11. Ciudades de comerciantes


Corresponde a la sesi�n de GA 3.11 CIUDADES DE COMERCIANTES

Una peque�a caravana de artesanos y comerciantes recorr�a los caminos de la Europa del siglo XIII. Sus integrantes, joyeros, orfebres y herreros buscaban un refugio, que bien pod�a ser un castillo, un monasterio o una abad�a. Una vez instalados, podr�an realizar una feria o intercambio de productos durante unos d�as; concluida la feria, la caravana proseguir�a su viaje en busca de un nuevo lugar para proseguir su comercio.

Caravanas como la anteriormente descrita caracterizaron a una Europa en constante movimiento, cuyo origen se remonta a dos hechos b�sicos: las cruzadas -la �ltima efectuada en el siglo XIII- y las pestes -la m�s devastadora, la peste negra, en el siglo XIV-. Ambos sucesos tienen un factor com�n: el contacto con Medio Oriente. Este contacto significar�a la entrada del poder de los comerciantes y la ca�da de los se�ores feudales.

Sucedi� de la siguiente manera; a medida que las ferias fueron ganando poder e importancia, los comerciantes decidieron instalarse permanentemente en sus propios asentamientos. Fue as� como nacieron las ciudades de comerciantes o burgos que, para el siglo XIV, sumaban ya 379. Los burgos se formaban por barrios donde se reun�an en grupos quienes ejerc�an el mismo oficio; estos grupos eran conocidos como gremios. Los gremios crecieron en organizaci�n y mantuvieron reglamentos para evitar una competencia desleal entre sus miembros.

Para facilitar el intercambio comercial, los burgueses -es decir, los habitantes de los burgos- se dieron a la tarea de intercambiar monedas, fijando su valor en oro. Este fue el origen de un nuevo oficio: el de los banqueros, quienes empezar�an a ganar importancia al paso de los a�os. El poder conjunto de banqueros y comerciantes sirvi� para crear redes comerciales en todo el continente europeo y debilitar el poder de los feudos.

Un caso especialmente importante son las rep�blicas italianas, que a partir del siglo XIV, alcanzaron un poder insospechado. La formaci�n de estos peque�os Estados tuvo su origen en los municipios instituidos desde el Imperio romano. Lo accidentado de la pen�nsula it�lica y la f�cil salida al mar de estas rep�blicas, foment� m�s una rivalidad que una uni�n entre ellas. De este modo, Florencia, G�nova, Venecia y otros rep�blicas mantuvieron su pol�tica y su comercio independientes entre s�.

Desde 1291, las rep�blicas italianas tuvieron relaciones comerciales con Medio Oriente. Los mercaderes genoveses y florentinos llevaban maderas de los bosques europeos; a cambio, obten�an especias -que conservaban la carne durante el invierno- y art�culos de lujo.

Muchas familias de comerciantes y banqueros como los M�dici, los Sforza o los Borgia ganaron una riqueza extraordinaria y una fuerza pol�tica determinante. Estas familias formaron una nueva aristocracia que introdujo al mundo europeo un refinamiento que se manifest� en el arte y la cultura. Empezaba una sed de conocimiento en el continente.

El contacto cultural con Medio Oriente llev� a Europa fuentes de conocimiento distintas a las conocidas, que se encontraban controladas por los estudiosos eclesi�sticos. Contradecir la opini�n de la Iglesia era algo m�s que un error, era un ataque directo contra el orden universal que ella proclamaba. Sin embargo, hubo hombres como Galileo Galilei, nacido en la ciudad italiana de Pisa en 1564, cuyos estudios sobre astronom�a lo llevaron a poner en duda las creencias medievales.

Seg�n estas creencias y la opini�n de la Iglesia, el Universo con todos sus astros y cuerpos celestes -el sol, la luna, las estrellas- giraban en torno a la Tierra, creado as� para manifestar la gloria de Dios; la Tierra era, el centro del Universo.

Los estudios de Galileo apoyados en la observaci�n directa con instrumentos astron�micos, como un primitivo telescopio, le llevaron a comprobar la teor�a del polaco Nicol�s Cop�rnico quien, un siglo antes, postulaba que la Tierra y los otros planetas giraban alrededor del sol -esta teor�a es conocida como helioc�ntrica.

Aunque Galileo fue obligado por la Iglesia a retractarse de sus postulados, sus estudios sentaron las bases para posteriores investigaciones que esclarecieron m�s la visi�n del hombre sobre el Universo.

A pesar de que la Iglesia manten�a una censura estricta hacia todo conocimiento contrario a sus principios, hubo otros estudios sobre la naturaleza y el universo que se filtraron en Europa y cuya repercusi�n fue determinante en acontecimientos posteriores, como la navegaci�n. Los principios astron�micos desarrollados por los musulmanes son un buen ejemplo.

El conocimiento astron�mico tuvo una aplicaci�n pr�ctica muy importante; sin la astronom�a dif�cilmente podr�amos entender la avanzada navegaci�n musulmana, de la que los mercaderes italianos fueron diestros alumnos.

Los italianos llevaron a Europa instrumentos tan �tiles como el astrolabio o la ballestilla, que originaron posteriormente el cuadrante y el sextante. Gracias a estos instrumentos y a los conocimientos astron�micos, los navegantes florentinos, genoveses y venecianos estuvieron al servicio de los monarcas europeos, quienes patrocinaron expediciones para encontrar materias primas y metales preciosos a lo largo y ancho del mundo.


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