y echábanle
por las gradas abajo a rodar; y allegado abajo, si era de los presos en
guerra, el que lo prendió, con sus amigos y parientes llevábanlo,
y aparejaban aquella carne humana con otras comidas, y otro día
hacían fiesta y le comían; y el mismo que le prendió,
si tenía con qué lo poder hacer, daba aquel día a
los convidados mantas; y si el sacrificado era esclavo no le echaban a
rodar, sino abajábanle a brazos, y hacían la misma fiesta
y convite que con el preso en guerra, aunque no tanto con el esclavo;
sin otras fiestas y días de más de muchas ceremonias con
que las solemnizaban, como en estotras fiestas parecerá. Cuanto
a los corazones de los que sacrificaban, digo: que en sacando el corazón
a el sacrificado, aquel sacerdote del demonio tomaba el corazón
en la mano, y levantábale como quien le muestra a el sol, y luego
volvía a hacer otro tanto a el ídolo, y poníasele
delante en un vaso de palo pintado, mayor que una escudilla, y en otro
vaso cogía la sangre y daban de ella como a comer a el principal
ídolo, untándole los labios, y después a los otros
ídolos y figuras del demonio. En esta fiesta sacrificaban de los
tomados en guerra o esclavos, porque casi siempre eran de éstos
los que sacrificaban, según el pueblo, en unos veinte, en otros
treinta, en otros cuarenta, y hasta cincuenta y sesenta; en México
sacrificaban ciento, y de ahí arriba.
84 En otro día de aquellos ya nombrados
se sacrificaban muchos, aunque no tantos como en la [fiesta] ya dicha;
y nadie piense que ninguno de los que sacrificaban matándoles y
sacándoles el corazón, o cualquiera otra muerte, que no
3 era de su propia voluntad, sino por fuerza,
y sintiendo muy sentida la muerte y su espantoso dolor. Los otros sacrificios
de sacarse sangre de las orejas o lengua, o de otras partes, éstos
eran voluntarios casi siempre. De aquellos que así sacrificaban,
desollaban algunos, en unas partes dos o tres, en otras cuatro o cinco,
en otras, diez, y en México, hasta doce o quince, y vestían
aquellos cueros, que por las espaldas y encima de los hombros, dejaban
abiertos, y vestido lo más justo que podían, como quien
viste jubón y calzas, bailaban con aquel cruel y espantoso vestido;
y como todos los sacrificados o eran esclavos o tomados en la guerra,
en México para este día guardaban alguno de los presos en
la guerra, que fuese señor o persona principal, y a aquél
desollaban para vestir el cuero de él el gran señor de México,
Motecuzuma, el cual con aquel cuero vestido bailaba con mucha gravedad,
pensando que hacía gran servicio a el demonio que aquel día
honraban, y esto iban muchos a ver como cosa de gran maravilla porque
en los otros pueblos no se vestían los señores los cueros
de los desollados, sino otros principales. 4
Otro día de otra fiesta, 5 en cada
parte sacrificaban una mujer, y desollábanla, y vestíase
uno el cuero de ella y bailaba con todos los otros del pueblo; aquél
con el cuero de la mujer vestido, y los otros con sus plumajes.
85 Había otro día en que hacían fiesta al
dios del agua. 6 Antes que este día
allegase, veinte o treinta días, compraban un esclavo y una esclava
y hacíanlos morar juntos como casados; y allegado el día
de la fiesta, vestían al esclavo con las ropas e insignias de aquel
dios, y a la esclava con las de la diosa, mujer de aquel dios, y así
vestidos bailaban todo aquel día hasta la media noche que los sacrificaban;
y a éstos no los comían sino echábanlos en una hoya
como silo 7 que para esto tenían.
1 La frase
puede prestarse a confusión, porque en ella parece que panquetzaliztli:
"levantamiento de banderas", es nombre de un día y
no, como lo es, del catorceno mes, si se empieza la cuenta por el mes
tlacaxipehualiztli: "deshollamiento de hombres", como
así, en efecto, la empieza Motolinía. Cf. Memoriales,
I, cap. 16.
2 Alude a Huitzilopochtli y
Tezcatlipoca. Cf. Memoriales, I, cap. 17.
3 El "no" sale sobrando, según
se desprende del resto de la frase.
4 Se refiere a la fiesta tlacaxipehualiztli
de la que el autor habla con más detalle en Memoriales,
I, cap. 18.
5 Se refiere a la fiesta ochpaniztli.
Cf. Memoriales, I, cap.18.
6 Se refiere a la fiesta etzalcualiztli
Cf. Memoriales, I, cap.18.
7 En su acepción de pozo profundo
y cavernoso.
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