La mucha lectura nos ha brindado una barbarie ilustrada.
Los griegos pose�an un conocimiento humano que nosotros parecemos incapaces de alcanzar sin antes transitar por la reparadora hibernaci�n de una nueva barbarie.
En Alemania hay ciertamente m�s escritores de los que se requieren para el bienestar de las cuatro partes del mundo.
No es que los or�culos hayan dejado de hablar: los hombres han dejado de escucharlos.
Conozco el gesto de la atenci�n fingida; es el grado m�s bajo de la distracci�n.
En verdad hay muchos hombres que leen s�lo para no pensar.
Un maestro de escuela no educa a individuos, educa a un g�nero. Esta idea merece un atento an�lisis.
Muchos hombres (tal vez la mayor�a) s�lo encuentran algo si antes saben que est� ah�.
No son las mentiras francas sino las refinadas falsedades las que entorpecen la expresi�n de la verdad.
A lo m�s a lo que puede llegar un mediocre es a descubrir los errores de quienes lo superan.
Hay ineptos entusiastas. Gente muy peligrosa.
Nada obstruye tanto el avance de la ciencia como creer que se sabe lo que a�n no se sabe. �ste es el error en el que incurren los entusiastas inventores de hip�tesis.
No cesaba de buscar citas: todo lo que le�a pasaba de un libro a otro sin detenerse en su cabeza.
Para ella la virtud consist�a (como creo que dice Cr�billon) en arrepentirse de los errores m�s que en evitarlos.
Lo que hace que uno siempre sospeche del Absoluto de la belleza en las estatuas griegas es que para distinguirlo haga falta cierto tipo de erudici�n.
Estoy convencido de que cada ciudadano de H. conoce a Z. mejor de lo que se conoce a s� mismo.
En el mundo uno encuentra con mayor frecuencia el consejo que el consuelo.
Es cierto que ya no quemamos brujas, pero a cambio quemamos cada carta en la que se dice una verdad inc�moda.
Para �l, filosofar equivale a arrojar sobre los objetos un agradable rayo de luna; la visi�n de conjunto es atractiva, pero ning�n objeto se muestra con nitidez.
Comerciaba con tinieblas en peque�a escala.
�No es extra�o que quienes dominan al g�nero humano ocupen un rango tan superior al de quienes lo educan?
El saludable apetito que nuestros antepasados ten�an por la comida se ha transformado en otro no tan saludable por la lectura. As� como una vez los espa�oles corrieron para vernos comer, as� vienen los extranjeros para vernos estudiar.
Si Inglaterra es una potencia en caballos de carreras nosotros lo somos en plumas de carreras; he visto algunas superar con una sola frase los m�s altos obst�culos y las m�s extensas hondonadas de la cr�tica, como si se tratara de briznas de paja.
Casi todos los hombres fundan su escepticismo respecto a una cosa en la fe ciega en otra.
Escribi� ocho libros. Hubiera hecho mejor plantando ocho �rboles o teniendo ocho hijos.
Todos los males del mundo se deben a la irreflexiva veneraci�n de viejas costumbres, viejas religiones.
El hombre ten�a tal entendimiento que ya casi no serv�a para nada.
Era un pensador tan minucioso que siempre ve�a un grano de arena antes que una casa.
Nada puede contribuir tanto a la tranquilidad del alma como no tener opini�n alguna.
Hay gente que cree que todo lo que se hace con cara seria es razonable.
Si se toma a la naturaleza como maestra y a los pobres hombres como alumnos, se llega a una curiosa idea del g�nero humano. Estamos en un colegio, disponemos de los principios necesarios para entender y sin embargo atendemos m�s al chismorreo de nuestros condisc�pulos que a la lecci�n de la maestra; copiamos lo que el compa�ero escribe a nuestro lado, robamos algo que tal vez otro escuch� imprecisamente, multiplicamos nuestros errores ortogr�ficos e intelectuales.
Los franceces prometieron hermandad a las naciones adoptadas. Finalmente s�lo tomaron en cuenta a las hermanas.
Lo importante no es que el sol no se ponga en el Estado de un monarca (como anta�o se vanaglori� Espa�a), sino lo que ve a lo largo de su recorrido.
�Qui�n quiere desmontar cuando puede demoler?
Fingir ante gente inteligente es, en la mayor�a de los casos, m�s dificil que realmente convertirse en lo que se quiere aparentar.
El bien p�blico de ciertas naciones se decide a partir de la mayor�a de votos, a pesar de que cualquiera acepta que hay m�s hombres malos que buenos.
Los bosques se vuelven m�s y m�s peque�os, la madera escasea... �Qu� debemos hacer? �Cuando los bosques desaparezcan, quemaremos libros hasta que vuelvan a crecer!
�No es extra�o que para uno de los puestos de mayor honor en el mundo (rey) no se pida examen, como se le pide a cualquier f�sico?
Es dif�cil que en el mundo haya mercanc�a m�s singular que los libros. Son impresos, vendidos, encuadernados, rese�ados y a veces hasta escritos por gente que no los entiende.
Se parec�a a Alejandro por la cabeza ladeada, a Cervantes por la bragueta siempre abierta y a Montaigne por no saber sumar, ni con n�meros ni con centavos.
El hombre no era precisamente una lumbrera pero s� un candelabro bastante grande (c�modo). Sosten�a oponiones ajenas.
La cultura de las almas, a la que tambi�n pertenece el beber brandy, ha borrado muchas de las huellas que conduc�an a lo que el hombre era o deb�a ser en un principio.
En la actualidad el hombre es un ser tan desarrollado que incluso cuenta con una ciencia en donde los inventos inventan errores y los descubrimientos descubren errores.
Es probable que todos los padres hayan cre�do en alg�n momento que sus hijos eran muy originales. Sin embargo, creo que los padres intelectuales est�n m�s expuestos a esta tierna equivocaci�n que cualquier otra clase de padres.
Me gustar�a dar algo a cambio de saber con exactitud por qui�n fueron hechos los actos que seg�n la versi�n oficial fueron hechos por la patria.
El patriotismo, el "amor a la patria", es el esp�ritu guerrero de las naciones. Quienes pelean sin "patriotismo" son mec�nicos, guerreros adiestrados, incompletos, desprovistos de verdadero esp�ritu. Por supuesto que la ambici�n, aunada a un vivo sentido del deber, puede lograr algo que no huela a colectividad, pero �ste es un esp�ritu subordinado, no primario (mejor). El esp�ritu nacional es muy distinto al individual. Tomarlo en cuenta alguna vez.
El error fundamental de X es que desconf�a de todos, salvo de unos cuantos aduladores. Es un ser absolutamente pol�tico: nunca se ven ni se escuchan sus propias convicciones [...]