Como el taco, que surge del mero acto de enrollar un alimento con una tortilla de ma�z, as� surge la torta, al momento de partir un pan por lo general de harina de trigo y rellenarlo con infinito n�mero de variantes comestibles.
Cocinas tan prestigiadas como la francesa o la espa�ola, cuando se orientan hacia las tortas (con sus baguettes o pepitos), resultan de un atraso bosquimano comparadas con la torta compuesta de M�xico. Los anglosajones tambi�n ostentan un notable subdesarrolllo en sus sandwiches.
Una torta compuesta requiere, en primer lugar, de una telera o bolillo, que en algunas partes del pa�s siguen llamando pan franc�s, nombre adoptado a partir de 1862, con la intervenci�n armada de Francia en M�xico.
Independientemente de su eventual origen poblano, ubicamos a las tortas compuestas como t�picas del Distrito Federal; tanto es as�, que en nuestro norte fronterizo donde consumen tortas mucho m�s sencillas llamadas lonches, por inevitable influencia de la vecindad idiom�tica hay torter�as que anuncian con orgullo culinario y sentido mercadot�cnico que las suyas son "tortas estilo M�xico", o sea, de la ciudad de M�xico.
En todo el pa�s se encuentran variantes regionales de las tortas: en Real del Monte, Hidalgo, las hacen de tamal, usando cocoles; en Comit�n, Chiapas, se come el pan compuesto, que es un bollo con frijoles y carne de puerco deshebrada; las tortas ahogadas de Guadalajara, ba�adas con abundante caldillo; las chanclas de Puebla, asimismo con caldillo; los guajolotes, tambi�n poblanos, que son pambazos rellenos con enchiladas, y de all� mismo las cemitas, formidables y ex�ticas, rellenas con pata de res, p�paloquelite, aguacate, queso fresco y chipocles en escabeche; pambazos de papa con chorizo, sobre todo en el Baj�o; y en fin, las tortas de carnitas de puerco del mercado de la ciudad de Guanajuato.