CREEDME; soy un escapado del colegio que viene, rebosando ilusiones,
henchida la blusa estudiantil de flores y encerrados en la urna del
corazón frescos y virginales aromas; frescos y virginales como
los que exhala la violeta de los campos. Tal es mi tesoro, he allí
lo que compartiré con vosotros. ¿Hago mal? Puede ser;
mas ¿cómo impedir al impetuoso manantial estrellar en
las peñas sus aguas cristalinas y correr empañado por
el suelo?
Traigo de mis amadas tierras tropicales, el plumaje de las aves,
el matiz de las flores, la belleza de las mujeres fotografiadas en
el alma. Traigo murmullos de ola, perfumes de brisa, y tempestades
y tinieblas marinas, y el recuerdo de aquellas horas benditas en que
el alba tiende sus chales azul-nácar, mientras el sol besa
en su lecho de oro a la mar dormida.
De todo eso y de algo más hallaréis aquí ecos
y reflejos; tal vez así logre agradar a aquellos de vosotros
para quienes aun guarda ángeles el cielo y colorido la naturaleza.
*Con
el título de Conversaciones del domingo publiqué
en el folletín dominical de El Monitor Republicano,
redactado entonces por los señores Prieto, Castillo Velasco,
Altamirano y Ramírez, algunos de los primeros ensayos de esta
colección. [La versión que aquí se presenta es
la reunida posteriormente en Cuentos románticos.]
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