6. La Revoluci�n Industrial


Corresponde a la sesi�n de GA 3.6 LA REVOLUCI�N INDUSTRIAL

Desde �pocas pasadas, las labores campesinas y la elaboraci�n de productos manufacturados hab�an dependido de la fuerza f�sica de los hombres, los animales de carga y de las herramientas que los hombres elaboraban para estas actividades.

Para el siglo XVIII, las aportaciones cient�ficas transformaron la situaci�n descrita anteriormente: se introdujo maquinaria cuya fuente de energ�a ya no depend�a de los recursos tradicionales.

Maquinaria, f�bricas, capital, riqueza, trabajo de mujeres y ni�os, relaciones de poder entre pa�ses ricos y pobres, constituyen algunos de los t�rminos m�s conocidos del cambio que se gener� en la forma de vida material a fines del siglo XVIII y que se conoce hist�ricamente con el nombre de Revoluci�n Industrial.

La Revoluci�n Industrial tiene su origen en el siglo XII, gracias a los descubrimientos en f�sica, qu�mica e ingenier�a, cuyos conocimientos fueron trasladados al plano de la producci�n agr�cola e industrial. A partir del siglo XVIII, todo lo referente a la productividad y al trabajo fue regido por el conocimiento cient�fico.

Una aristocracia terrateniente e industrial, un Parlamento que contaba con el apoyo del rey, posesiones coloniales en Am�rica, Asia y Africa y un activo comercio con ellas, fueron algunas de las condiciones que permitieron a Inglaterra recibir entusiastamente los beneficios de la Revoluci�n Industrial y, de este modo, convertirse en la primera potencia industrializada del mundo moderno.

Un invento que transform� la industria durante el siglo XVIII fue la m�quina de vapor. Se atribuye su invenci�n en 1712,al ingl�s Newcomen y su perfeccionamiento a James Watt, en 1776. La industria textil inglesa hizo de la m�quina de vapor su herramienta por excelencia.

Junto con la producci�n de acero -que es una combinaci�n de hierro y carb�n- desde 1740, el empleo de la m�quina de vapor contribuy� a mejorar los sistemas de transporte.

As�, desde principios del siglo XIX, tendieron rieles por donde circularon hacia 1813 las primeras locomotoras que funcionaban con motor de vapor; posteriormente fueron sustituidas por locomotoras de carb�n en 1825.

En la navegaci�n, hacia 1803 los veleros ingleses fueron modernizados gracias al motor de vapor; se a�adieron aspas a los barcos para viajar r�pidamente sin depender de la fuerza del viento para desplazarse. Este es el antecedente de los buques de vapor que surcar�an los mares en el siglo XIX.

Sin embargo, los beneficios del progreso industrial se reflejaron en unos pocos bolsillos: el de los industriales, comerciantes y banqueros; los trabajadores, en cambio, padecieron con las innovaciones tecnol�gicas, al grado que se convirtieron en piezas reemplazables de una maquinaria enorme y compleja.

Una de las consecuencias de la Revoluci�n Industrial fue la emigraci�n de campesinos a las ciudades entre 1750 y 1840.

Para finales del siglo XVIII y principios del XIX, la tierra que anteriormente pertenec�a a los nobles y a la iglesia fue vendida a los grandes comerciantes. Esto provoc� que los campesinos que habitaban y sembraban esas tierras, tuvieran que abandonarlas, ya que se destinaron a otros fines, como la cr�a de ovejas, de las que se obten�a lana para fabricar telas y exportalas.

Los campesinos se fueron a las ciudades a buscar empleo para sobrevivir y lo encontraron en los grandes talleres, formando un nuevo grupo social: el proletariado.

Otra consecuencia de la Revoluci�n Industrial fue el cambio en la forma de trabajo en las sociedades europeas en los siglos XVIII y XIX.

En el campo, desde 1701, se utiliz� la segadora mec�nica; la desmontadora de algod�n desde 1793; la trilladora port�til, en 1847; la desterronadora, a partir de 1851; tambi�n en esta �poca se comenz� a utilizar la segadora-atadora y muchos otros artefactos. En las ciudades, el uso de la maquinaria agiliz� la elaboraci�n de productos, a los que se sumaron las mejoras en los transportes.

La industria textil fue una de las primeras en mecanizarse. Hasta mediados del siglo XVIII, el hilado de lana y algod�n se hac�a en ruecas manuales o en torno de pedales. Con la introducci�n de m�quinas como la lanzadera volante, aument� la producci�n tres o cuatro veces m�s que con el telar manual.

El trabajo en las f�bricas cambi� respecto de los antiguos talleres artesanales. Las labores se dividieron, algunos trabajadores se dedicaban a fabricar distintas piezas de un producto, mientras que otros se dedicaban a armarlo.

As�, se estableci� en las fabricas una forma de trabajo conocida como l�nea de producci�n.

Con la introducci�n de los sistemas industriales, los trabajadores perdieron la capacidad de decidir c�mo y cu�ndo hacer su trabajo, pero lo m�s dram�tico fue el hecho de que las mujeres y los ni�os fueran incorporados a las f�bricas, laborando jornadas de 14, 16 y hasta 18 horas continuas, recibiendo una m�sera retribuci�n por ello. Todo esto tambi�n constituye lo que se conoce como la Revoluci�n Industrial.


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