Por cuanto tiempo una de las cosas principales que pertenecen a la historia
de todo hombre notable es que se sepan su patria y origen, puesto que suelen
ser m�s estimados quienes proceden de grandes ciudades y de generosos progenitores,
algunos quer�an que yo me ocupase en declarar y decir c�mo el Almirante proced�a
de sangre ilustre, aunque sus padres, por mala fortuna, hubiesen venido a estar
en gran necesidad y pobreza; y que hubiese mostrado c�mo proced�an de aquel
Col�n, de quien Cornelio T�cito cuenta al principio del libro duod�cimo de su
obra que llev� prisionero a Roma al rey Mitr�dates, por lo cual dice que le
concedi� el pueblo romano las dignidades consulares, las �guilas y el tribunal
o tienda consular.2
Quer�an tambi�n que hiciese gran cuenta de aquellos dos ilustres Colones, parientes
suyos, de quienes Sab�lico describe una gran victoria obtenida contra los venecianos,
seg�n diremos en el cap�tulo V.3
Yo
me evit� este trabajo por creer que �l hab�a sido elegido por Nuestro Se�or
para una cosa tan grande como la que hizo; y porque hab�a de ser tan verdadero
ap�stol suyo como en efecto lo fue, quiso que en este caso imitase a los otros,
a los cuales eligi�, para que publicasen su nombre, por mares y riberas y no
en altezas y palacios; y que lo imitase a �l mismo, que siendo sus mayores de
la sangre real de Jerusal�n, tuvo por bien que sus padres fuesen menos conocidos.
De tal modo que, si muy apta fue su persona y adornada de todo aquello que para
un hecho tan grande conven�a, tanto m�s quiso que su patria y origen fuesen
menos ciertos y conocidos.
Por lo cual algunos, que en cierta manera piensa oscurecer su fama, dicen que
fue de Nervi, otros de Cugureo, y otros de Bugiasco, que todos son lugarcillos
cercanos a la ciudad de G�nova y de su misma ribera; y otros, que quieren ensalzarlo
m�s, dicen que era de Savona, y otros que genov�s; y quienes van m�s lejos,
le hacen ser de Plasencia, 4
en cuya ciudad hay algunas personas honradas de su familia y sepulcros con armas
y epitafios de Colombo, porque �ste era, en efecto, el apellido usado por sus
mayores. Si bien �l, conforme a la patria adonde fue a residir y a comenzar
nuevo estado, lim� el vocablo, para que tuviese conformidad con el antiguo y
distinguiese a quienes de �l procedieran de todos los otros que eran colaterales,
y as� se llam� Col�n.
Considerado esto, me mov� a creer que, as� como la mayor parte de sus cosas fueron obradas por alg�n misterio, as� aquello que toca a la variedad de tal nombre y apellido no ocurri� sin misterio. Podr�amos aducir como ejemplo muchos nombres que no sin causa oculta fueron puestos como indicio del efecto que hab�a de suceder, como en lo que toca a aqu�l de quien fue pronosticada la maravilla y novedad de lo que hizo. Porque si tomamos en consideraci�n el apellido com�n de sus mayores, diremos que verdaderamente fue Colombo, o Paloma, en cuanto llev� la gracia del Esp�ritu Santo a aquel Nuevo Mundo que �l descubri�, mostrando, seg�nlo mostr� el Esp�ritu Santo en figura de Paloma en el bautismo de San Juan Bautista, cu�l era el hijo amado de Dios, que all� no se conoc�a.Y porque sobre las aguas del Oc�ano, del mismo modo, como la paloma de No�, llev� la rama de olivo y el �leo del bautismo para la uni�n y la paz que aquellas gentes deb�an de tener con las iglesia; pues estaban encerradas en el arca de las tinieblas y la confusi�n. Por consiguiente, le vino a prop�sito el sobrenombre de Col�n que �l volvi� a renovar, porque en griego quiere decir miembro, para que siendo su propio nombre Crist�bal supiese qui�n era miembro, es a saber de Cristo, por quien para salud de aquellas gentes hab�a de ser enviado. Y luego, si queremos reducir su nombre a la pronunciaci�n latina, que es Christophorus Colonus, diremos que, as� como se dice que San Crist�bal tuvo aquel nombre porque pasaba a Cristo por la profundidad de las aguas con tanto peligro, por lo cual fue llamado Crist�foro, y as� como llevaba y conduc�a a las gentes, que ninguna otra persona habr�a sido capaz de pasar, as� el Almirante, que fue Christophorus Colonus, pidiendo a Cristo ayuda y que lo protegiese en aquel peligro de su pasaje, pas� �l y sus ministros a fin de que aquellas indianas gentes fueran hechas colonos y moradores de la Iglesia triunfante de los cielos. Pues es de creer que muchas �nimas, de las cuales Satan�s esperaba apoderarse, no habiendo quien la pasase por aquellas aguas del bautismo, fueron hechas por �l colonos y moradores de la eterna gloria del para�so.
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