SEXTO ROMANCE

Del Cid y el moro Abdalla
   Por el Val de las Estacas
pasó el Cid a mediodía
en su caballo Babieca
muy gruesa lanza traía;
va buscando al moro Abdalla,
que enojado le tenía.
Atravesando una loma
y por una cuesta arriba,
dábale el sol en las armas,
¡oh, qué bien que parecía!;
vido ir al moro Abdalla
por el rellano de arriba,
armado de fuertes armas,
muy ricas ropas traía.
—¡Espéresme, moro Abdalla,
no demuestres cobardía!
A las voces que el Cid daba,
el moro le respondía:
—Muchos tiempos ha, buen Cid,
que deseaba este día,
porque no hay hombre nacido
de quien yo me escondería.
—Alabarte, moro Abdalla,
poco te aprovecharía;
mas si eres cual tú hablas
en esfuerzo y valentía,
a tal tiempo eres venido
que menester te sería.
   Estas palabras diciendo,
contra el moro arremetía;
encontróle con la lanza,
en el suelo le derriba,
cortárale la cabeza
y colgóla de la silla.
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