Sepa conservarse el pol�tico en el fiel de la balanza. No pierda nunca el sentido del equilibrio. En el arte del gobierno, el equilibrio consiste en ser entero o condescendiente, seg�n los casos.
Cuando ha de ser entero un pol�tico? �Cu�ndo ha de ser condescendiente? Aqu� estriba el problema: la perspicacia del gobernante es quien ha de resolverlo. T�ngase en cuenta que entereza en todas las ocaciones no puede ser, y que tampoco puede ser condescendiente en todos los momentos. La excesiva pasividad y la confusi�n en el pa�s; el excesivo rigor, en cambio, podr�a acarrear pertubaciones funestas para los gobernantes.
Est� siempre en el fiel pol�tico. Como �l muchas veces no podr� juzgar por s� mismo, requiere en los asuntos arduos el consejo de las personas doctas y ajenas a los negocios p�blicos. No tema tampoco el pol�tico contradecirse cuando apele unas veces a la entereza y otras a la condescendencia. La inconsecuencia y la contradicci�n son la misma esencia de la vida. El pol�tico habr� de conocer el tiempo y el pa�s en que vive; con arreglo a ellos arreglar� y ajustar� sus actos. Y si �l tiene tales o cuales ideas o doctrinas en pugna con las que dominan, bien est� que, discreta y cautamente, las haga prevalecer en el gobierno; pero no se olvide de navegar de cuando en cuando con la corriente, de ir con el pueblo adonde el pueblo quiere ir, de pensar y sentir con los m�s.
Hay leyes, c�digos y jurisprudencia en todos los estados; el cumplimiento estricto de la ley habr� de ser uno de los deberes imperiosos del gobernante. Pero �no habr� casos en que las circunstancias pongan a la justicia escrita en desacuerdo con una justicia m�s alta que se formula en todas las conciencias? Sea indulgente, magn�nimo y generoso en estos momentos supremos el pol�tico. "No ha de ser la entereza del Gobierno dice Saavedra Fajardo como deber�a ser, sino como puede ser; pues aun el de Dios se acomoda a la flaqueza humana".