LA GUERRA DE TRES AÑOS

Desde tres distintos campamentos liberales, Ju�rez gan� la Guerra de Tres A�os en medio de cien desastres dolorosos y tres victorias fulgurantes.

En Guanajuato, donde la Reforma como la Independencia tuvo su primer refugio y su primer lucero, Ju�rez lanz� su primera proclama de Presidente, dictando a su pueblo la �nica regla de su conducta y su primer mandamiento de paz:

En Guadalajara, en cuyo Palacio de Gobierno y en la hora misma de los fusilamientos, Guillermo Prieto, quemando todos los ardimientos de su sangre de gran republicano y todos los fuegos de su ensue�o de poeta en aras de la salvaci�n de su patria, cubri� el pecho y la vida de Ju�rez y detuvo la descarga de los fusiles con aquel grito sublime: �Levanten esas armas! �Los valientes no asesinan! All� en Guadalajara —repito—, Ju�rez proclam� su amor al pueblo y su fe en la justicia:

Y en Veracruz, desde cuya invicta muralla el pensamiento liberal mexicano respondi� al estruendo del ca�on enemigo don el fuego glorioso de las Leyes de Reforma, Ju�rez expres� en su arenga a los heroicos defensores del puerto la raz�n sagrada de su causa:

El j�bilo del triunfo esperado estall� all� mismo en Veracruz, donde el presidente Ju�rez asist�a a una funci�n de gala en el teatro. Su presencia comunicaba una profunda emoci�n patri�tica al pueblo, cuyo inter�s se repart�a entre la escena que evocaba la Guerra Santa en Inglaterra en el siglo XVI, y la figura austera y recia de aquel indio estoico, nuevo capit�n del destino de M�xico.

De pronto un correo corri� la cortina y, al ponerse Ju�rez en pie, la orquesta enmudeci� y aquella multitud de patriotas se levant� como un hombre para escuchar la voz de Ju�rez leyendo el parte que anunciaba la derrota de Miram�n bajo la espada victoriosa de Gonz�lez Ortega, en la batalla de Calpulalpan.

La atenta admiraci�n del p�blico pas� del escenario al palco del Presidente, y el grupo de artistas olvid� los trajes y los cantos que evocaban las luchas de la vieja Inglaterra, para llenar el aire con las notas marciales de La Marsellesa, que hicieron estremecer el bronce impasible del pecho de Ju�rez, al desbordar el sentimiento del pueblo en un grito sonoro: �Viva la Independencia! �Viva la Reforma! �Viva Benito Ju�rez!

En medio del fuego y la esperanza de las multitudes, Ju�rez volvi� triunfante a la capital de la Rep�blica, en enero de 1861, terminada la Guerra de Tres A�os y vencido, definitivamente, el Partido Conservador.

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