Benavente, 1898

Don Jacinto va a cumplir los ochenta y muchos a�os, y aunque esto no es obst�culo para que siga produciendo lo mejor que a estas alturas contemplamos en nuestros escenarios, s� quiere decir que en el a�o 1898 Benavente ya era una persona entrada en esa segunda juventud de la treintena, que es pr�logo de la ineludible madurez de los cuarenta.

Benavente ten�a treinta y dos a�os en el del desastre colonial, y era el m�s conocido de los escritores de la generaci�n juvenil que cay� bajo aquella fecha como lema de unificaci�n.

Hijo de una familia de acomodada clase media, Jacinto Benavente tuvo la infancia feliz y la juventud despreocupada del que sabe a cubierto todas sus necesidades: lo que se dice un se�orito madrile�o. Su padre, uno de los m�s afamados m�dicos del fin de siglo, le hizo estudiar idiomas y, quieras que no, la carrera de derecho. La carrera de derecho era un aditamento m�s del se�orito de entonces.

A Jacinto Benavente le gustaba el teatro. Pura y simplemente el teatro. �l hubiera querido ser actor. Por aquellos a�os un joven arist�crata andaba con desenvoltura entre los bastidores, y el hijo de todo un m�dico —Chicote— hac�a re�r a medio Madrid. En escribir para el teatro no pensaba por entonces. Le�a, porque no quer�a ser como tantos y tantos c�micos medio analfabetos de esos que siempre han andado por ah�. "De no haber sido autor —dir� m�s tarde—, hubiera querido ser c�mico, o empresario, o tramoyista... La preparaci�n y organizaci�n del espect�culo, el mismo espect�culo, me encantaban."

Sin embargo, de ni�o todav�a, Benavente hab�a perge�ado ya sus primeras comedietas, que �l mismo hac�a representar a sus personajes de cart�n, falseando las voces y organizando fant�sticas tramoyer�as. En aquellas obras abundaban los episodios de magia y viajes, con muchas decoraciones y disparates.

Por andar entre bastidores y entrar en los camerinos escribi� Benavente las primeras comedias; ni le interesaba ni pon�a gran empe�o en que se llevasen a escena; de aquella primera serie, y muy arreglada, solamente se ha estrenado, m�s tarde, "El primo Rom�n".

A los veintis�is a�os, en 1892, public� su "Teatro fant�stico", obra que pas� entre la m�s absoluta indiferencia. La misma cosa volvi� a ocurrir con el tomito de "Versos" que diera a imprimir en el a�o siguiente. Como muestra de aquella primera �poca y faceta po�tica de Benavente, el buen p�blico del maestro nos agradecer� hoy la inserci�n de este poema, donde se apuntan reminiscencias shakespearianas:

�Ser o no ser! El soliloquio eterno
que hace apurar un mundo de amargura
por temor a las penas del infierno.
�En qu� alma, en horas de mortal tristura,
no surge, como sombra del averno,
y no hace vacilar la fe m�s pura?
Pero el creyente fiel a Dios percibe
y ahoga pronto la duda con fe ciega;
el descre�do, su dolor anega
en el no ser que su raz�n concibe...
�Triste quien, como Hamlet, duda y vive!


Aquel mismo a�o de 1893 lleg� a la popularidad y al �xito, no con el teatro, como supondr�an algunos, sino con un peque�o libro escrito con muy pocas pretensiones. Sus "Cartas de mujeres" constituyen el primer aldabonazo a la fama. Y el 6 de octubre de 1894 lleg� el renombre como dramaturgo al estrenar "El nido ajeno". En pocas palabras Benavente ha relatado aquellas andanzas como autor novel:

"Diez o doce obras hab�a presentado yo a D. Emilio Mario, director del Teatro de la Comedia, antes de que me admitiera una por menos mala �Tiempo? Seis o siete a�os. La primera de ellas fue mal acogida por el p�blico y peor por la cr�tica; para estrenar la segunda tuve que luchar con mayores dificultades. Por cierto que esta segunda estaba escrita mucho antes que la primera. Cuando se estren�, algunos cr�ticos hicieron notar que de la primera a la segunda se advert�an innegables progresos."

Esta segunda obra, "Gente conocida", se estren� tambi�n en la Comedia dos a�os desp�es. Hasta aqu�, el calvario de todo escritor primerizo. Despu�s del �xito un tanto escandaloso de aquella comedia, donde tantas personas se quisieron ver retratadas, le ocurri� un hecho inesperado. Flores Garc�a, director del teatro Lara, le pidi� una obra. La obra se estren� en 1897 y se llam� "El marido de la T�llez". Su �xito fue de los que marcan �poca. En el mismo a�o y para el mismo teatro escribi� "La far�ndula". Antes de estrenar esta �ltima comedia, en el teatro de la Princesa se hab�a representado una magnif�ca versi�n del "Don Juan" de Moli�re, salida tambi�n de la juvenil pluma del genial dramaturgo.

En el a�o 1898 tiene lugar la aparici�n de un Jacinto Benavente insospechado para sus admiradores de hoy. La Vida Literaria era una revista organizada por unos cuantos editores con fines de pura y simple propaganda de sus publicaciones. La hab�a dirigido "Clar�n" durante unos meses de turbulenta navegaci�n, hasta que un d�a, cansados editores y director de inacabables dimes y diretes, plantearon la crisis total. Ofrecieron la direcci�n de la revista a Benavente, y �ste, por no dejar en la calle a muchos amigos que en ella ganaban su sustento, acept�. Por cierto que entre los que en aquella ef�mera publicaci�n se dieron a conocer destaca el no hace mucho fallecido Gregorio Mart�nez Sierra, con el que siempre tuvo Benavente gran amistad.

Olvidando el aprop�sito en un acto titulado "Teatro feminista", que estren� en la Comedia el d�a de los Inocentes de 1898, en este mismo a�o hab�a conseguido Benavente, en el mismo coliseo de la calle del Pr�ncipe, uno de sus m�s clamorosos �xitos al pintar, sin gran disimulo de lacras, escenas muy reales de la alta sociedad en "La comida de las fieras".

Aquel muchacho, indeciso cinco a�os antes, hubo de quedar consagrado como la mayor esperanza de la dramaturgia espa�ola, desmintiendo las frases de los m�s autorizados cr�ticos de su primera obra, algunos de los cuales hab�an escrito con motivo del estreno del "Nido ajeno": "Al chico del doctor Benavente no le llama Dios por el camino del teatro"; mientras otros se preguntaban, sarc�sticos: "�Es el se�or Benavente el autor joven que va a iniciar la Renovaci�n de nuestro teatro?"

* Autobiograf�a de Jacinto Benavente

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