![[Nota6]](../imgs/mcommnt.gif){kind=small}
Por las comunicaciones oficiales, que me remiti�, veo con mucha satisfacci�n que emprendi� usted su marcha para ponerse a la cabeza del ej�rcito, y por los papeles p�blicos he sabido que lleg� usted a San Luis (Potos�) sin novedad el d�a 13 de agosto �ltimo, lo que he celebrado much�simo, pues aumentado nuestro ej�rcito con el resto de las fuerzas que usted trajo, y dirigido por las acertadas disposiciones que usted sabe dictar, considero seguro que Miram�n recibir� un golpe, que ser� decisivo para la causa de la libertad, porque entonces marchar� usted sin obst�culo hasta la capital de la Rep�blica.
Debe usted ya saber la vuelta al orden de la plaza de Tampico. Este suceso es de importantes resultados porque nos dar� algunos recursos, que he dispuesto remitan a usted de toda preferencia para el socorro de sus tropas, y porque ha habido la circunstancia de que no haya tomado parte ning�n jefe ni oficial permanente y por consiguiente ha desaparecido en aquel punto esa clase corrompida y tir�nica. S�lo siento que los principales caudillos hayan quedado impunes, pues si bien es cierto que debemos tratar con indulgencia a los hombres que cometen errores pol�ticos, sosteniendo tal o cual principio usando de medios l�citos, tambi�n lo es que debemos obrar de distinta manera con los traidores y desleales, cuya impunidad autorizada por don Ignacio Comonfort nos ha tra�do la presente guerra civil y el derramamiento de sangre, que se hubiera economizado si se hubiera tratado a los reaccionarios como merec�an en justicia. Ya digo al se�or Carvajal que procure la aprehensi�n de los jefes y oficiales que hayan quedado en el territorio de Tamaulipas y d� cuenta para disponer lo conveniente. En cuanto a la clase de tropa, le digo que la licencie y la despache a sus casas, y que no haya m�s que guardia nacional a la que deben incorporarse los soldados permanentes que quieran continuar prestando sus servicios, con el car�cter de guardias nacionales.
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